Inicio de curso

¡Empieza un nuevo curso para el blog!

También maestras y maestros empiezan el curso en las escuelas españolas hoy 2 de septiembre, aunque no recibirán a sus estudiantes hasta dentro de algunos días.

Hoy puede que, como cualquier trabajador/a que vuelve al trabajo, no estén de muy buen humor (por mucho que les guste su trabajo), y que piensen que un tiempo pasado fue mejor: concretamente, hace tres semanas.

Pero si en la mayoría de las ocasiones es incierto que «cualquier tiempo pasado fue mejor», mucho menos cierto es en el caso de los maestros. Como ya hemos recordado en la entrada «Más hambre que un maestro de escuela«, los maestros estuvieron crónicamente mal pagados y con frecuencia no recibían su sueldo. A las maestras les ocurría lo mismo e incluso cuando se elaboraron leyes destinadas a mejorar la situación (por ejemplo la Ley de Instrucción Pública de 1857), cobraban solamente dos tercios del sueldo de un maestro varón. En esta carta inserta en el periódico El Día (25 de febrero de 1883, páginas 1-2) se comenta esta circunstancia:

maestros_el dia_1883_02_25

En este post vimos algunos detalles de cómo eran las maestras en el siglo XIX y cómo fue mejorando su formación y su reconocimiento.

Aunque sean casos extremos los accidentes por el mal estado de la escuela, lo cierto es que muchos docentes se quejaban ante los Ayuntamientos de un frío extremo, suelos destrozados, pozos inseguros o tejados a punto de caerse. En esta entrada discutí una noticia que se ve con frecuencia (estoy casi segura de que se trata de un fake) sobre el derrumbamiento de la escuela de Ohanes.

La gran cantidad de burocracia y trámites que está unida a la función del maestro o maestra tampoco es algo de ahora. En el siglo XIX, los profesores de escuelas públicas (municipales) se ocupaban de comprar todo el material, de contratar a una persona que limpiase, de vigilar el estado de la escuela y pedir reparaciones al Ayuntamiento, de pedir que se confeccionasen cortinas…

Además, naturalmente, de cumplimentar cada año un listado de los efectos que existían en la escuela, como este,

maestros AMA4

y otro con presupuesto, el material para «niños pobres» (los que no pagaban) y el listado de libros que se utilizaban en clase, como se puede ver aquí (por cierto, que en esta entrada hablamos de los libros de texto que se utilizaban):

maestros AMA

maestros AMA2

maestros AMA3

Y cuando el Gobierno necesitaba más información sobre el sistema escolar para (esperemos) conocerlo mejor y poder tomar medidas para mejorarlo, eran los maestros los encargados de recoger estos datos:

maestros AMAH 898_5

(este documento es más largo, solo pongo la primera página).

¡Buen curso a todas las maestras, maestros y estudiantes!

Belén Almeida

 

Cómo citar esta entrada:

Almeida, Belén (2019): “Inicio de curso”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: https://textorblog.wordpress.com/2019/09/02/inicio-de-curso/.

 

Imagen inicial: los maestros eran expertos en el uso de la pluma. Este es un ejemplo. Está tomado de la carpeta 898/3 del Archivo Municipal de Alcalá de Henares.

Los documentos alicantinos son del Archivo Municipal de Alicante (Instrucción pública, 1/64-103 (1-B)). El documento con cuestiones sobre la escuela es de la carpeta 898/5 del Archivo Municipal de Alcalá de Henares.

El periódico El día se ha consultado en la Hemeroteca Digital, en http://www.bne.es.

 

¿Fake news sobre maestros del pasado?: el hundimiento de la escuela de Ohanes

Es bastante conocida la anécdota (si se puede llamar así) del hundimiento de la escuela de Ohanes. Según documentación conservada en un libro de apeos en el Archivo Municipal de Ohanes, de 1734 a 1740 se produjo un intercambio de cartas entre el maestro de primeras letras y el alcalde del municipio en torno a una viga que sostenía la techumbre de la escuela, que según el maestro hacía peligrar las vidas de maestro y discípulos y según el alcalde, apoyado por un informe de dos peritos albañiles, no representaba peligro alguno.

Estas cartas e informe, además de un informe del escribano y otro (este tras la caída de la techumbre) del cronista del pueblo, según las publicaciones que reproducen esta historia y los documentos, estaba contenida en un libro de apeos hoy desaparecido. ¿Cómo se ha conservado entonces el texto? Pues porque dos maestros de Ohanes, José Carretero y José Miralles, lo publicaron en 1939 en la revista Aleteos, de Almería. Según también indican la mayoría de las publicaciones, no se conservan ejemplares de esta revista, que se conoce por un “libro” mecanografiado (por tanto de un solo ejemplar), al parecer con una selección de textos sobre Ohanes, que los autores del artículo regalaron a Juan Torres, antiguo alcalde de Ohanes, hoy (o al menos en 2000) conservado por su hijo, profesor en Almería. Si se conoce la historia es porque los documentos transcritos fueron publicados posteriormente en el Boletín del Ilustre Colegio de Arquitectos de Granada, y luego en la revista granadina Plaza nueva en 1998. López Domech (2000) indica que pudo contactar con la sobrina de uno de los autores, que le aseguró que su tío “le garantizó que él mismo había hecho las copias de este libro de apeos hoy desaparecido para confeccionar el número de Aleteos y después el volumen de homenaje al alcalde Torres”.

