La correspondencia en los manuales de urbanidad para niñas del siglo XIX

En el siglo XIX se generalizó el uso de libros de texto en las escuelas. Ya en otra entrada hablamos de los tratados de urbanidad para niñas, y en esta nos dedicaremos a lo que estos pequeños manuales de urbanidad para niñas (y a veces para niños) dicen sobre la correspondencia: cómo se deben escribir las cartas, a quién, qué debe evitarse…

Entre los manuales de urbanidad conservados en la Biblioteca Nacional de España y digitalizados en el proyecto Biblioteca Digital Hispánica (se ha buscado mediante la palabra “urbanidad” combinada con “niñas”, “niños” y “escuelas”), de nueve títulos para niñas, cuatro presentan contenidos sobre correspondencia. En los ocho recuperados con las búsquedas “urbanidad” + “niños” y “urbanidad” + “escuelas” (algunos destinados a niños varones y otros a niños y niñas, aunque en general más centrados en los varones), solo uno tiene contenido sobre cartas, aunque otro dedica espacio, al hablar de los tratamientos, al sobrescrito o cómo dirigir cartas a interlocutores variados (algunos, francamente, poco plausibles) como el papa o el rey. Concretamente, se encuentran contenidos sobre correspondencia en

Urbanidad para niñas: Breve tratado | de | urbanidad | ó | principios de educacion, | redactado | con destino á las escuelas de niñas | por | D. Julián López y Candeal, 1882 (desde imagen 64)

Breve tratado | de | urbanidad | para las niñas, | por | Dª. Pilar Pascual de Sanjuan Barcelona 1884 (desde imagen 40)  

Resumen de urbanidad para niñas por Pilar Pascual de Sanjuán ; Barcelona 1888 (desde imagen 69)

La jóven bien educada. | Lecciones de urbanidad | para | niñas y adultas, | por | doña María Orberá ; Valencia 1875 (desde imagen 44)

Compendio | del | Manual de urbanidad | y buenas maneras | de | Manuel Antonio Carreño | arreglado por el mismo | para el uso de las escuelas de ambos sexos (desde imagen 95)

Las “lecciones” sobre correspondencia acompañan a otras sobre el comportamiento correcto hacia los padres, las amigas, las personas conocidas, los sacerdotes, las personas del servicio doméstico (ya que las niñas destinatarias de estos manuales son de la clase media o alta), y en situaciones como las visitas, el paseo, la asistencia a misa, las comidas, la escuela…, como se vio en la entrada anterior.

La correspondencia se compara a veces con las interacciones orales, como se puede ver en “la escritura no es mas que una conversacion por escrito” (Carreño, 1898), o este segmento:

I. ¿Qué tiene V. que decirme de las cartas?
Una carta no es otra cosa que una conversación escrita, y no debe, por tanto, emplearse en ella otro estilo que aquel que se emplería en la expresión verbal de su contenido. (Carreño, 1898)

Se valora un estilo claro y sencillo:

¿Qué hay que advertir sobre la correspondencia?
Las cartas han de expresar claramente la idea que uno se ha propuesto, sin rodeos que las hagan difusas; pero nunca, en obsequio á la brevedad, puede prescindirse de las reglas que prescribe la buena educación. (Pascual de San Juan, 1888)

P. ¿Cuál es el estilo que conviene á una carta?
R. El mas sencillo segun el caso, y el que emplearíamos para hablar lo que escribimos, si tuviésemos delante á la persona, á quien dirigimos la carta. (Orberá, 1875)

Si cartas há de escribir,
Tenga la joven presente
Lo que enseñan sabiamente
Las reglas del buen decir.
La frase debe elegir
Que a la claridad conduzca;
Sus cartas siempre reduzca;
Use un estilo sencillo,
Que siempre en él habrá brillo,
Cuando el decoro en él luzca (Orberá, 1875)

Se da importancia a los tipos de cartas, especialmente en el libro destinados a ambos sexos (Carreños, 1898), pues se entiende, probablemente, que las niñas no necesitarán saber demasiado sobre cartas de negocios:


IV. ¿Hay muchas clases de cartas?
-Sí, señora, las hay familiares, comerciales, de recomendacion, de pésame, etc., segun el asunto de que en las mismas se trata. (López y Candeal, 1882)

III. La extensión de las cartas familiares no puede ser limitada sino por el grado de amistad que medie entre las personas que se escriben, y la naturaleza é intensidad de los sentimientos que en ellas hayan de expresarse.  Mas no puede decirse otro tanto con relación á las cartas de negocios, las cuales no sólo deben contraerse exclusivamente al asunto sobre que versen, sino que no han de contener ni una sola frase que de él se aparte, ó no sea indispensable para la inteligencia de las ideas que han de transmitirse. (Carreño, 1898)

Los saludos, despedidas y tratamientos son tratados en varios manuales. Por ejemplo:  

¿Qué reglas son éstas?
Deben empezarse las cartas diciendo: Muy Sr. mío y respetable amigo: el adjetivo puede cambiarse por apreciable, distinguido,  etc., se entrará desde luego en materia (Pascual de San Juan, 1888)

se terminará con estas ó semejantes palabras: Con este motivo tiene el honor de ofrecerse ó de repetirse de V. humilde S. Q. S. M. B. […] A las personas de confianza se les dice: Mi querida amiga: Mi apreciable primo, etc., y se termina: Tu fiel amiga, su atenta servidora, etc., sin el B. S. M. (Pascual de San Juan, 1888)

P. ¿Y en la conclusion de una carta, qué debe ponerse?
R. Despues de las frases de atencion destinadas á manifestar que se desea á la persona á quien se escribe salud y felicidades, se puede terminar diciendo: Queda de V. atenta s. s. q. b. s. m.: y luego la firma; palabras que entre las personas de la familia, ó muy amigas se sustituyen por las de: siempre tuya tu hermana, amiga, etc. (Orberá, 1875)

El cierre de las cartas y cómo se expresa el destinatario o destinataria en el sobre recibe atención también. Ya es usual el sobre (anteriormente se cerraban y sellaban las cartas plegándolas sobre sí mismas y lacrándolas) y parece poco fino («no está bien visto») no usar sobre; también es poco educado cerrar el sobre si se da en mano a un conocido, y la dirección, curiosamente, incluye un saludo (Besa la mano…) cuando no va con el correo, sino por otro medio (un criado, por ejemplo):

Se cierran siempre las cartas?
Para el correo es evidente que han de cerrarse, y también para mandarlas con un criado; pero nunca se debe entregar una carta cerrada á un amigo ó conocido. (Pascual de San Juan, 1884)

¿Cómo se pone el sobre?
Si la carta ha de entregarse á la mano, se escribe con letra clara: B. L. M. al Sr. D. Fulano de Tal S. A. S. S. y, en la parte inferior del sobre, las iniciales del remitente.
Si es para el correo, se escribe con toda claridad el nombre y apellidos de la persona á quien va dirigida (sin omitir el tratamiento, si lo tiene), su empleo, la provincia, pueblo y señas de la habitación en que reside. (Pascual de San Juan, 1888)

XIII. Las cartas deben ser cerradas y selladas con cierto gusto y delicadeza, á fin de que su forma exterior produzca siempre impresión agradable á la vista. La oblea debe ir en el centro de la cubierta (Carreño, 1898)

no está bien visto doblar la misma carta, y por lo mismo, no se prescindirá del sobre, el cual se usa grande y cuadrado para las cartas de etiqueta; mediano para las de amistad y negocios, y muy pequeño para los billetes y tarjetas. (Orberá, 1875)

Algunos manuales describen con más detalle la ubicación de los saludos, fecha, despedida, el tamaño de los márgenes, etc. La situación de la data, lugar y fecha, cambió desde el siglo XVIII y anteriores, cuando se ponía antes de la firma (de ahí la palabra «posdata»), al siglo XIX, cuando se convirtió en usual ponerla al comienzo de la carta (salvo, como vemos, en las cartas escritas en «papel de esquelas»):

R. Primero, y hacia el lado derecho, se pone la fecha; en la línea siguiente, hácia la izquierda, el nombre de la persona, á quien nos dirigimos, y debajo, en la línea siguiente, el lugar de su residencia; y despues, dejando una línea en blanco, y un espacio á la izquierda, se ponen las palabras de: Muy Sr. mio, Muy señora mia y de toda mi consideracion, segun la categoría y respeto que debamos á la persona á quien nos dirigimos. (Orberá, 1875)

P. ¿Cuándo se escribe una carta en papel de esquelas, dónde se pone la fecha?
R. despues de la firma y hácia el lado izquierdo; en los billetes se suele poner el dia de la fecha, como hoy jueves. (Orberá, 1875)

XI. La forma interior de una carta está sujeta á las reglas siguientes: 1.ª Al principio del papel y hacia el lado derecho, se pone la data de la carta. 2.ª En la linea siguiente, y hacia [p. 98] el lado izquierdo, se pone el nombre de la persona á quien se escribe, precedido de la palabra Señor ó Señora. 3.ª En la línea siguiente y precisamente debajo, bien que dejando algún espacio hacia la izquierda, se pone el lugar en que aquélla se encuentra, ó la palabra Presente, si se halla en el lugar donde se escribe. 4.ª Dejando una línea en blanco, y un espacio más ó menos ancho hacia la izquierda, se ponen las palabras Muy señor mío, Estimado señor, Mi querido amigo, ó cualesquiera otras que sean propias de las relaciones que se tengan con la persona á quien se escribe. 5.ª En la línea siguiente, y un tanto hacia la izquierda del renglón anterior, principiará el contenido de la carta. 6.ª Cuando se escribe á una persona respetable, se deja á todos los renglones del contenido de la carta un margen hacia la izquierda, más ó menos ancho, según el grado de respeto que quiera manifestarse. (Carreño, 1898)

La atención a la caligrafía y la ortografía es mayor en el libro dedicado a niños y niñas (Carreño, 1898) que en los libros dedicados a niñas, pues en el dedicado a niños y niñas se hace hincapié en las consecuencias negativas que puede tener tener una mala letra o errores ortográficos, y se distingue gramática de ortografía, algo que no pasa en los libros para niñas:

P. ¿Qué debe tenerse presente al escribir una carta?
R. En primer lugar, las reglas de Gramática, ortografia y escritura que se nos habran enseñado, todas las que sabemos respecto á las palabras que debemos emplear en la conversacion (Orberá, 1875)

una carta atenta, con buena letra y sin faltas de ortografía, previene en favor de quien la escribe. (Pascual de San Juan, 1888)

VII. Las faltas gramaticales dan siempre mala idea de la educación de la persona que en ellas incurre; pero las más características de mala educación son las que se cometen contra las reglas de la Ortografía.
VIII. La letra debe ser clara y, si es posible, elegante. Sólo las personas de poco entendimiento son capaces de creer que pueda dar importancia la mala forma de la letra ó la firma ininteligible. (Carreño, 1898)

El papel que se debe utilizar es también objeto de algunas reflexiones. El pliego se debe utilizar completo, sin dividirse («aunque contenga pocas líneas» la carta), y el tipo de papel es menos importante en las cartas dirigidas a personas de confianza o a «personas inferiores»:

P. ¿Hay algo que advertir respecto al papel, sobres y demás accesorios, indispensables en una carta?
R. Si señora; lo siguiente: Que el papel debe ser fino; pero sin mas adorno que las iniciales del que la escribe, impresas en la primera cara; que siempre que se escriba una carta, el pliego de papel ha de ser entero, aunque contenga pocas líneas (Orberá, 1875)

VII. ¿Es indiferente el empleo de cualquier papel?
-No, señor, pues en esto, como en todo, introduce tambien la moda sus prescripciones, á las que tenemos que acomodarnos; sin embargo, en las cartas familiares ó dirigidas á personas inferiores, puede usarse el que más á mano se tenga. (López y Candeal, 1882)

Los diferentes manuales indican algunos errores comunes que deben evitarse:

