En el siglo XIX se generalizó el uso de libros de texto en las escuelas. Ya en otra entrada hablamos de los tratados de urbanidad para niñas, y en esta nos dedicaremos a lo que estos pequeños manuales de urbanidad para niñas (y a veces para niños) dicen sobre la correspondencia: cómo se deben escribir las cartas, a quién, qué debe evitarse…
Entre los manuales de urbanidad conservados en la Biblioteca Nacional de España y digitalizados en el proyecto Biblioteca Digital Hispánica (se ha buscado mediante la palabra “urbanidad” combinada con “niñas”, “niños” y “escuelas”), de nueve títulos para niñas, cuatro presentan contenidos sobre correspondencia. En los ocho recuperados con las búsquedas “urbanidad” + “niños” y “urbanidad” + “escuelas” (algunos destinados a niños varones y otros a niños y niñas, aunque en general más centrados en los varones), solo uno tiene contenido sobre cartas, aunque otro dedica espacio, al hablar de los tratamientos, al sobrescrito o cómo dirigir cartas a interlocutores variados (algunos, francamente, poco plausibles) como el papa o el rey. Concretamente, se encuentran contenidos sobre correspondencia en
Breve tratado | de | urbanidad | para las niñas, | por | Dª. Pilar Pascual de Sanjuan Barcelona 1884 (desde imagen 40)
Resumen de urbanidad para niñas por Pilar Pascual de Sanjuán ; Barcelona 1888 (desde imagen 69)
La jóven bien educada. | Lecciones de urbanidad | para | niñas y adultas, | por | doña María Orberá ; Valencia 1875 (desde imagen 44)
Compendio | del | Manual de urbanidad | y buenas maneras | de | Manuel Antonio Carreño | arreglado por el mismo | para el uso de las escuelas de ambos sexos (desde imagen 95)
Las “lecciones” sobre correspondencia acompañan a otras sobre el comportamiento correcto hacia los padres, las amigas, las personas conocidas, los sacerdotes, las personas del servicio doméstico (ya que las niñas destinatarias de estos manuales son de la clase media o alta), y en situaciones como las visitas, el paseo, la asistencia a misa, las comidas, la escuela…, como se vio en la entrada anterior.
La correspondencia se compara a veces con las interacciones orales, como se puede ver en “la escritura no es mas que una conversacion por escrito” (Carreño, 1898), o este segmento:
I. ¿Qué tiene V. que decirme de las cartas?
Una carta no es otra cosa que una conversación escrita, y no debe, por tanto, emplearse en ella otro estilo que aquel que se emplería en la expresión verbal de su contenido. (Carreño, 1898)
Se valora un estilo claro y sencillo:
¿Qué hay que advertir sobre la correspondencia?
Las cartas han de expresar claramente la idea que uno se ha propuesto, sin rodeos que las hagan difusas; pero nunca, en obsequio á la brevedad, puede prescindirse de las reglas que prescribe la buena educación. (Pascual de San Juan, 1888)
P. ¿Cuál es el estilo que conviene á una carta?
R. El mas sencillo segun el caso, y el que emplearíamos para hablar lo que escribimos, si tuviésemos delante á la persona, á quien dirigimos la carta. (Orberá, 1875)
Si cartas há de escribir,
Tenga la joven presente
Lo que enseñan sabiamente
Las reglas del buen decir.
La frase debe elegir
Que a la claridad conduzca;
Sus cartas siempre reduzca;
Use un estilo sencillo,
Que siempre en él habrá brillo,
Cuando el decoro en él luzca (Orberá, 1875)
Se da importancia a los tipos de cartas, especialmente en el libro destinados a ambos sexos (Carreños, 1898), pues se entiende, probablemente, que las niñas no necesitarán saber demasiado sobre cartas de negocios:
IV. ¿Hay muchas clases de cartas?
-Sí, señora, las hay familiares, comerciales, de recomendacion, de pésame, etc., segun el asunto de que en las mismas se trata. (López y Candeal, 1882)
III. La extensión de las cartas familiares no puede ser limitada sino por el grado de amistad que medie entre las personas que se escriben, y la naturaleza é intensidad de los sentimientos que en ellas hayan de expresarse. Mas no puede decirse otro tanto con relación á las cartas de negocios, las cuales no sólo deben contraerse exclusivamente al asunto sobre que versen, sino que no han de contener ni una sola frase que de él se aparte, ó no sea indispensable para la inteligencia de las ideas que han de transmitirse. (Carreño, 1898)
Los saludos, despedidas y tratamientos son tratados en varios manuales. Por ejemplo:
¿Qué reglas son éstas?