A pesar de la mala suerte de que se haya perdido el libro de apeos, parece que podría tratarse de una documentación más o menos fiable. Fiable la consideran la mayoría de las publicaciones (en general entradas de blog) que compruebo que la citan o reproducen. Sin embargo, yo no creo que podamos confiar en que estos documentos sean transcripción de documentos reales. Por tanto, considero que su valor para probar cualquier cosa es nulo.

¿Por qué creo que no se trata de documentos reales transcritos de manera fiable?

Porque no podemos comprobar que es así: la pérdida (si ha existido) de este libro de apeos es tanto más grave cuantas más dudas surgen de que la documentación existió realmente en la forma en que se presenta. Y surgen muchas.

Por la forma lingüística de los documentos: numerosísimos elementos de estas presuntas cartas e informes (que recojo abajo como aparecen en distintas publicaciones) son lingüísticamente muy diferentes de lo que se podría esperar de la lengua escrita del siglo XVIII. López Domech (2000) reconoce que “[p]robablemente el español en que se reproducen estos documentos es demasiado actual”, pero concede que “quizás eso se deba a alguna licencia de copia que los señores Carretero y Miralles se permitieron para su mejor entendimiento”. Sin embargo, elementos como “espero de su amabilidad”, “dando un paseíto”, “no creo yo que se atreva usted a tocar los quinientos reales” (por parte del maestro); “no dar golpe”, “el tío Sarmiento” (por parte del alcalde), “puesta la mano en el corazón” (por parte de los peritos),  entre otros, son difícilmente imaginables en un texto del XVIII. Por ejemplo, “no dar golpe” presenta en el corpus CORDE como primer ejemplo claro un texto de Ángel Ganivet de 1898, y entra en el DRAE por primera vez en la edición de 1970.

Además, en los documentos de los peritos albañiles y del alcalde coinciden términos cultos y vulgares, como curtura, hablao, sa caído frente a obstante, pretextos (en el texto del alcalde) y deos frente a por ejemplo circunscribe en el texto de los albañiles.

Por los nombres de los protagonistas:

El maestro se llama Zenón o Menón Garrido (según las versiones que se encuentran en internet), nombres clásicos y un apellido “positivo” (DLE: “Dicho de una persona: Gallarda o robusta”). El alcalde, Bartolomé Zancajo, con un apellido que desde antiguo suena a vulgar. Así encontramos en un texto de 1895 “leemos a cada página zancajo, pingajo, cuajo, renacuajo. Paréceme trivial y propio de un naturalismo de camilla”, o en uno de 1844, de Braulio Foz,

– Vaya con Dios la ella, piltrafa pringada, zurrapa, vomitada, albarda arrastrada, tía cortona, tía cachinga, tía juruga, tía chamusca, pingajo, estropajo, zarandajo, trapajo, ranacuajo, zancajo, espantajo, escobajo, escarabajo, gargajo, mocajo, piel de zorra, fuina, cagachurre, mocarra, ¡pum, pum!, callosa, cazcarrosa, chinchosa, mocosa, legañosa, estoposa, mohosa, sebosa, muermosa, asquerosa, ojisucia, podrida, culiparda, hedionda, picuda, getuda, greñuda, juanetuda, patuda, hocicuda, lanuda, zancuda, diabla, pincha tripas, fogón apagado, caldero abollado, to-to-to-o-ttorrrrr… culona, cagona, zullona, moscona, trotona, ratona, chochona, garrullona, sopona, tostona, chanflona, gata chamuscada, perra parida, morcón reventado, trasgo del barrio, tarasca, estafermo, pendón de Zugarramurdi, chirigaita, ladilla, berruga, caparra, sapo revolcado, jimia escaldada, cantonera, mochilera, cerrera, capagallos… Y cesó tan alto y perenne temporal de vituperios

En la novela Fray Gerundio de Campazas, el padre del protagonista dice que

si Gerundico había tenido fortuna en topar con el cojo de Villaornate, más enfortunado había sido entoadía en dar con un maestro como el dómine con quien le dejaba, porque era un latino de todos los diantres y que todos los teatinos de Villagarcía juntos no llegaban al zancajo de su sabiduría.