VI. ¿Qué formulas deben evitarse en las cartas?
-Esas fórmulas ordinarias y gastadas, tan usadas por el pueblo, de Me alegraré que al recibo de ésta te halles con la más cabal salud, etc., y otras á éstas semejantes. (López y Candeal, 1882)

Deben empezarse las cartas diciendo: Muy Sr. mío y respetable amigo: el adjetivo puede cambiarse por apreciable, distinguido, etc., se entrará desde luego en materia, evitando esas vulgaridades de tomo la pluma y otras por el estilo, y se terminará con estas ó semejantes palabras: Con este motivo tiene el honor de ofrecerse ó de repetirse de V. humilde S. Q. S. M. B.
Los caballeros, al dirigirse á una señora, ponen S. P. en lugar de S.  M., pero las señoras nunca deben ponerlo. (Pascual de San Juan, 1888)

VIII. ¿Qué reglas generales pueden tenerse presentes para la escritura de las cartas?
-Que la brevedad y concision son en ellas circunstancias recomendabilísimas, á ménos que se trate de cartas muy familiares; que debemos dar, á las personas á quienes nos dirijamos, el tratamiento que les corresponda; que á los superiores ó personas respetables no debemos hacerles encargos, ni mandarles que den expresiones á Fulano, Mengano, etc., y que no deben usarse postdatas más que en las cartas que se dirijan á personas de mucha confianza. Muchas más reglas podrian darse en este punto, pero el estudio de la costumbre admitida, suplirá en esta parte, como en todo, lo que en obsequio de la brevedad se omite. (López y Candeal, 1882)

la costumbre de poner más de una oblea es enteramente impropia de personas bien educadas. (Carreño, 1898)

XV. Es de muy mal tono el dejar de contestar oportunamente una carta, lo mismo que contestarla por medio de un recado, sin presentar para ello excusa legítima á la persona de quien se ha recibido.
XVI. Es igualmente reprochable el contestar una carta al pie de la misma, cuando esto no se exige expresamente por la persona que dirige la misiva. (Carreño, 1898)

Como puede verse, las costumbres que deben evitarse son, según los autores, debidas a la falta de cuidado (mala letra, errores ortográficos), a la excesiva familiaridad (enviar recuerdos a otras pesonas, poner posdatas), o bien se asimilan a costumbres de personas con escasa cultura, como poner más de una oblea al cerrar las cartas (costumbre “enteramente impropia de personas bien educadas”) o usar “fórmulas ordinarias y gastadas, tan usadas por el pueblo” o “vulgaridades” como “tomo la pluma” o “me alegraré que al recibo de ésta te halles con la más cabal salud”, a las que las personas con menor formación solían recurrir dada su menor capacidad de expresión escrita.  

Además, algunos libros incluyen reflexiones como que las niñas y jóvenes deben evitar escribir en exceso: la joven debe «ser muy parca en hacer lo que pueda comprometerla, ó ponerla en ridiculo; pero como hay casos en que no podrá evitarlo [escribir cartas], lo hará siempre con permiso de sus padres, que son los mejores consejeros de sus hijos» (Orberá, 1875) o que deben mostrar toda su correspondencia a sus padres, como se expresa, en un contenido algo sorprendente (por cómo se une con el respeto a la correspondencia) Pilar Pascual de San Juan:

Debe respetarse la correspondencia?
Siempre; y es reputada como una de las mayores imprudencias el abrir una carta que va dirigida á otro, por más que sea nuestro pariente ó amigo.
Las niñas tienen derecho á exigir este respeto de parte de los demás?
De todos, menos de sus padres y tutores, que tienen obligación de intervenir en todos sus asuntos. A éstos, el modo de acostumbrarlos á que no abran las cartas de sus hijas ó pupilas es enseñárselas siempre con entera confianza. (Pascual de San Juan, 1884)

Estos consejos entroncan con el miedo a que las jóvenes entren, mediante la escritura, en contacto con personas que pongan en peligro su retiro, buen carácter moral, virginidad, en suma los aspectos considerados fundamentales en una mujer, un miedo tan arraigado que fue la causa de que, en los siglos XVI y XVII, no pocos teóricos defendiesen que no se debe enseñar a escribir a las mujeres (aunque sí a leer), y que se ve claramente expresado (aunque de manera algo velada) en este segmento de María Orberá (1875):

P. ¿Si á una jóven se le dirije alguna carta, debe contestarla?
R. La urbanidad así lo exige; pero como puede haber otras razones para no hacerlo, razones que no son de este lugar, nunca contestará á ninguna, sin permiso de sus padres. (Orberá, 1875).

En una época de correos electrónicos (muchísimos) y otros contactos escritos fuera del papel, nuestras normas han variado mucho, pero siguen existiendo en cualquier generación de hablantes/escriptores, como se puede comprobar por ejemplo preguntando a adolescentes o jóvenes cómo marcan la (in)formalidad en los servicios de mensajería. El ser humano no prescinde (afortunadamente) de la complejidad en sus comunicaciones escritas ni orales. Y, por supuesto, estos libritos no crean las normas, sino que recogen las creencias, prejuicios, reflexiones y miedos de la sociedad frente a la comunicación epistolar, tan poderosa, tan repleta de posibilidades.

Belén Almeida

Imagen: Resumen de urbanidad para las niñas por Pilar Pascual de Sanjuán.

¡Estrenamos Textorcast!

En TextoR hemos ampliado nuestras vías de difusión gracias a la creación de Textorcast, nuestro nuevo canal de pódcast. Gracias a él, hemos iniciado una serie de grabaciones de las entradas ya disponibles por escrito, para poderlas escuchar en todo momento. Están disponibles en varias plataformas, aunque quizá la más conocida es Spotify, donde puedes ver nuestro canal a través de este enlace (pincha aquí).

Además de Spotify, se puede escuchar en Breaker, Google Podcast, Pocket Casts, Radio Public y Copy RSS.

Aunque acabamos de empezar, ya se puede escuchar la versión pódcast de las siguientes entradas:

  • Libros para niñas en el siglo XIX: matemáticas y urbanidad. Un repaso a algunos de los libros más utilizados en las escuelas femeninas decimonónicas, disponibles en la página y catálogo de la BNE.
  • Toledanos y berenjenas. Según los textos de los siglos XV y XVI, la berenjena era muy deseada en Toledo. Y de igual manera, en una comunidad religiosa en particular… ¿Leyenda o realidad?
  • El ajo, comida de villanos. Dice el tópico que en España se come mucho ajo, pero cuidado, también ha tenido mala prensa. Si no, que se lo digan a Sancho Panza, al que recomendaron no comer mucho.
  • Una escritora medieval: Teresa de Cartagena. Desconocida por la mayoría, esta monja de origen judeoconverso dejó huella con su obra, en una época en la que apenas se documentan mujeres con actividad literaria.
  • Embarazo y parto en cartas personales. En la correspondencia femenina se habla de muchos asuntos, y no podía faltar un tema tan importante como la maternidad. Gracias a las confidencias de estas mujeres podemos saber un poco más sobre cómo se vivía, y qué vocabulario empleaban para aludir a los fenómenos que la rodeaban.
  • Los briganes. En esta entrada, hablamos de la palabra «brigán», que se puso de moda durante la Guerra de lndependencia para denominar un fenómeno habitual: el asalto en los caminos.
  • Una piedra infernal. Una mujer de la nobleza escribe a un sobrino a principios del siglo XIX, y le habla de un tratamiento médico con «piedra infernal». ¿Qué era esto? ¿De dónde viene el nombre? Lo explicamos en la entrada o pódcast.
  • Hechiceras dieciochescas (VII). Mari Caxa. Última entrada de la serie, trata aquí de una curandera acusada por el tribunal inquisitorial de Cuenca. Contamos todo lo que hemos averiguado de esta mujer y por qué acabó siendo buscada por el Santo Oficio.

Tenemos el plan de seguir con la creación y publicación de más entradas, por lo que la lista irá en aumento. Mientras tanto, esperamos que nuestros lectores puedan disfrutar de nuestra nueva herramienta.

Libros para niñas en el siglo XIX: matemáticas y urbanidad

En las escuelas del siglo XIX, se trabajaba con libros de texto de las diversas materias, como vimos ya hace algún tiempo en otra entrada. Las escuelas estaban separadas por sexo: los niños iban a escuelas primarias donde estudiaban con maestros y las niñas a escuelas donde las clases eran impartidas por maestras, como ya comentamos en entradas anteriores como esta, esta y esta.

Si analizamos los libros publicados (lo que se puede hacer en el catálogo de la BNE, donde se conservan muchos) y los libros que tenían las escuelas (que se conocen mediante los inventarios de materiales de las escuelas y los albaranes de compras a librerías, documentos que se conservan en los archivos municipales), comprobaremos que existían tanto libros destinados a niños y niñas como solo a niños y solo a niñas.

Por ejemplo, libros de historia sagrada y de religión como el Catecismo de Ripalda o la Biblia de los niños se encuentran en los inventarios de las escuelas de niñas de Alcalá y Guadalajara que hemos analizado, así como muchos libros de lectura como Páginas de la infancia, Luz de la infancia o Parnaso de los niños. En la Biblioteca Digital Hispánica se encuentran también muchos títulos que, sin duda para mayor claridad sobre el público destinatario, presentan la doble fórmula “niños y niñas”, como Auras de otoño: cuentos para niños y niñas (Julia de Asensi, 1897), La aurora del pensamiento: lectura educativa para niños y niñas (Prudencio Solís y Miguel, entre 1881 y 1890) o Breve compendio de aritmética para niños y niñas (Encarnación Martínez, 1887). Pero igualmente había un gran número de libros de texto solamente para niñas, el tema al que dedicaremos esta entrada y otras más en una pequeña serie.

La Biblioteca Digital Hispánica, en la página de la Biblioteca Nacional de España, incluye una gran cantidad de libros que se pueden consultar de manera digital, por lo que es una magnífica herramienta para disfrutar y aprender de obras a las que, de otra manera, sería muy difícil acceder. Entre los libros que podemos leer en la BDH, hay muchos libros de texto para niñas, que hemos identificado mediante la búsqueda “niñas” en el catálogo de la BDH. En cada libro citado a continuación, proporcionamos el enlace que lleva a esta obra en la BDH.

Se encuentran, dedicados exclusivamente a niñas, libros de diferentes asignaturas o contenidos, tanto libros de lectura como de historia, aritmética, urbanidad o higiene, como veremos a continuación. Las autoras y autores de estos libros eran por lo general profesoras y profesores, a veces maestras/os en ejercicio, y con frecuencia daban clase en las escuelas normales que formaban al profesorado de educación primaria. Este dato siempre se recogía en la portada de los libros, a continuación del nombre del autor o autora. Aunque había personas especialistas en un tema que se limitaban a escribir sobre él, otras personas, como Pilar Pascual de Sanjuán, publicaban obras didácticas sobre las más variadas materias. Como se verá, lo más frecuente (salvo en los libros de lectura, que veremos en otra entrada) es que los contenidos se articulasen en forma de diálogo.

Uno de los decanos de estos libros para niñas (de los que hubo muchísimos más en el siglo XIX que en el XVIII) parece ser el Infancia ilustrada, y niñez instruida en todo genero de virtudes christianas, morales, y politicas, que conducen á la santa educacion, y buena crianza de las niñas, publicado en Zaragoza en 1766. Su autor es “el ilustrissimo señor don Juan Elias Gomez de Teràn, Obispo de Orihuela”, y se encarga de reimprimir la obra una innominada “señora devota”. En el libro, se contienen las 18 “obligaciones de la niña christiana”, otros detalles sobre la “particular crianza, y educacion santa de las Niñas”.