Deben empezarse las cartas diciendo: Muy Sr. mío y respetable amigo: el adjetivo puede cambiarse por apreciable, distinguido, etc., se entrará desde luego en materia (Pascual de San Juan, 1888)
se terminará con estas ó semejantes palabras: Con este motivo tiene el honor de ofrecerse ó de repetirse de V. humilde S. Q. S. M. B. […] A las personas de confianza se les dice: Mi querida amiga: Mi apreciable primo, etc., y se termina: Tu fiel amiga, su atenta servidora, etc., sin el B. S. M. (Pascual de San Juan, 1888)
P. ¿Y en la conclusion de una carta, qué debe ponerse?
R. Despues de las frases de atencion destinadas á manifestar que se desea á la persona á quien se escribe salud y felicidades, se puede terminar diciendo: Queda de V. atenta s. s. q. b. s. m.: y luego la firma; palabras que entre las personas de la familia, ó muy amigas se sustituyen por las de: siempre tuya tu hermana, amiga, etc. (Orberá, 1875)
El cierre de las cartas y cómo se expresa el destinatario o destinataria en el sobre recibe atención también. Ya es usual el sobre (anteriormente se cerraban y sellaban las cartas plegándolas sobre sí mismas y lacrándolas) y parece poco fino («no está bien visto») no usar sobre; también es poco educado cerrar el sobre si se da en mano a un conocido, y la dirección, curiosamente, incluye un saludo (Besa la mano…) cuando no va con el correo, sino por otro medio (un criado, por ejemplo):
Se cierran siempre las cartas?
Para el correo es evidente que han de cerrarse, y también para mandarlas con un criado; pero nunca se debe entregar una carta cerrada á un amigo ó conocido. (Pascual de San Juan, 1884)
¿Cómo se pone el sobre?
Si la carta ha de entregarse á la mano, se escribe con letra clara: B. L. M. al Sr. D. Fulano de Tal S. A. S. S. y, en la parte inferior del sobre, las iniciales del remitente.
Si es para el correo, se escribe con toda claridad el nombre y apellidos de la persona á quien va dirigida (sin omitir el tratamiento, si lo tiene), su empleo, la provincia, pueblo y señas de la habitación en que reside. (Pascual de San Juan, 1888)
XIII. Las cartas deben ser cerradas y selladas con cierto gusto y delicadeza, á fin de que su forma exterior produzca siempre impresión agradable á la vista. La oblea debe ir en el centro de la cubierta (Carreño, 1898)
no está bien visto doblar la misma carta, y por lo mismo, no se prescindirá del sobre, el cual se usa grande y cuadrado para las cartas de etiqueta; mediano para las de amistad y negocios, y muy pequeño para los billetes y tarjetas. (Orberá, 1875)
Algunos manuales describen con más detalle la ubicación de los saludos, fecha, despedida, el tamaño de los márgenes, etc. La situación de la data, lugar y fecha, cambió desde el siglo XVIII y anteriores, cuando se ponía antes de la firma (de ahí la palabra «posdata»), al siglo XIX, cuando se convirtió en usual ponerla al comienzo de la carta (salvo, como vemos, en las cartas escritas en «papel de esquelas»):
R. Primero, y hacia el lado derecho, se pone la fecha; en la línea siguiente, hácia la izquierda, el nombre de la persona, á quien nos dirigimos, y debajo, en la línea siguiente, el lugar de su residencia; y despues, dejando una línea en blanco, y un espacio á la izquierda, se ponen las palabras de: Muy Sr. mio, Muy señora mia y de toda mi consideracion, segun la categoría y respeto que debamos á la persona á quien nos dirigimos. (Orberá, 1875)