Aquí, se incluyen recomendaciones de diferentes santos y profetas sobre que no deben aprender “cantares del Mundo, sino es Psalmos”, ni jugar “con muchachos, no sea que aprenda palabras deshonestas”, y se señala que “en llegando à siete años la Niña, ya ha de saber tener verguenza” y que “Dina [una figura del Antiguo testamento, hija de Jacob y Lía] se perdió [fue violada], porque se apartò un poco de su Casa para vèr las mugeres estrangeras” [se puede leer su historia en Génesis, 34, 1-31]. Se cuentan también numerosos episodios de niñas y jóvenes que por los más variados comportamientos (desde una muchacha que hace un sortilegio para saber quién será su marido hasta una niña de seis años que juega “con los Niños de su edad con sobrada libertad” y realiza “consigo misma acciones torpes” o una criada “de genio […] maldiciente”) son terriblemente castigadas por la divinidad. Siguen once “exemplos” sobre la vida de María y otras santas. Pero la verdad es que este libro no es propiamente un manual escolar, sino un libro de moral que como máximo podría ser leído en la escuela, pero no transmite conocimientos teóricos sobre las diferentes materias.

Aunque parezca raro, existen manuales de matemáticas destinados a niñas. ¿Qué explicación se da para publicar para ellas obras diferentes a las destinadas a niños? A veces no se explicita por qué se hace, como sucede en la Aritmética para niñas de Vicente Régulez (Madrid, 1882); otras veces el propio título es descriptivo, como sucede en Demetria ó el sistema métrico al alcance de la mujer. Lectura para niñas, de Emigdio Santamaría (Madrid, 1881), que el autor dedica a sus hijas Adelfa y Elia.

En algunas ocasiones, se aplica la matemática a labores consideradas propias de las mujeres, como la costura: Luciana Casilda Monreal publica en Madrid en 1884 una Cartilla de geometria y dibujo aplicada a las labores y al corte, y Bernardo Álvarez Marina (en Madrid en 1882) un Tratado de geometría par niñas, con aplicación á las labores propias de la mujer (y advierte: “las lecciones de aplicacion a las labores se han confeccionado con arreglo á las instrucciones de una profesora superior”).

Algo que incluso en la didáctica actual se consideraría interesante y que tienen estos libros es que presentan ejemplos donde aparecen niñas:

En el texto de Vicente Régulez, se da el siguiente “ejemplito”: “El costurero de Anita, que costó once pesetas (entero) y sesenta céntimos (quebrado), tiene en la tapa grabados arriba un tres y abajo un dos (abstractos) y contiene dentro dos punzones, tres tijeras y cuatro dedales (concretos) […]”.

El libro de Emigdio Santamaría está compuesto de diez diálogos donde Demetria habla con otras niñas y les explica conceptos como el metro y la circunferencia de la tierra, las superficies, las medidas agrarias, etc., aunque reconocen que “ni tú, ni yo, hemos de ocuparnos nunca de esta clase de mediciones”, pues “con medir la tela para nuestros vestidos y la cinta que se invierte en los bullones de los abrigos tenemos bastante…..” (p. 15).

En una de las obras de matemáticas aplicadas al corte y costura, escrita en su totalidad por una mujer, se empieza fuerte: “¿Cómo nos formaremos idea de la línea recta? / Poniendo un hilo muy tirante. / ¿Qué nos representa la figura 1ª? / Una línea recta. / ¿Luego qué es la línea recta? / La línea cuyos puntos están en una misma direccion como la AB”. Para comparar, en un libro para niños, se dice “¿Qué es línea recta? La que tiene todos sus puntos en la misma dirección: como el borde de una regla bien construida, ó un hilo tirante y sin grueso”, y en otro: “¿Qué es línea recta? / La que tiene todos sus puntos en una misma dirección”, y en otro más: “P. Qué es línea recta? / -R. Aquella cuyos puntos están en una misma direccion. Las filas de un regimiento se forman en linea recta”.

En cambio la obra de Geometría para niñas con aplicacion á las labores propias de la mujer, escrita por un licenciado en ciencias, define línea recta como “la que tiene todos sus puntos en la misma direccion, como el borde de una regla, el doblez de un pliego de papel separando un poco sus dos hojas, una cuerda tirante”. Los ejemplos y problemas de la parte teórica de este libro son neutros, no adaptados a las niñas. La aplicación de la geometría “á las labores propias de la mujer” comienza con el corte de prendas, como una “camisa con canesú para señora”, para el que “se toma un pedazo de tela de [ilegible por sello], se dobla por la mitad en el sentido de su ancho y se corta por el doblez. De uno de los lados mayores del doble rectángulo que forma la tela, se corta la nesga, que es un triángulo cuya base mide 1/3 del ancho de la tela”.  

Existen también numerosos tratados o manuales de urbanidad para niñas, de los que comentaremos brevemente los contenidos de una selección:

Urbanidad para niñas: Breve tratado | de | urbanidad | ó | principios de educacion, | redactado | con destino á las escuelas de niñas | por | D. Julián López y Candeal, 1882

Breve tratado | de | urbanidad | para las niñas, | por | Dª. Pilar Pascual de Sanjuan Barcelona 1884

Resumen de urbanidad para niñas por Pilar Pascual de Sanjuán ; Barcelona 1888

La jóven bien educada. | Lecciones de urbanidad | para | niñas y adultas, | por | doña María Orberá ; Valencia 1875

Lecciones | de | urbanidad | destinadas | á las niñas y á las jóvenes | por | D. Prudencio Solís y Miguel. ; Valencia 1876

Manual completo | de | urbanidad | para las niñas | por J. R. ; Barcelona 1849

Urbanidad en verso | para uso de las niñas | por el | Rdo. D. José Codina (16 edición 1894) Barcelona 1894

Reglas sencillas de cortesía, de buenos modales y de instrucción para las niñas : dedícalas a los colegios y establecimientos de educación don Joaquín Roca y Cornet ; Barcelona 1871

En los años 70, 80 y 90 del siglo XIX se publicaron gran cantidad de estos tratados o manuales, pero hay algunos más antiguos, como el de un/a misterioso/a J. R. publicado en Barcelona en 1849. En este tratadito, se presenta la obra como destinada a las madres y maestras y luego se procede a definir y explicar, mediante el habitual sistema de preguntas y respuestas, qué es urbanidad, cuál es su función, cómo se adapta a las circunstancias, etc. Luego, en un modelo que será habitual en estas obras, se dedican diferentes capítulos a aspectos como la limpieza y aseo (se incluye “no llevar los zapatos en chancleta”), la conversación, las visitas, el juego, el baile, el teatro, el templo, el paseo, el viaje, la mesa, las obligaciones para con la familia, con los superiores.  

En el Breve tratado de Julián López y Candeal, el autor, en un prólogo, incide sobre “la decisiva influencia que la mujer ejerce en los destinos del hombre”, razón por la que “se hace indispensable” escribir esta obra para niñas. En forma de diálogo, se presentan conceptos como sociedad, derecho, deber, educación, urbanidad, etc., para luego entrar en los “deberes generales de la mujer” (“¿Cuál es la verdadera mision de la mujer en la tierra?”: “de paz y de caridad, de amor y de ternura”; “¿Cómo conseguirá la mujer el cariño y el respeto de las personas con quienes alterne? / Teniendo la mujer en cuenta que su fuerza estriba en su misma debilidad, aspirará no á que los demás la teman, sino á que la quieran y respeten”, etc.).

Más adelante, se describen los deberes de la mujer como esposa (“abrigado puerto”, “retiro sagrado”, “ternura sin límites”, de modo que “sin darse cuenta el esposo de lo que realmente sucede, se encuentre fascinado por su mujer y aprisionado por ésta, conservando, sin embargo, la ilusion de que es el sér más libre de la tierra”; todo, por supuesto, para “llevarle por el buen camino”). Siguen los deberes especiales de la mujer como madre, como hija, y contenidos sobre aseo y limpieza de su cuerpo, sus vestidos, su habitación; las reglas generales de la conversación. Aquí resulta muy interesante lo que dicen sobre el vocabulario que debe emplear una persona culta: “ninguna persona culta, deberá emplear en la conversacion esas palabras soeces que no explica el diccionario, y que solamente se oyen en las calles y plazuelas»; también se deben evitar “esas muletillas de que se sirven algunos, diciendo: ¿Eh? ¿Está V.? ¿Me entiende V.?, etcétera”.

Incluye también el manual un listado de “acciones, que por impropias, debemos evitar en público”, como “rascarnos la cabeza, sonarnos con estrépito, mirar lo que hemos depositado en el pañuelo, introducirnos los dedos en la nariz, mordernos las uñas ó los labios, hacer gestos ó visajes, etc.”, y también “bostezar en presencia de la persona que nos habla […], aproximarnos tanto á ella, que la molestemos con nuestro aliento; estornudar con la cara vuelta hácia ella” y otras. En la “urbanidad propiamente dicha”, segunda parte, se habla de las “reglas de urbanidad que deben tener presentas las señoras en la calle y en paseo”, “deberes especiales de la niña en las escuelas y colegios”, en la iglesia, en las visitas, en los juegos, en los viajes, en los bailes, en el teatro o durante las comidas.

El tratado de urbanidad de Pilar Pascual de Sanjuán publicado en Barcelona en 1884 presenta una gran cantidad de grabados, por lo que es especialmente interesante consultarlo. Aquí, se definen también urbanidad y cortesía, y luego se definen los deberes de la niña “de inferior a superior” (“Quiénes son los superiores de una niña?”; hay bastantes), los “relativos al culto”, “para con los padres”, “en la escuela”, con las “personas de dignidad” (“no está bien darse importancia diciendo Bien, gracias; ó sigo sin novedad, sino que se ha de añadir para servir á V.”). También se habla de la limpieza, de los deberes “para con los iguales” (con las cuales también hay que abstenerse de “rascarse, meterse los dedos en la boca, en las narices, eructar, bostezar, estirarse, estornudar ó sonarse con estrépito, mecerse en la silla, poner una pierna sobre otra, reclinarse en los muebles o apoyarse en otra persona”, etc.). Resulta interesante lo que dice la autora sobre el tuteo: “No será falta de respeto el tutear los niños á sus padres y abuelos? / Muchas familias no lo consideran así; y en prueba de ello, pueden citarse niños muy bien educados, que tratan como es debido á sus superiores, y tutean á sus padres”.

Se completa con la urbanidad en las visitas, en la mesa, en el juego, en la correspondencia, “deberes de superior a inferior” (muy alejado de los “deberes de inferior a superior”, sin duda por la mayor importancia que se da al comportamiento de las niñas con sus “superiores”): “Qué inferiores tienen las niñas? / En realidad ninguno, pero puede considerar como tales á los criados y dependientes ó jornaleros de la casa de sus padres.”

Terminamos esta entrada con la obrita Urbanidad en verso | para uso de las niñas, de José Codina (16ª edición en Barcelona, 1894). En una primera parte, se presentan máximas en verso, como esta:

El comer á dos carrillos
y hablar con la boca llena,
son defectos que condena
severa la Urbanidad.
Apoyar manos y codos
en la mesa es muy grosero,
y evitarás con esmero
algo asqueroso nombrar.

Luego el autor propone una serie de preguntas para comprobar que se ha comprendido y asimilado el contenido de estas máximas, y por último, en la “fraseología urbana” final, se hacen reflexiones variadas sobre la comunicación cortés en sociedad. Aquí, el autor se muestra más anticuado sobre el tuteo que la autora que anteriormente se citaba, pues dice:

El tratamiento de no es tan conveniente ni suena tan bien como el de usted: es propio solamente de aquellas personas que se tratan con la mayor franqueza. Sin embargo, merced á los caprichos de la moda y á las exigencias de ciertos entes, so color de costumbre de buen tono, va cundiendo entre las señoritas del gran mundo el abuso de tutear á sus padres, con mengua de su excelsa autoridad y olvidando el respeto y sumisión profunda que les deben, relajándose de esta suerte los lazos con que una hija está obligada a los autores de su existencia.

Parece claro que en ese momento, en las décadas finales del XIX, se estaba produciendo un fuerte cambio social en lo que respecta al tuteo, como describió Isabel Molina Martos, profesora de la Universidad de Alcalá, en su trabajo “Evolución de las fórmulas de tratamiento en la juventud madrileña a lo largo del siglo XX” (El lenguaje de los jóvenes / coord. por Félix Rodríguez González, 2002, ISBN 84-344-4248-5, págs. 97-122).

Gustase o no gustase a autores y autoras de manuales libros de texto, no solo el tuteo, sino las ideas de la sociedad sobre la cortesía, la educación, la pedagogía, las diversas materias y, por supuesto, el papel social de mujeres y hombres fue cambiando lenta pero inexorablemente hasta la actualidad, cuando ver estos contenidos nos sorprende y, por qué no, no deja de divertirnos en muchas ocasiones.

Belén Almeida

Imagen: Breve tratado de urbanidad para las niñas de Pilar Pascual de Sanjuán.

Cómo citar esta entrada:

Almeida, Belén (2021): “Libros para niñas en el siglo XIX: matemáticas y urbanidad”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: [enlace].

¿Fake news sobre maestros del pasado?: el hundimiento de la escuela de Ohanes

Es bastante conocida la anécdota (si se puede llamar así) del hundimiento de la escuela de Ohanes. Según documentación conservada en un libro de apeos en el Archivo Municipal de Ohanes, de 1734 a 1740 se produjo un intercambio de cartas entre el maestro de primeras letras y el alcalde del municipio en torno a una viga que sostenía la techumbre de la escuela, que según el maestro hacía peligrar las vidas de maestro y discípulos y según el alcalde, apoyado por un informe de dos peritos albañiles, no representaba peligro alguno.

Estas cartas e informe, además de un informe del escribano y otro (este tras la caída de la techumbre) del cronista del pueblo, según las publicaciones que reproducen esta historia y los documentos, estaba contenida en un libro de apeos hoy desaparecido. ¿Cómo se ha conservado entonces el texto? Pues porque dos maestros de Ohanes, José Carretero y José Miralles, lo publicaron en 1939 en la revista Aleteos, de Almería. Según también indican la mayoría de las publicaciones, no se conservan ejemplares de esta revista, que se conoce por un “libro” mecanografiado (por tanto de un solo ejemplar), al parecer con una selección de textos sobre Ohanes, que los autores del artículo regalaron a Juan Torres, antiguo alcalde de Ohanes, hoy (o al menos en 2000) conservado por su hijo, profesor en Almería. Si se conoce la historia es porque los documentos transcritos fueron publicados posteriormente en el Boletín del Ilustre Colegio de Arquitectos de Granada, y luego en la revista granadina Plaza nueva en 1998. López Domech (2000) indica que pudo contactar con la sobrina de uno de los autores, que le aseguró que su tío “le garantizó que él mismo había hecho las copias de este libro de apeos hoy desaparecido para confeccionar el número de Aleteos y después el volumen de homenaje al alcalde Torres”.

A pesar de la mala suerte de que se haya perdido el libro de apeos, parece que podría tratarse de una documentación más o menos fiable. Fiable la consideran la mayoría de las publicaciones (en general entradas de blog) que compruebo que la citan o reproducen. Sin embargo, yo no creo que podamos confiar en que estos documentos sean transcripción de documentos reales. Por tanto, considero que su valor para probar cualquier cosa es nulo.

¿Por qué creo que no se trata de documentos reales transcritos de manera fiable?

Porque no podemos comprobar que es así: la pérdida (si ha existido) de este libro de apeos es tanto más grave cuantas más dudas surgen de que la documentación existió realmente en la forma en que se presenta. Y surgen muchas.

Por la forma lingüística de los documentos: numerosísimos elementos de estas presuntas cartas e informes (que recojo abajo como aparecen en distintas publicaciones) son lingüísticamente muy diferentes de lo que se podría esperar de la lengua escrita del siglo XVIII. López Domech (2000) reconoce que “[p]robablemente el español en que se reproducen estos documentos es demasiado actual”, pero concede que “quizás eso se deba a alguna licencia de copia que los señores Carretero y Miralles se permitieron para su mejor entendimiento”. Sin embargo, elementos como “espero de su amabilidad”, “dando un paseíto”, “no creo yo que se atreva usted a tocar los quinientos reales” (por parte del maestro); “no dar golpe”, “el tío Sarmiento” (por parte del alcalde), “puesta la mano en el corazón” (por parte de los peritos),  entre otros, son difícilmente imaginables en un texto del XVIII. Por ejemplo, “no dar golpe” presenta en el corpus CORDE como primer ejemplo claro un texto de Ángel Ganivet de 1898, y entra en el DRAE por primera vez en la edición de 1970.

Además, en los documentos de los peritos albañiles y del alcalde coinciden términos cultos y vulgares, como curtura, hablao, sa caído frente a obstante, pretextos (en el texto del alcalde) y deos frente a por ejemplo circunscribe en el texto de los albañiles.

Por los nombres de los protagonistas:

El maestro se llama Zenón o Menón Garrido (según las versiones que se encuentran en internet), nombres clásicos y un apellido “positivo” (DLE: “Dicho de una persona: Gallarda o robusta”). El alcalde, Bartolomé Zancajo, con un apellido que desde antiguo suena a vulgar. Así encontramos en un texto de 1895 “leemos a cada página zancajo, pingajo, cuajo, renacuajo. Paréceme trivial y propio de un naturalismo de camilla”, o en uno de 1844, de Braulio Foz,

– Vaya con Dios la ella, piltrafa pringada, zurrapa, vomitada, albarda arrastrada, tía cortona, tía cachinga, tía juruga, tía chamusca, pingajo, estropajo, zarandajo, trapajo, ranacuajo, zancajo, espantajo, escobajo, escarabajo, gargajo, mocajo, piel de zorra, fuina, cagachurre, mocarra, ¡pum, pum!, callosa, cazcarrosa, chinchosa, mocosa, legañosa, estoposa, mohosa, sebosa, muermosa, asquerosa, ojisucia, podrida, culiparda, hedionda, picuda, getuda, greñuda, juanetuda, patuda, hocicuda, lanuda, zancuda, diabla, pincha tripas, fogón apagado, caldero abollado, to-to-to-o-ttorrrrr… culona, cagona, zullona, moscona, trotona, ratona, chochona, garrullona, sopona, tostona, chanflona, gata chamuscada, perra parida, morcón reventado, trasgo del barrio, tarasca, estafermo, pendón de Zugarramurdi, chirigaita, ladilla, berruga, caparra, sapo revolcado, jimia escaldada, cantonera, mochilera, cerrera, capagallos… Y cesó tan alto y perenne temporal de vituperios

En la novela Fray Gerundio de Campazas, el padre del protagonista dice que

si Gerundico había tenido fortuna en topar con el cojo de Villaornate, más enfortunado había sido entoadía en dar con un maestro como el dómine con quien le dejaba, porque era un latino de todos los diantres y que todos los teatinos de Villagarcía juntos no llegaban al zancajo de su sabiduría.

El escribano se llama Celedonio González García de García González (en algunas versiones del texto), o simplemente Celedonio González García. Pero parece que la escribanía de Ohanes estaba ocupada en estos años por Mateo Martínez de Araque López, casado en 1727 con su prima Sebastiana Sánchez Martínez de Araque, pues esta manifiesta en 1739 que llevó en dote un oficio de escribano, pero que al morir su marido nombró a don Diego Sánchez, vecino de Ohanes (documento del Archivo Provincial de Almería, P. 1768) (Villoria, 2015, p. 9). Antes y después, habían sido y fueron escribanos otros miembros de la familia Araque, como era frecuente que se hiciese (por ejemplo en Alcalá de Henares, varios antepasados de Manuel Azaña ocuparon el puesto de escribanos municipales en los siglos XVIII y XIX).

Por el contenido de los textos:

El alcalde explica al maestro que nada importa a las gentes del pueblo “dónde está Marte ni las vueltas que da la luna, ni que cuatro por seis son veintisiete, ni que Miguel de Cervantes descubrió las Américas”. En el siglo XVIII, lo que se enseñaba en las escuelas de primeras letras era leer, escribir, las operaciones matemáticas básicas y la doctrina cristiana. Los niños permanecían en la escuela de primeras letras, por lo general, tres años.

Los albañiles hablan del “sitio denominado u llamado, dicho sea con perdón, la escuela” y que la viga “tiene que crujir antes de pegar el golpazo dando tiempo a que se salven por lo menos siete u ocho”. Era usual pedir perdón por aludir a algunos animales, especialmente el cerdo, o a refranes o frases “vulgares”. ¿Por qué se haría con la escuela? No resulta creíble.

El escribano, en su informe sobre el estado de la viga, propone como posibilidad que esta mate al maestro “en cuyo caso esta digna corporación se ahorraría los quinientos reales que le paga”, que mate a los niños “en cuyo caso sobraba el maestro”, o que mate a los niños y al maestro “ocurriendo en este caso, como suele decirse, que se mataban dos pájaros de un tiro”. El cronista de la villa de Ohanes habla de los “inmolados en aras de la cultura”. Igualmente: ¿es creíble que un escribano ponga en un documento oficial que si mueren los niños del pueblo y el maestro “se mataban dos pájaros de un tiro”? A mí no me lo parece.

Por la publicación donde apareció la historia:

La Revista Aleteos, en la que según quienes hablan de este presunto suceso se publicó por primera vez esta historia, parece haber existido, aunque es muy difícil encontrar menciones aparte de las que se refieren al suceso de la escuela de Ohanes. En un artículo sobre Diego Martínez de Araque, nacido en Ohanes (Villoria, 2015, p. 36), se lee: “en 1944, una publicación del municipio [Ohanes] editó una pequeña historia de Diego Martínez de Araque, llena de inexactitudes y alguna que otra fantasía, que afirmaba ser virrey de México” (y en nota: Revista Aleteos, 3 (Ohanes, 1944).[2] Esto a pesar de que en las publicaciones que hablan de la revista se dice que es “de Almería”. Pero bueno, volvamos a lo que publicó la revista en 1944: “una pequeña historia de Diego Martínez de Araque, llena de inexactitudes y alguna que otra fantasía”. Es decir, se trata de una revista que ha publicado, según afirma Carlos Villoria Prieto, un autor con más de 30 publicaciones especializadas, un texto lleno de inexactitudes sobre un hijo del municipio que vivió en el siglo XVIII. Por tanto, parece que esta revista no era cuidadosa con la calidad o el valor de verdad de los textos que publicaba, como otras tantas, por otra parte. ¿Fue la historia de la escuela de Ohanes y su viga una de estas historias al menos no completamente basadas en hechos reales y comprobados? Creo que sí.

¿Qué creo que es esta historia?

Creo que es una historia inventada que puede haberse basado en algún documento de queja realmente enviado por el maestro del pueblo sobre las condiciones de la escuela, que puede ser del momento que se aduce o de cualquier otro, por ejemplo del siglo XIX.

Creo que está arreglada para mostrar, no sé si con el ánimo de ser creída, las malas condiciones de las escuelas, el desprecio por el conocimiento de las autoridades y la suficiencia y mala educación del alcalde. No hay duda de que los alcaldes rurales de esta época tenían una mala formación. Muchos no sabían escribir, incluso en el siglo XIX. Sin embargo, el texto está escrito para resaltar estas carencias, dando respuestas equivocadas a todas las presuntas cuestiones que se estudiaban en la escuela (sobre el descubrimiento de América, la tabla del 4 o los movimientos de la luna) y mofándose de su pronunciación de palabras como curtura, hablao o sa caído.

Parece uno más de los muchos textos escritos en los siglos XIX y XX que se burlaban de personas con poca formación, como mostré hace unas semanas en este artículo de Rinconete.

¿Y cómo era la escuela en esta época?

No hace falta recurrir a este tipo de testimonios para conocer las (con frecuencia muy malas) condiciones en que se desarrollaba la labor docente en siglos pasados. En los archivos municipales, sobre todo, hay documentación abundantísima de los siglos XVIII y XIX, en fondos o carpetas sobre “Escuelas”.