P. ¿Cuándo se escribe una carta en papel de esquelas, dónde se pone la fecha?
R. despues de la firma y hácia el lado izquierdo; en los billetes se suele poner el dia de la fecha, como hoy jueves. (Orberá, 1875)
XI. La forma interior de una carta está sujeta á las reglas siguientes: 1.ª Al principio del papel y hacia el lado derecho, se pone la data de la carta. 2.ª En la linea siguiente, y hacia [p. 98] el lado izquierdo, se pone el nombre de la persona á quien se escribe, precedido de la palabra Señor ó Señora. 3.ª En la línea siguiente y precisamente debajo, bien que dejando algún espacio hacia la izquierda, se pone el lugar en que aquélla se encuentra, ó la palabra Presente, si se halla en el lugar donde se escribe. 4.ª Dejando una línea en blanco, y un espacio más ó menos ancho hacia la izquierda, se ponen las palabras Muy señor mío, Estimado señor, Mi querido amigo, ó cualesquiera otras que sean propias de las relaciones que se tengan con la persona á quien se escribe. 5.ª En la línea siguiente, y un tanto hacia la izquierda del renglón anterior, principiará el contenido de la carta. 6.ª Cuando se escribe á una persona respetable, se deja á todos los renglones del contenido de la carta un margen hacia la izquierda, más ó menos ancho, según el grado de respeto que quiera manifestarse. (Carreño, 1898)
La atención a la caligrafía y la ortografía es mayor en el libro dedicado a niños y niñas (Carreño, 1898) que en los libros dedicados a niñas, pues en el dedicado a niños y niñas se hace hincapié en las consecuencias negativas que puede tener tener una mala letra o errores ortográficos, y se distingue gramática de ortografía, algo que no pasa en los libros para niñas:
P. ¿Qué debe tenerse presente al escribir una carta?
R. En primer lugar, las reglas de Gramática, ortografia y escritura que se nos habran enseñado, todas las que sabemos respecto á las palabras que debemos emplear en la conversacion (Orberá, 1875)
una carta atenta, con buena letra y sin faltas de ortografía, previene en favor de quien la escribe. (Pascual de San Juan, 1888)
VII. Las faltas gramaticales dan siempre mala idea de la educación de la persona que en ellas incurre; pero las más características de mala educación son las que se cometen contra las reglas de la Ortografía.
VIII. La letra debe ser clara y, si es posible, elegante. Sólo las personas de poco entendimiento son capaces de creer que pueda dar importancia la mala forma de la letra ó la firma ininteligible. (Carreño, 1898)
El papel que se debe utilizar es también objeto de algunas reflexiones. El pliego se debe utilizar completo, sin dividirse («aunque contenga pocas líneas» la carta), y el tipo de papel es menos importante en las cartas dirigidas a personas de confianza o a «personas inferiores»:
P. ¿Hay algo que advertir respecto al papel, sobres y demás accesorios, indispensables en una carta?
R. Si señora; lo siguiente: Que el papel debe ser fino; pero sin mas adorno que las iniciales del que la escribe, impresas en la primera cara; que siempre que se escriba una carta, el pliego de papel ha de ser entero, aunque contenga pocas líneas (Orberá, 1875)
VII. ¿Es indiferente el empleo de cualquier papel?
-No, señor, pues en esto, como en todo, introduce tambien la moda sus prescripciones, á las que tenemos que acomodarnos; sin embargo, en las cartas familiares ó dirigidas á personas inferiores, puede usarse el que más á mano se tenga. (López y Candeal, 1882)
Los diferentes manuales indican algunos errores comunes que deben evitarse:
VI. ¿Qué formulas deben evitarse en las cartas?
-Esas fórmulas ordinarias y gastadas, tan usadas por el pueblo, de Me alegraré que al recibo de ésta te halles con la más cabal salud, etc., y otras á éstas semejantes. (López y Candeal, 1882)
Deben empezarse las cartas diciendo: Muy Sr. mío y respetable amigo: el adjetivo puede cambiarse por apreciable, distinguido, etc., se entrará desde luego en materia, evitando esas vulgaridades de tomo la pluma y otras por el estilo, y se terminará con estas ó semejantes palabras: Con este motivo tiene el honor de ofrecerse ó de repetirse de V. humilde S. Q. S. M. B.