Por ejemplo en este documento de 1792 del Archivo Municipal de Guadalajara, un maestro de Guadalajara se queja del estado del tejado de la escuela (no consta en la documentación que hubiese más quejas o que el tejado cayese):

 Fernando Garcia Riaño, Maestro de primeras letras de esta Ciudad, dice: que la armadura del tejado dela escuela, esta amenazando arruina, y apeligro de coger debaxo al M<aes>tro, y Discípulos; la que esta inavitable por la mucha agua que cae dentro de ella, por lo que: Suplica á V<uestra> S<eñoría> Y<lustrísima> se digne de embiar un M<aes>tro {9} de Obras, para que la reconozca: Fabor que espera de la grande vondad de V<uestra> S<eñoría> Y<lustrísima>. Guadalaxara y Octt<ubre> 27. de 1792./ Fernando Garcia

En estos dos documentos de 1836 y 1838, también conservados en el Archivo Municipal de Guadalajara, el maestro Justo Herranz y Quirós pide, con tono angustiadísimo, que se le pague el sueldo que se le adeuda:

Yllmo. Señor. El Profesor de primera educacion titular de V.S.Y. con todo acatamiento dice: Se halla enteramte. aburrido, pereciendo, sin tener qe. comer, rodeado de trampas, haciendo bastardias pa. poder mal pasar (impropias en su caracter) y apurado hoy pr. ochocientos reales de alquileres de la casa qe. habita, y una de sus muchas deudas, qe. pr. no molestar la atencion de V.S.Y. no es mas difuso en manifestar su deplorable estado de no poder hacerse nada de ropa pa. este Yvierno; y las causas son, el estarsele debiendo de sus sueldos alimenticios la escandalosa cantidad de 23,573 r. fin del corriente; y pr. lo qe. A V.S.Y. Suplica se sirva mirarle con ojos debenignidad, (atendiendo à la Justicia qe. le asiste) y librarle aquella, qe. juzgue conveniente à aliviarle en parte de sus muchos y publicos apuros. Dios gue. à V.S.Y. ms. as. Guadalajara y Octubre 14 de 1836=  Yllmo. Señor. Justo Herranz y Quirós.

Debajo, está anotada la decisión del Ayuntamiento, de 22 de octubre de 1836 de darle una pequeña parte de lo mucho que se le debía:

Dénsele á cuenta mil rs. von. [firmado: Renteria]

Dos años después, encontramos a este maestro angustiado, aún, por el sueldo que le faltaba:

Yllmo. Señor. El profesor de 1a. educacion de V.S.Y. con todo acatamiento dice: Es tan grande el apuro en qe. hoy se encuentra, qe. ademas de lo aburrido y empeñado, no tiene pa. el preciso sustento, y ojalá fuera engaño! estandosele debiendo tantos miles; pr. lo qe. siendo solo V.S.Y. quien puede remediarle= Suplica encarecidamente se sirva mirarle con benignidad, y socorrerle; pues sin duda alguna, y sin ecsageracion perece: asi lo espera del magnanimo corazon de V.S.Y. Guadalaja. 23 de Junio de 1838. Yllmo. Señor. Justo Herranz y Quirós.

Años después, su viuda seguía reclamando la deuda al Ayuntamiento.

La situación no era diferente en otras zonas. Hemos publicado en el blog dos entradas, una sobre la vida de maestros en los siglos XVIII y XIX y otra sobre la de maestras en el siglo XIX, que muestran con más detalle las terribles condiciones de docentes y escuelas. Pero para mostrarlas se debe recurrir a documentos reales y a hechos comprobables.

Belén Almeida

 

Imagen: Tama66, Pixabay.

 

Cómo citar esta entrada:

Almeida, Belén (2019): “¿Fake news sobre maestros del pasado?: el hundimiento de la escuela de Ohanes”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: https://textorblog.wordpress.com/2019/05/05/fake-news-sobre-maestros-del-pasado-el-hundimiento-de-la-escuela-de-ohanes/.

 

Para saber más:

Carlos Villoria Prieto (2015), Un alpujarreño en la regencia de Manila: Diego Martínez de Araque (Ohanes, 1736-Granada, 1786), Farua: revista del Centro Virgitano de Estudios Históricos, 18, 2015, págs. 53-88.

Ramón López Domech (2000), La viga de Ohanes: algo más que un conflicto escolar en el siglo XVIII, Revista Complutense de Educación, 2000, 11, 153-173.

CORDE: REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. <http://www.rae.es&gt; [Fecha de la consulta]

 

La historia puede leerse en:

Serón de Nágima. Memorias de un pueblo soriano:

https://books.google.es/books?id=_OHgCwAAQBAJ&pg=PA58&lpg=PA58&dq=%22joseph+sancho+meng%C3%ADbar%22&source=bl&ots=JBFp16WI1G&sig=ACfU3U3A7imlhjYHkP-aMcVT3JQ9zkeOWg&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwi7hc_1ov3hAhWGnhQKHYuLCKsQ6AEwBXoECAgQAQ#v=onepage&q=%22joseph%20sancho%20meng%C3%ADbar%22&f=false

https://minombre.es/rafaleon/blog/hundimiento-de-la-escuela-de-ohanes

http://www.elpimo.es/Pueblos%20de%20La%20Alpujarra/Expediente%20de%201734%20sobre%20la%20escuela%20de%20Ohanes%20de%20las%20Alpuxarras.pdf

http://www.juntadeandalucia.es/educacion/vscripts/wginer/w/rec/3101.pdf

http://www.juntadeandalucia.es/cultura/archivos/DetalleArchivoPdf?d=pdf&id=2413

http://puertoreal.cnt.es/denuncias-sociales/2783-la-viga-de-la-escuela-el-maestro-los-peritos-y-el-alcalde.html

http://www.al-andalus.info/Historias%20y%20leyendas/La%20dichosa%20viga%20de%20Ohanes.htm

https://julianbuey.wordpress.com/2010/03/25/la-viga-el-maestro-y-el-alcalde-del-blog-de-jose-luis-lopez-bulla/

http://www3.uah.es/vivatacademia/anteriores/veintiseis/buzonlector.htm

https://paraprofesdeconomia.com/2012/05/31/el-hundimiento-de-la-escuela-publica-una-leccion-de-historia/

http://www.radioadaja.es/noticias/2019-01-28/la-alhondiga-dedica-una-tertulia-a-la-viga-de-ohanes

http://jordimarrot.blogspot.com/2012/05/la-leccion-que-nos-da-el-hundimiento-de.html

http://indaloxes.blogspot.com/2011/

http://www.se16.info/hgb/ohanes.htm

A “mi hija Mariquita”: reflesiones y refresiones sobre una carta del siglo XVIII

El siglo XVIII fue un periodo de la historia de España en el que se escribieron gran cantidad de cartas, privadas o no, que crearon toda una red de hilos postales que unían y desunían familias y destinos. La enorme importancia de las redes epistolares en los núcleos familiares propició el acceso a la educación de sectores de la población que secularmente habían estado apartados de ella (Castillo Gómez 2013). En este sentido, es especialmente significativa la inclusión de las mujeres, cuya alfabetización vivió un aumento espectacular respecto a lo que había venido ocurriendo en los siglos anteriores. Pero, ¿se trata de un fenómeno generalizado? ¿Qué clase de instrucción se les reservaba? y ¿qué nivel educativo solían alcanzar?

La única forma de dar respuesta a cuestiones como las planteadas es acercarse a los textos, leerlos, estudiarlos, interrogarlos. En este caso concreto, vamos a atender a una carta particular. Sin ánimo de extraer conclusiones generales, sí que podemos indicar que podría tratarse de un documento representativo del perfil que estamos buscando. Se trata de una mujer noble: María Josefa Dávila Carrillo, duquesa de Montemar, quien escribe a su hija desde Madrid en 1782. El documento, abierto al público en CODEA (documento 2310) y consultable también en PARES (Portal de archivos españoles), presenta características extrapolables a un buen número de cartas escritas por mujeres en la época: pertenece al ámbito privado, se dirige a un miembro cercano de su círculo familiar y comenta asuntos relativos a la vida cotidiana.

Nos encontramos ante la carta de una madre hacia su hija, a la que se dirige como mi hija mariquita (h. 1v, 17). Como era habitual en los intercambios epistolares realizados por mujeres en aquellos tiempos, habla de aspectos relativos a su salud y la de sus allegados (Vázquez Balonga 2017). Así, nos enteramos de que a un tal juaquin (h. 1r, 3) Dios sostiene en los mayores quebrantos (h. 1r, 4, 5). La autora de la carta, a su vez, informa acerca de sus propios cuidados del siguiente modo: e buelto a tomar los sueros (h. 1v, 3). Consultando en el Diccionario de Autoridades, se nos indica que el suero es “la aquosidad de la leche separada de ella. El suero, el qual es toda la aquosidad de la leche, es notablemente abstersivo”. Al desconocer el significado del término abstersivo, volvemos a consultar en la misma obra lexicográfica, en la que se nos indica que con ello se hace referencia a “cosa que limpia y enxuga. Es término usado de los Medicos y cirujanos”. Así pues, lo que doña María Josefa tomaba para sus males era una suerte de remedio derivado de la leche.

En conjunto, observamos en la carta un léxico propio de un registro coloquial, en el que se tratan temas cotidianos, relativos a la salud, al tiempo y al estado de las tierras (por suerte para ellos, se había conseguido atajar una plaga de langosta). Volviendo al tema de la salud, la duquesa no solo habla de remedios terrenales, sino también da consejos en el plano espiritual. Para ello, utiliza el término reflexión, aunque parece dubitativa en su escritura. Y es que, como se muestra en las imágenes, incurre en una serie de errores, como el rotacismo (confusión de consonantes líquidas), al escribir refresiones (pero reflesion), como se puede apreciar en las imágenes. Debió de costarle no poco esfuerzo, ya que repite la última sílaba al inicio de la siguiente línea la segunda vez que la utiliza (imagen 1). Sin duda, se trata de un término que considera relevante y útil para expresar su idea, pero con el que no parece muy familiarizada.

mariquita2

mariquita1

¿Por qué ocurrirá esto? ¿Qué clase de palabra es reflexión?

Se trata de un latinismo, palabra que vino a formar parte de la lengua castellana directamente a partir del étimo latino en un contexto culto y que, por esto mismo, no ha sufrido apenas transformaciones. En el caso de reflexión, procede del latín tardío reflexio, -ōnis ‘acción de volver atrás’ (RAE). Para descubrir cuándo se introdujo en nuestra lengua, podemos acudir al Corpus del Nuevo Diccionario Histórico del Español (CDH), disponible en la página web de la Real Academia de la Lengua (RAE). Consultando en dicha fuente, observamos que la primera vez que se documenta es a finales del siglo XV. Su origen culto y directamente derivado del latín es innegable, ya que se trata del Universal vocabulario en latín y en romance, publicado por el insigne humanista Alfonso de Palencia en 1490. Aunque esta temprana aparición hacía referencia a la reflexión como “reflejo” de la luz. No sería hasta principios del siglo XVI cuando lo encontramos con el significado de acción y efecto de pensar detenidamente sobre algo, o lo que es lo mismo, de reflexionar. Entre estos primeros documentos se encuentra, por poner un ejemplo, la Historia de las Indias (c1527-1561), de Fray Bartolomé de las Casas. Siguiendo el rastro de la palabra en el CDH, vemos que logra aposentarse en la lengua, tanto como acción y efecto de reflejar, desde el punto de vista físico, como de reflexionar, significado que nos ocupa. Aunque es probable que se mantuviera en registros muy cultos o latinizantes hasta el siglo XVIII, lo que deducimos a partir del hecho de que no aparece en un diccionario en español hasta dicha centuria. Y es que la primera entrada que se le dedica data de 1709, en el Diccionario Nuevo de las lenguas española y francesa de Francisco Sobrino. A partir de su correspondiente entrada en el Diccionario de Autoridades (1737), no ha vuelto a faltar en edición alguna en los sucesivos diccionarios académicos.

Ahora bien, con toda esta información sobre la mesa podemos tratar de explicarnos el motivo de las dudas de doña María Josefa en el momento de hacer uso de la palabra que nos ocupa. De algún modo, quizá a través de su confesor, o de algún hijo, o puede que incluso de su mismo marido o alguna amistad, la palabra llegó a oídos de la duquesa. A tenor de la poca confianza que parece tener en su escritura, muy probablemente no la había leído con anterioridad. Nuestra escribiente muestra un dominio medio-bajo de la palabra escrita, lo que le permitiría mantener vínculos de naturaleza epistolar, pero que no parece ir más allá; todo ello le llevaría a albergar dudas importantes a la hora de escribir una palabra de ámbito tan culto como reflexión. Es esta una característica que se puede apreciar en un número importante de cartas escritas por mujeres durante el siglo XVIII. Y es que el periodo, considerado epistolar por la cantidad y la importancia que alcanzaron dichos documentos, vio crecer de manera significativa el número de mujeres que accedieron a la escritura. Sin embargo, en su caso su instrucción se acababa en el momento en el que alcanzaban un dominio suficiente de la escritura, sin profundizar más en un proceso educativo que se limitaba a conocimientos religiosos y domésticos (García Mouton 1999).

Finalmente, como hemos ido observando, se puede extraer información relevante acerca de la posición de la mujer como sujeto de toda una época a partir de documentos en apariencia tan humildes como la carta de doña María Josefa a su querida “hija Mariquita”. Su estudio y la “reflexión” que lleva consigo nos permite, siendo fieles a la etimología de una palabra que se le resistía a la buena de la duquesa, “volver atrás” y atender el largo y arduo camino recorrido por las mujeres hasta alcanzar el grado de igualdad (si bien siempre mejorable) del que gozamos hoy en día.

Raquel M. López López

 

 

Para saber más:

  • Castillo Gómez, Antonio (2013). “De reglas y sentimientos. Comunicación y prácticas epistolares en la España del siglo XVIII”. En Padrón Fernández, R. (ed.), «Las cartas las inventó el afecto». Ensayos sobre epistolografía en el Siglo de las Luces. Tenerife: Ediciones Idea.
  • CNDH = Corpus del Nuevo Diccionario Histórico del Español. <http://web.frl.es/CNDHE/view/inicioExterno.view&gt;
  • DLE = Diccionario de la Lengua Española <http://lema.rae.es/drae2001/&gt;
  • García Mouton, Pilar (1999). Cómo hablan las mujeres. Madrid: Arco Libros.
  • GITHE (Grupo de Investigación de Textos para la Historia del Español). CODEA+ 2015 (Corpus de Documentos Anteriores a 1800). Sitio web [http://corpuscodea.es/]
  • NDHE = Diccionario de Autoridades <http://web.frl.es/DA.html&gt;
  • NTLLE = Nuevo Tesoro Lexicográfico del Español <http://ntlle.rae.es/ntlle/SrvltGUILoginNtlle&gt;
  • Vázquez Balonga, Delfina (2017). “El vocabulario de la enfermedad en la correspondencia femenina de los siglos XVI y XVII. Presentación de algunos casos significativos”. En Almeida Cabrejas, B., Díaz Moreno, R., Fernández López, C. (eds.), «Cansada tendré a vuestra excelencia con tan larga carta». Estudios sobre aprendizaje y práctica de la escritura por mujeres en el ámbito hispánico (1500-1900). Lugo: Axac.

 

Pioneras de la escritura

Ahora que estamos en la semana del Día Internacional de la Mujer, hemos querido acercarnos a aquellas mujeres que podríamos llamar pioneras en la escritura.

A pesar de que las cartas privadas son uno de los géneros que más han cultivado las mujeres históricamente, incluso estas tienen menos autoras que autores, sobre todo antes del siglo XIX. Sin embargo, ya desde el siglo XVI había mujeres que recibían una educación en la que se incluía la lectura y la escritura, que les servía para comunicarse con sus familiares, amigos y, en algunos casos más excepcionales, para asuntos de negocios, administración y gobierno.

En el siglo XVI, sin duda, las que más escriben son las monjas, aunque hay que precisar que no todas tenían formación, ya que las abadesas, por su origen familiar, tenían más posibilidades de escribir que otras religiosas de procedencia humilde que ni tuvieron esa suerte, ni desempeñaron en el convento funciones que requirieran la escritura.

En el corpus CODEA hay varias cartas en la que aparece la escritura de una abadesa. Del siglo 1576, por ejemplo, hay una firma que podría haber sido realizada por doña Catalina Gómez, del convento de la Concepción de Guadalajara (CODEA 177). Esta capacidad no puede darse por supuesta ni en una abadesa en esta época, en la muchos documentos notariales como esta carta de pago, aun cuando son emitidos por mujeres, se suele indicar que no lo firmó “por no saber”. ¡Si es suya, desde luego la letra es excelente!

mujeres1.png

Es importante tener en cuenta: hay algunas cartas que parecen firmadas o escritas por mujeres de las que no estamos seguras de que realmente lo hayan sido. No hay que olvidar que la “delegación gráfica” (encargar a otra persona que escriba en lugar de hacerlo una misma) será una constante en las cartas de mujeres en todas las épocas, más antes del siglo XIX, cuando se extendió poco a poco la alfabetización en las niñas.

En 1625, la abadesa del convento de Santiago el Real de Granada, Gerónima de Gaona, escribe solicitando que se le levante la penitencia a una de sus monjas, María de Benavides (CODEA 1050), que «a siete años q<ue> esta en penitencia».

mujeres2.png

Del mismo siglo es la carta que escribe una monja (que no firma sus avisos por «el peligro que tienen de perderse y acertarse a saber acá, que sería ocasión de grandes ruidos») del monasterio de Santi Espíritus de Salamanca, denunciando los desórdenes de su monasterio (CODEA 1056). Entre otras cosas, dice que

tienen ya algunas tan perdido el temor de Dios y de vuestra alteza que á abido comendadora, y no á mucho, que embiaba las monjas de noche al río y de día a ber las comedias y a las demás partes que ellas quisiesen podían ir. Esto pasa de puertas afuera del combento. De puertas adentro ay también mucho que remediar, porque a cada paso topamos por la casa hombres con tan poco recato que es milagro no suceder muy grandes desdichas.

Tanto Gerónima de Gaona como la monja del convento de Santi Espíritus tienen un buen dominio de la escritura, por lo que se supone que debieron tener una buena formación, siempre en los límites que tenían las mujeres, a las que se educaba más hacia las labores de aguja que hacia los estudios.

También podemos citar el caso de un grupo de monjas de Granada que escriben y firman juntas una carta contra su administrador en 1651 (CODEA 1049). Si bien saben escribir su nombre, se ve que bastantes no tenían gran pericia en la escritura. En la imagen se ven las firmas de doña Isabel de Alarcón y Granada, doña María de Cepeda, doña Damiana de Obregón y Acuña, doña Mechora de Obregón, doña Juana de Guzmán, doña María de Loarte, doña Isabel de Reina Narbáez, doña María de Bustos y Aylló y doña Marcela de Caravajal. Obsérvese, por ejemplo, cómo una de ellas escribe su nombre como guana al usar la grafía “g” con valor de “j” (/x/), y otra escribe mechora por Melchora, y obergon por Obregón.

mujeres3.png

De finales del siglo XVII y del XVIII tenemos en CODEA un pequeño corpus de cartas escritas por monjas alicantinas, del convento de la Santa Faz de la ciudad levantina, que nos da una información muy valiosa no solo de la escritura femenina y, en concreto, del ámbito conventual, sino también de las interferencias lingüísticas del valenciano con el castellano en esta época.

Así, por ejemplo, la abadesa Jusepa María Paravicino escribe en 1688 (CODEA 1916) de una manera que denota su seseo: notisias, santicima, favoreserán, y otras. Unos años más tarde, ya en el siglo XVIII, se ve este rasgo en otras monjas, como Dorotea Scorsia en 1709 (grasias, sisternas). Otros rasgos que se ven son el trueque de líquidas (premitido por permitido), consonantes implosivas erróneas (indicna por indigna).

Búsqueda de «grasias» en CODEA. De las siete apariciones, solo la última corresponde a un hombre. Esto puede ser debido a la mejor formación que recibían los hombres, que hacía más difícil que cometiesen estos errores gráficos incluso cuando eran no distinguidores de s/θ:

mujeres4.png

Además de peticiones, las monjas también suelen escribir para certificar algún hecho de su convento; esto se ve, por ejemplo, cuando dan fe de que una novicia ha tomado hábitos o está aceptada para ello, ya que muchas de ellas llegaban al convento con una dote entregada por una institución benéfica. Justo este es el caso de Rosa María Maeso, que en 1784 profesó como religiosa en el Convento de San Antonio de Segovia, y la abadesa, María Concepción García, escribió a la institución de huérfanas de la ciudad para confirmarlo en una carta autógrafa (CODEA 1759).

mujeres5

Otro ejemplo es el de una priora de Llerena (Badajoz), que envió una carta a la condesa de Lemos a Madrid, confirmando la profesión de una novicia llamada Leonarda de la Asunción Iglesias, a la cual esta aristócrata había protegido (CODEA 2142).

Por último, citamos la carta de la abadesa de Ferreira (Lugo) que escribe en 1762 para pedir una limosna para su arruinado convento a la condesa de Lemos, señora de la zona (CODEA 2121):

este monasterio esperimenta graves atrasos y suma pobreza, por lo que no puede resarcir grandísimos daños que amenazan su ruina, así por lo que mira a fábrica, que por muy antigua se tema que al menor vaivén dé en el suelo, como por otros respectos que también presagian detrimentos

Algunas de estas monjas fueron célebres, como María Jesús de Ágreda, consejera de Felipe IV. En el corpus tenemos una carta escrita por ella desde su celda de la localidad soriana en 1649 (CODEA 1853).

mujeres6.png

Fuera de la escritura de religiosas, hay que recordar a las otras mujeres que se ocuparon de escribir cartas. Sobre todo tenemos a las nobles, que por su situación se veían más necesitadas de hacer uso de la escritura. Conservamos en el corpus una carta de 1557 de Isabel de Borja y Castro, condesa de Lerma, a Ruy Gómez de Silva, a rebosar de términos informales (CODEA 1216). (Sobre informalidad en la escritura de mujeres, por cierto, publicamos este post, y sobre la letra de la princesa de Éboli este otro).

Muchas cartas se dirigían a familiares. Por ejemplo, en una carta transcrita en CODEA,  de 1674, una mujer vizcaína, Polonia (Apolonia) de Zubiete, se dirige cariñosamente a su hijo Diego Pérez de Arandia(CODEA 2316). También escribe a su hijo Narcisa de Caramany, pero con mucho menos cariño, en CODEA 2004 (de 1769, que es autógrafa), y CODEA 2007 y CODEA 2008 (que no lo son). Entre otras cosas, le dice

mujeres7.png

Como esos passos que ideas son inútiles, recuérdome que la concordia solo me obliga a asistirte en España, y que me falta valor para cansar al sujeto que en otra ocasión me favoreció, viéndole desabrido del desaire con que le sonrogaste

En el siglo XVIII, las nobles parecen escribir con más frecuencia y dominio, y son numerosas las cartas que nos han quedado en los archivos. Un ejemplo es la anterior; otra la escrita por la marquesa de Risco a las monjas de la Santa Faz de Alicante en 1704 (CODEA 1928).

Escribiendo, estas mujeres han podido dejar su palabra, su expresión y algunos de sus sentimientos en los preciosos papeles de su mano que se conservan en los archivos. Las honramos en el Día de la mujer.

Belén Almeida y Delfina Vázquez Balonga

 

Para saber más:

El proximo 22 de marzo tendrán lugar en la Universidad de Alcalá (Colegio de Málaga) las jornadas “Ellas toman la pluma”, dedicada a los escritos hechos por mujeres. Será una buena oportunidad para profundizar en los diferentes casos en los que estos documentos se han conservado. ¡Invitamos a los interesados a participar!