Los caballeros, al dirigirse á una señora, ponen S. P. en lugar de S. M., pero las señoras nunca deben ponerlo. (Pascual de San Juan, 1888)
VIII. ¿Qué reglas generales pueden tenerse presentes para la escritura de las cartas?
-Que la brevedad y concision son en ellas circunstancias recomendabilísimas, á ménos que se trate de cartas muy familiares; que debemos dar, á las personas á quienes nos dirijamos, el tratamiento que les corresponda; que á los superiores ó personas respetables no debemos hacerles encargos, ni mandarles que den expresiones á Fulano, Mengano, etc., y que no deben usarse postdatas más que en las cartas que se dirijan á personas de mucha confianza. Muchas más reglas podrian darse en este punto, pero el estudio de la costumbre admitida, suplirá en esta parte, como en todo, lo que en obsequio de la brevedad se omite. (López y Candeal, 1882)
la costumbre de poner más de una oblea es enteramente impropia de personas bien educadas. (Carreño, 1898)
XV. Es de muy mal tono el dejar de contestar oportunamente una carta, lo mismo que contestarla por medio de un recado, sin presentar para ello excusa legítima á la persona de quien se ha recibido.
XVI. Es igualmente reprochable el contestar una carta al pie de la misma, cuando esto no se exige expresamente por la persona que dirige la misiva. (Carreño, 1898)
Como puede verse, las costumbres que deben evitarse son, según los autores, debidas a la falta de cuidado (mala letra, errores ortográficos), a la excesiva familiaridad (enviar recuerdos a otras pesonas, poner posdatas), o bien se asimilan a costumbres de personas con escasa cultura, como poner más de una oblea al cerrar las cartas (costumbre “enteramente impropia de personas bien educadas”) o usar “fórmulas ordinarias y gastadas, tan usadas por el pueblo” o “vulgaridades” como “tomo la pluma” o “me alegraré que al recibo de ésta te halles con la más cabal salud”, a las que las personas con menor formación solían recurrir dada su menor capacidad de expresión escrita.
Además, algunos libros incluyen reflexiones como que las niñas y jóvenes deben evitar escribir en exceso: la joven debe «ser muy parca en hacer lo que pueda comprometerla, ó ponerla en ridiculo; pero como hay casos en que no podrá evitarlo [escribir cartas], lo hará siempre con permiso de sus padres, que son los mejores consejeros de sus hijos» (Orberá, 1875) o que deben mostrar toda su correspondencia a sus padres, como se expresa, en un contenido algo sorprendente (por cómo se une con el respeto a la correspondencia) Pilar Pascual de San Juan:
Debe respetarse la correspondencia?
Siempre; y es reputada como una de las mayores imprudencias el abrir una carta que va dirigida á otro, por más que sea nuestro pariente ó amigo.
Las niñas tienen derecho á exigir este respeto de parte de los demás?
De todos, menos de sus padres y tutores, que tienen obligación de intervenir en todos sus asuntos. A éstos, el modo de acostumbrarlos á que no abran las cartas de sus hijas ó pupilas es enseñárselas siempre con entera confianza. (Pascual de San Juan, 1884)
Estos consejos entroncan con el miedo a que las jóvenes entren, mediante la escritura, en contacto con personas que pongan en peligro su retiro, buen carácter moral, virginidad, en suma los aspectos considerados fundamentales en una mujer, un miedo tan arraigado que fue la causa de que, en los siglos XVI y XVII, no pocos teóricos defendiesen que no se debe enseñar a escribir a las mujeres (aunque sí a leer), y que se ve claramente expresado (aunque de manera algo velada) en este segmento de María Orberá (1875):
P. ¿Si á una jóven se le dirije alguna carta, debe contestarla?
R. La urbanidad así lo exige; pero como puede haber otras razones para no hacerlo, razones que no son de este lugar, nunca contestará á ninguna, sin permiso de sus padres. (Orberá, 1875).
En una época de correos electrónicos (muchísimos) y otros contactos escritos fuera del papel, nuestras normas han variado mucho, pero siguen existiendo en cualquier generación de hablantes/escriptores, como se puede comprobar por ejemplo preguntando a adolescentes o jóvenes cómo marcan la (in)formalidad en los servicios de mensajería. El ser humano no prescinde (afortunadamente) de la complejidad en sus comunicaciones escritas ni orales. Y, por supuesto, estos libritos no crean las normas, sino que recogen las creencias, prejuicios, reflexiones y miedos de la sociedad frente a la comunicación epistolar, tan poderosa, tan repleta de posibilidades.
Belén Almeida
Imagen: Resumen de urbanidad para las niñas por Pilar Pascual de Sanjuán.