Artículo «Queridas lingüistas«, de Lola Pons, en El País

http://bvpb.mcu.es/mujer/es/micrositios/inicio.cmd

Otros posts sobre mujeres en CODEA:

8 de marzo, sobre Isidra de Guzmán

¿Divorcio en el siglo XVII?, en inglés, y Personajes: Francisca de Pedraza, sobre esta mujer que logró divorciarse en el XVII gracias a un jurista de la Universidad de Alcalá.

Brujas, locas y adivinas en la General Estoria, sobre cómo llevar el pelo suelto es más que una opción estética.

 

 

 

 

 

 

 

Libros escolares en la España del siglo XIX

Ya hemos hablado en entradas anteriores de los maestros y maestras de escuela en el siglo XIX. Esta entrada la dedicaremos a los libros que se utilizaban para la enseñanza.

Todos los docentes, hasta entrado el siglo XX, tenían que realizar al final de cada curso el inventario de todos los objetos que se encontraban en el aula. Si no seguían impartiendo clase en ese lugar, su sustituto debía comprobar al inicio del siguiente curso que la clase disponía de todos los objetos recogidos en el inventario. Estos inventarios son muy interesantes, porque nos permiten saber cómo estaba amueblada la clase, qué objetos se utilizaban y, lo que más importancia tiene para esta entrada, qué libros se utilizaban. En la fotografía que encabeza la entrada, puede verse un inventario de una escuela de niñas de Guadalajara de 1898 (este documento se conserva en el Archivo Municipal de Guadalajara). Aquí puede verse (no en la primera página, que es la que se muestra, sino en las siguientes) cómo la escuela tiene un gran número de libros:

[NÚMERO] [CLASE DE EFECTOS.] SU ESTADO
Nuevo. Mediano uso. Inútil.
32 Paseos escolares 1
33 Manuscritos por Caballero 6 3
34 Fábulas por Samaniego 6 6 1
35 Historia de España 8 3
36 La buena Juanita 6
37 Ortografias 6 4
38 Gramáticas 6 4
39 Aritméticas 7
40 Geografias 7 2
41 Cuentos morales 6
42 Historia Sagrada 5
43 Guia del artesano 4
44 Luz de la infancia 7
45 Guia de Guadalajara 2
46 Consejos á las niñas 2
47 Parnaso de los niños 2
48 Geometria 1
49 Mejores Autores 1
50 Libros de los párvulos 12
51 El Instructor 3
52 Varios libros nuevos 6
53 Catecismos por el P. Ripalda
54 Páginas de la infancia 6
55 Trozos escogidos 5
56 Influencia doméstica 4
57 Catecismo esplicado 1
58 Lecciones de Historia Sagrada 1

También tienen mucho interés los presupuestos escolares, documentos en los que el maestro o maestra solicita al Ayuntamiento el material necesario para un curso. En la mayoría de los  presupuestos se prevé la compra de numerosos libros, pues estos se rompían pronto con el uso continuado. Por ejemplo la maestra de Alcalá de Henares Saturnina Álvarez incluye en su presupuesto, en 1861 (Archivo Municipal de Alcalá de Henares, carpeta 813/1):

Gastos de escritorio y labores
Dos docenas de Catecismos por Ripalda y Fleuri unidos . . 48 [reales]
Vna id. del Espejo de las niñas .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .    36
Otra id. del Martinez de la Rosa .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  36
Otra id. del 4º cuaderno por los Srs Ao. y Carda.       .  .  .  .   36
Otra id. de la Gramática castellana .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .   36
Otra id. de la Aritmética de Hernando .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 18
Para papel tinta y plumas .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .    50
Para agujas hilo y demas útiles para las labores . . . . . . 107

Por último, otros documentos en que también se puede comprobar qué libros se usaban en las escuelas son los recibos de librerías e imprentas donde los profesores adquirían los libros. Por ejemplo, el profesor de Alcalá de Henares Narciso Castrillo adquirió el 10 de octubre de 1861 en Madrid, en la «imprenta, almacén de papel y libros rayados de don Victoriano Hernando, calle del Arenal, número 11, esquina a san Jinés» una gran cantidad de libros y cuadernos para el curso que empezaba (documento conservado en el Archivo Municipal de Alcalá de Henares, carpeta 813/1):

[MESES.] [DIAS.] [REALES] [MRS.]
{3} 12 Plutarcos de los niños holandesa 66
{4} 12 Cuadernos Lectura de Corderera 24
{5} 12 Prontuarios de Ortografia 36
{6} 12 Cartillas agrarias Olivan 24
{7} 24 Catones de Florez 30
{8} 1 Libra de yeso y dos esponjas 14
{9} 2 Suscriciones alos Anales de 1860 y 1861 80
{10} 12 Cuadernos 1os. de Avendaño y Corderera 24
{11} 12 id 3os. y 4os. id id 36
{12} 6 id 5os. id id id 24
{13} 12 Yndustria de *yaralar 24
{14} 12 id Nociones de Como. de id 36
{15} 1 Libro de Clasificacion en holandesa 36
{16} 1 Resma papel fino de Escuelas 38
{17} 2 Resmas papel pautado de todas reglas 78
{18} 24 Epitome gramatica de la Academia 48
{19} 36 Aritmeticas de Hernando 18
{20} 636
{21} 1 Gramatica grande de la Academia 18
{22} Suma 654
{23} Madrid 10 Octubre de 1861.
{24} Recibi Por Dn. Victoriano Hernando
{25} Franco. Parra

Estos libros solían ser de pequeño tamaño, de poca longitud (rara vez más de 70 u 80 páginas) e impresos con tinta negra, sin colores. A veces tenían ilustraciones, también en negro. Se correspondían con las materias que se impartían en las escuelas elementales o de primera enseñanza: lectura, escritura, doctrina cristiana, historia sagrada, moral y urbanidad, lengua española, aritmética y geometría, geografía, historia, etc. También se impartían nociones de agricultura a los niños, y a las niñas de higiene y cuidado del hogar.

Bastantes de los libros, especialmente los de materias más teóricas, estaban organizados en preguntas y respuestas, como por ejemplo: Pregunta: ¿Qué es Gramática? Respuesta. El arte de hablar bien.

También había en las clases libros de lectura, con cuentos, narraciones y poemas. Algunos estaban destinados solo a niñas o solo a niños, como el Faro de las niñas, el Espejo de las niñas, los Consejos a las niñas o La buena Juanita para niñas, o el Nuevo Juanito para los niños. Libros como el Plutarco de los niños o la Moral de la historia utilizaban episodios de la historia para comunicar enseñanzas morales.

Gracias a iniciativas como la Biblioteca Digital Hispánica, proyecto de digitalización de la Biblioteca Nacional de España, se pueden consultar en línea muchos de estos libros:

Por ejemplo, aquí puede verse el Catecismo histórico de Claude Fleury; aquí el Catecismo de urbanidad civil y cristiana para uso de las escuelas y seminarios del reyno, con las reglas de discrecion de palabras, y ceremonias en todos los casos que pueden ocurrir en el trato, de Santiago Delgado; aquí la Guía del artesano, que contiene toda clase de documentos necesarios en el discurso de la vida, y 220 caracteres para leer manuscritos, de Esteban Paluzie, una obra que en imprenta imita diferentes estilos de manuscritura, para que niños y niñas se acostumbrasen a leer también letra manuscrita; aquí los Consejos a las niñas de Benito García de los Santos; aquí el Plutarco de los niños: libro de lectura para las escuelas, por Vicente Barrantes; aquí el Páginas de la infancia, o sea el libro de los deberes de los niños, de Ángel María Terradillos; aquí la Guía del ama de casa o principios de economía e higiene doméstica con aplicación a la moral…, de Carlos Yeves; aquí La moral de la historia: colección de cuadros históricos con su aplicación moral al alcance de los niños, Pilar Pascual de Sanjuán, aquí el Prontuario de Ortografía elaborado por la RAE para el uso de las escuelas, y aquí las Nociones generales de aritmética teórico-práctica por Clemente Fernández y Jorge García de Medrano.

Pueden buscarse más de los libros citados en http://www.bne.es/es/Catalogos/; si aparece que se encuentran en la Biblioteca Digital Hispánica, puede consultarse su reproducción en línea; para acceder simplemente hay que pinchar sobre el vínculo.

bdh

Otro día hablaremos más sobre alguno de los libros y sobre los métodos para el aprendizaje de la lectura y escritura.

Belén Almeida

 

Para saber más:

Los documentos que se citan se conservan en los archivos municipales de Alcalá de Henares (AMAH) y Guadalajara (AMGU).

Los libros se encuentran disponibles físicamente en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, y en el fondo histórico de otras bibliotecas. Por ejemplo, la Universidad de Alcalá conserva el fondo de las antiguas Normal de Maestros y Normal de Maestras de Guadalajara, donde se encuentran muchos de estos libros.

En línea, los libros pueden consultarse en la Biblioteca Digital Hispánica de la BNE; puede accederse directamente desde el catálogo general (http://catalogo.bne.es/) o desde el de este proyecto: http://www.bne.es/es/Catalogos/BibliotecaDigitalHispanica/Inicio/index.html.

 

Maestras de escuela, siglo XIX

En la escuela del siglo XIX, las niñas aprendían con una maestra, los niños con maestros. La formación de las niñas era diferente de la de los varones; a comienzos de siglo su principal objeto era el aprendizaje de la costura o “labor de manos”, aunque, según leemos en un documento oficial de 1783, “si alguna de las muchachas quisiere aprender a leer tendrá igualmente la maestra obligación de enseñarlas”. También se aludía muchas veces, al hablar de la escolarización de las niñas, a las “labores propias de su sexo”.

En un documento de Alcalá de Henares de 1838, la maestra Cándida Yela tiene niñas que reciben clases de “costura, bordado, lectura y escritura”, otras aprenden “costura, lectura y escritura”, y la mayoría solamente “costura y lectura”. Queda clara la jerarquía de los aprendizajes, desde el bordado, lo más lujoso e innecesario, hasta la costura y lectura, lo más básico. Pero había incluso niñas que iban a la escuela y no aprendían ni siquiera a leer:

En el mismo año de 1838, Juana García, también en Alcalá, tiene en su escuela seis niñas «de primera clase» que aprenden “labores propias de su sexo, leer, escribir y doctrina cristiana” (por ocho reales mensuales), ocho «de segunda clase» que no escriben (y pagan seis reales) y doce «de tercera clase» que “no leen ni escriben”, por lo que pagan cuatro reales mensuales (aprendían solo doctrina cristiana y «labores propias de su sexo»).

maestrasJuanaGarcia.png

Al avanzar el siglo XIX, la educación de las niñas fue incluyendo nuevos contenidos, como ortografía, gramática, aritmética, historia, y llegó a parecerse bastante a la de los niños, aunque la costura seguía ocupando una parte muy importante del tiempo. Aún en 1893 una maestra compraba, en un comercio de Guadalajara, “dos millares ahujas”, “dos docenas dedales”, “tres pares tijeras”, telas y cintas.

La formación de las maestras era, al comienzo de siglo XIX, bastante deficiente. Durante el primer tercio del siglo, no era raro que las maestras escribiesen con una habilidad muy inferior a la de sus colegas varones, que cometiesen errores e incluso que fuesen analfabetas.

En la imagen de arriba puede verse cómo es la letra de la maestra Juana García en un documento de 1838: no escribe en líneas horizontales, sino que las inclina hacia arriba, une determinadas palabras entre sí (por ejemplo determinante posesivo y nombre: suenseñanza, supaga) y presenta la peculiar grafía sexso.

Pero no era la peor situación que podía darse: en un documento de 1852 dirigido a la Real Sociedad Económica Valenciana de Amigos del País sobre ciertas escuelas valencianas, se recoge la queja de que “si bien las maestras que las dirigen son sobresalientes en las labores propias de su sexo, carecen de la instruccion necesaria en los demas ramos de enseñanza», y pide que se atienda especialmente que todas «introduzcan en sus clases las materias indispensables de lectura, escritura y aritmetica por lo menos”.

Aún en 1883 varios periódicos se hacen eco de una noticia, publicada en un periódico local, según la cual una maestra ha sido despedida por no saber leer ni escribir. La sorpresa de los periodistas muestra que en ese momento la idea resultaba chocante:

no sabe leer3.png

La época, 17 de febrero de 1883

no sabe leer4

El liberal, 18 de febrero de 1883

La formación de las docentes mejoró mucho desde mediados del siglo XIX. La Ley de Instrucción Pública de 1857 (ley Moyano) convertía en obligatoria la enseñanza para niños y niñas y creó la Escuela Normal Central de Maestras en Madrid. También regulaba el acceso al cuerpo de profesores y profesoras de la escuela pública. Sin embargo, en esta ley no era obligatoria la creación de escuelas normales provinciales para maestras, la formación exigida a las maestras era más superficial que la de los maestros y se preveía que cobrasen una tercera parte menos. La igualdad de sueldos llegaría en 1883. Hacia finales de siglo, la formación de las maestras empezó a incluir contenidos que anteriormente solo cursaban los maestros, como ciencias naturales, física, geometría o educación física.

En los documentos escritos por maestras conservados en los archivos municipales, puede verse desde 1860 o 1870 un gran cambio: ahora las maestras muestran su buena formación y el orgullo que sienten por su trabajo, y hacen sus solicitudes con un tono mesurado, pero seguro. Por ejemplo Adelaida Ronco, maestra de Guadalajara, cierra en 1898 su petición de material al Ayuntamiento diciendo que

Con todo lo que antecede, y con lo que pueda comprarse de material fijo en el próximo  presupuesto con lo asignado para material de la Escuela, podrá quedar esta, aunque modestamente, en condiciones de llenar, por el presente, los altos fines de la enseñanza.

Y en 1880, Josefa Martínez Moreno, maestra en Alcalá, o, como ella escribe, “Profesora titular de niñas de esta Ciudad”, escribe al Ayuntamiento para reclamar un aumento de sueldo parejo al de sus compañeros varones, pues

[ha] llegado á su noticia, que á los Profesores Públicos se les ha aumentado sus sueldos fijos en doscientas setenta y cinco pesetas, prescindiendo de la que suscribe: Y considerando que la Ley de Instruccion Pública concede los mismos derechos y deberes á los profesores de ambos sexos, y que la esponente tiene probados los mismos estudios, y practicados iguales ejercicios que los citados profesores: Considerando que la R. O. de 10 de Agosto de 1858, concede derecho á la solicitante para que se la remunere con las doscientas setenta y cinco pesetas que á los maestros se han aumentado; cree haya sido un olvido de la Comision encargada del arreglo de dicho sueldo, el haber hecho caso omiso de la esponente.

Las maestras sufrieron con frecuencia, como los maestros (como ya vimos en un post anterior), la terrible lacra de la falta de pago de sus sueldos, un motivo que llegó a aparecer frecuentemente en la prensa seria y, como aquí, en la prensa satírica:

maestras_sueldo1

El motín, 11 de julio de 1889

maestras_sueldo2

El motín, 13 de enero de 1889

Dedico esta entrada a la memoria de mi madre y de su madre, maestras.

 

Belén Almeida

 

La imagen superior es parte del documento citado escrito por Josefa Martínez reclamando un aumento de sueldo como el concedido a sus compañeros varones.

Para saber más:

Para escribir esta entrada he utilizado documentos de los archivos municipales de Alcalá de Henares (carpeta 1087/3) y de Guadalajara (caja 1568).

Los ejemplares de El Motín, La época y El liberal los he consultado en la Hemeroteca Digital (www.bne.es).

He encontrado el documento sobre las escuelas de Valencia en esta página de la Universitat Politècnica de València: https://riunet.upv.es/handle/10251/22428

Más hambre que un maestro de escuela

El domingo 29 de octubre de 2017 se celebró el 175 aniversario de la Escuela Normal de Maestros de Guadalajara, una de las primeras escuelas normales provinciales cuya fundación preveía la conocida como ley Moyano. En la Facultad de Educación de la Universidad de Alcalá, situada en Guadalajara y la continuadora de aquella Normal de Maestros y de la posteriormente fundada Escuela Normal de Maestras, se celebraron durante ese mes diversos actos de conmemoración.

Como blog de la universidad de Alcalá, hecho por filólogos interesados por la educación y su historia, a lo largo de varias semanas publicamos algunos posts dedicados a los antiguamente llamados «maestros de niños» o «maestros de escuela».

El dicho «pasar más hambre que un maestro de escuela» tenía en el XIX mucha relación con la realidad. Los maestros y maestras cobraban sobre todo de las arcas municipales, y estas no solían estar muy llenas… Había maestros cuyos sueldos se retrasaban hasta en tres, cuatro o más años completos. La situación de muchos era desesperada. Un maestro de Guadalajara, Justo Herranz, escribía al Ayuntamiento en 1836, hablando de sí mismo en tercera persona, que

se halla enteramente aburrido, pereciendo, sin tener que comer, rodeado de trampas, haciendo bastardías para poder malpasar (impropias en su carácter) y apurado hoy por ochocientos reales de alquileres de la casa que habita […] [sin] poder hacerse nada de ropa para este ivierno; y las causas son el estársele debiendo de sus sueldos alimenticios la escandalosa cantidad de 23,573 reales, fin del corriente.

A pesar de sus quejas, no se solucionó su situación, pues dos años más tarde, en 1838, escribía otra angustiada misiva, en la que decía que

se halla constituido en la mayor indigencia, lleno de trampas, y privado por este hecho aun del trato de gentes: una de las deudas que hoy le oprimen (sin tener para comer) son la casa que habita, y administra la señora de Medrano, que la debe año y medio; otra el mayordomo de propios actual, que se le debe trescientos reales, y otros particulares que ascienden a unos mil y cuatrocientos reales, y la causa es debérsele de su corta dotación algo más de veinte y seis mil rs.

Unos meses más tarde vuelve a escribir:

Es tan grande el apuro en que hoy se encuentra, que además de lo aburrido y  empeñado, no tiene para el preciso sustento, y ¡ojalá fuera engaño!, estándosele debiendo tantos miles, por lo que siendo solo Vuestra Señoría Ilustrísima quien puede remediarle, suplica encarecidamente se sirva mirarle con benignidad, y socorrerle; pues sin duda alguna y sin ecsageración perece.

En 1845, su viuda Teresa Salazar pedía aún que se le abonase este dinero (o al menos parte de él) para poder mantenerse.

Con este panorama, no es raro que la prensa recogiese como la característica más conocida de los maestros su enorme pobreza. Los numerosos periódicos y revistas satíricos aludían a esta situación escandalosa en historietas, chistes e ilustraciones:

maestro bodas del hambre.png

maestro judaizante

 

maestro ayunador

El motín publicó en 1889 una historia de un joven «gordo, lucio y colorado», lozano y lustroso al que «le dio la manía / de estudiar pedagogía»:

maestro gordo

El maestro va adelgazando por no recibir su sueldo, hasta que un día, muerto de hambre, devora los carteles que usa en clase:

maestro flaco

 

A pesar de todo, muchos maestros y maestras se sentían orgullosos de su trabajo y de su formación y eran conscientes de la importancia que tenía su labor. Pero esto es tema de otra entrada (como esta sobre maestras en el siglo XIX).

En la Facultad de Educación de la UAH, en Guadalajara, se celebraron desde el 30 de octubre hasta el 24 de noviembre distintos actos conmemorativos. Se puede consultar el programa en:

https://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=3&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwjN8uCGqI_XAhWIchQKHQgZBmcQFghDMAI&url=http%3A%2F%2Feducacion.uah.es%2Fnoticias%2Fdocs%2Ftriptico-final-.pdf&usg=AOvVaw3Xbq0UAXVAAWp2FKi6uEG4

Mi colega Héctor Bonilla Mínguez y yo preparamos una pequeña exposición sobre la escuela en Guadalajara en el siglo XIX, que ahora cuelga en la segunda planta de la facultad de Educación.

 

Belén Almeida

 

Para saber más:

Los documentos de Justo Herranz están conservados en el Archivo Municipal de Guadalajara.

He consultado la Hemeroteca digital (www.bne.es):
Chiste de las bodas del hambre: La filoxera, 7 de marzo de 1880.
Chiste del maestro judaizante: Madrid cómico, 8 de agosto de 1880.
Chiste del maestro ayunador: La avispa, 1888.
Historieta: El motín, 1889.

Imagen: Oliver Gruener, http://www.freeimages.com/photo/black-and-white-1423545

 

Navidad en CODEA

En el corpus CODEA se encuentra citada la fiesta de la navidad en no pocas ocasiones, como se puede ver en el mapa (resultado de la búsqueda ilustrada en la imagen inicial), donde se refleja cuántas veces aparece en el corpus la palabra navidad escrita con las diferentes variantes navidad, navidat, nabidad, nabidat:

navidad-en-codea

La mayor parte de estas alusiones se refieren a plazos: por ejemplo, un alquiler de una viña o una tierra que debe pagarse por San Juan (24 de junio) y en navidad (25 de diciembre). Solo un documento de Cáceres (de 1770) habla realmente del tiempo de la navidad, y lo hace para conceder vacaciones a los escolares de la escuela de Gramática y retórica de la ciudad.

Estos esforzados muchachitos deben emplear, según las normas, seis horas al día (tres por la mañana y por la tarde) en leer «Quinto Curcio por la mañana y Ovidio por la tarde para los medianistas, y para los más adelantados o mayoristas, selectas de Cizerón por mañana y Virgilio por tarde» en la primera parte del curso, y en la segunda, «desde junio a san Lucas», «Cornelio Nepote por la mañana y Ovidio por tarde en los fastos para los medianistas, y para los de mayores, Salustio por mañana y Quinto Oratio Flaco de tarde», variando los jueves, sábados y en cuaresma con otros textos.

Con un régimen como este, no sería de extrañar que hubieran llegado a rastras a sus merecidísimas vacaciones, que son «de san Mateo a san Lucas» (del 21 de septiembre al 18 de octubre), «quinze días por Navidad y otros quinze por Semana Santa». Desde luego, como ya vimos en otro post hace unos días, la «formación profesional» de siglos pasados tenía condiciones duras, pero el estudio puro y duro, como vemos aquí, tampoco era moco de pavo.

Pero volvamos a la navidad. Con otros términos, sí es citada de modo más festivo en otros documentos. Hay en CODEA varias felicitaciones de navidad que se encontraron y seleccionaron en las carpetas de Correspondencia recibida del Archivo Municipal de Alicante.

felicitacion_navidad2

Hoy, cuando mandamos las tarjetas o crismas a familiares y amigos, recurrimos a fórmulas y colocaciones propias de este pequeño tipo textual, como «felices pascuas» o «próspero año nuevo», que chocan con los usos habituales de la lengua (¿cuándo además de en las tarjetas llamamos «pascuas» a la navidad, o cuándo decimos próspero?). En el siglo XVII había también formulaciones de este tipo, como se puede observar en los documentos de CODEA números 1921, 1922, 1939 y 1940.

La imagen de arriba corresponde al documento CODEA 1922, del año 1688, y allí se lee: «Hago recuerdo a vuestra señoría de mi obligación en la celebridad d’estas pascuas del santo nacimiento, que deseo goze vuestra señoría muy felizes, y lo serán para mí si mereciere muy repetidos preceptos del mayor servicio vuestra señoría en que acredite mi obediencia.»

También del Archivo Municipal de Alicante procede una carta del 5 de enero de 1704 de la marquesa del Risco en que comunica al ayuntamiento de Alicante la noticia la muerte de su marido («En medio de el quebranto con que se halla mi lastimado corazón por la muerte del marqués […] é procurado cobrar algún aliento para partizipar a vuestra señoría esta funesta notizia»). Sin embargo, la marquesa no olvida agradecer el envío de unas cajas de turrón: «Doy a vuestras señorías las grasias por las 6 caxas de turrón.» Este documento tiene el número 1928 de CODEA.

cajasdeturron

¡Felices fiestas desean los autores de este blog y todo el grupo GITHE!

Belén Almeida