El escribano se llama Celedonio González García de García González (en algunas versiones del texto), o simplemente Celedonio González García. Pero parece que la escribanía de Ohanes estaba ocupada en estos años por Mateo Martínez de Araque López, casado en 1727 con su prima Sebastiana Sánchez Martínez de Araque, pues esta manifiesta en 1739 que llevó en dote un oficio de escribano, pero que al morir su marido nombró a don Diego Sánchez, vecino de Ohanes (documento del Archivo Provincial de Almería, P. 1768) (Villoria, 2015, p. 9). Antes y después, habían sido y fueron escribanos otros miembros de la familia Araque, como era frecuente que se hiciese (por ejemplo en Alcalá de Henares, varios antepasados de Manuel Azaña ocuparon el puesto de escribanos municipales en los siglos XVIII y XIX).

Por el contenido de los textos:

El alcalde explica al maestro que nada importa a las gentes del pueblo “dónde está Marte ni las vueltas que da la luna, ni que cuatro por seis son veintisiete, ni que Miguel de Cervantes descubrió las Américas”. En el siglo XVIII, lo que se enseñaba en las escuelas de primeras letras era leer, escribir, las operaciones matemáticas básicas y la doctrina cristiana. Los niños permanecían en la escuela de primeras letras, por lo general, tres años.

Los albañiles hablan del “sitio denominado u llamado, dicho sea con perdón, la escuela” y que la viga “tiene que crujir antes de pegar el golpazo dando tiempo a que se salven por lo menos siete u ocho”. Era usual pedir perdón por aludir a algunos animales, especialmente el cerdo, o a refranes o frases “vulgares”. ¿Por qué se haría con la escuela? No resulta creíble.

El escribano, en su informe sobre el estado de la viga, propone como posibilidad que esta mate al maestro “en cuyo caso esta digna corporación se ahorraría los quinientos reales que le paga”, que mate a los niños “en cuyo caso sobraba el maestro”, o que mate a los niños y al maestro “ocurriendo en este caso, como suele decirse, que se mataban dos pájaros de un tiro”. El cronista de la villa de Ohanes habla de los “inmolados en aras de la cultura”. Igualmente: ¿es creíble que un escribano ponga en un documento oficial que si mueren los niños del pueblo y el maestro “se mataban dos pájaros de un tiro”? A mí no me lo parece.

Por la publicación donde apareció la historia:

La Revista Aleteos, en la que según quienes hablan de este presunto suceso se publicó por primera vez esta historia, parece haber existido, aunque es muy difícil encontrar menciones aparte de las que se refieren al suceso de la escuela de Ohanes. En un artículo sobre Diego Martínez de Araque, nacido en Ohanes (Villoria, 2015, p. 36), se lee: “en 1944, una publicación del municipio [Ohanes] editó una pequeña historia de Diego Martínez de Araque, llena de inexactitudes y alguna que otra fantasía, que afirmaba ser virrey de México” (y en nota: Revista Aleteos, 3 (Ohanes, 1944).[2] Esto a pesar de que en las publicaciones que hablan de la revista se dice que es “de Almería”. Pero bueno, volvamos a lo que publicó la revista en 1944: “una pequeña historia de Diego Martínez de Araque, llena de inexactitudes y alguna que otra fantasía”. Es decir, se trata de una revista que ha publicado, según afirma Carlos Villoria Prieto, un autor con más de 30 publicaciones especializadas, un texto lleno de inexactitudes sobre un hijo del municipio que vivió en el siglo XVIII. Por tanto, parece que esta revista no era cuidadosa con la calidad o el valor de verdad de los textos que publicaba, como otras tantas, por otra parte. ¿Fue la historia de la escuela de Ohanes y su viga una de estas historias al menos no completamente basadas en hechos reales y comprobados? Creo que sí.

¿Qué creo que es esta historia?

Creo que es una historia inventada que puede haberse basado en algún documento de queja realmente enviado por el maestro del pueblo sobre las condiciones de la escuela, que puede ser del momento que se aduce o de cualquier otro, por ejemplo del siglo XIX.

Creo que está arreglada para mostrar, no sé si con el ánimo de ser creída, las malas condiciones de las escuelas, el desprecio por el conocimiento de las autoridades y la suficiencia y mala educación del alcalde. No hay duda de que los alcaldes rurales de esta época tenían una mala formación. Muchos no sabían escribir, incluso en el siglo XIX. Sin embargo, el texto está escrito para resaltar estas carencias, dando respuestas equivocadas a todas las presuntas cuestiones que se estudiaban en la escuela (sobre el descubrimiento de América, la tabla del 4 o los movimientos de la luna) y mofándose de su pronunciación de palabras como curtura, hablao o sa caído.

Parece uno más de los muchos textos escritos en los siglos XIX y XX que se burlaban de personas con poca formación, como mostré hace unas semanas en este artículo de Rinconete.

¿Y cómo era la escuela en esta época?

No hace falta recurrir a este tipo de testimonios para conocer las (con frecuencia muy malas) condiciones en que se desarrollaba la labor docente en siglos pasados. En los archivos municipales, sobre todo, hay documentación abundantísima de los siglos XVIII y XIX, en fondos o carpetas sobre “Escuelas”.

Por ejemplo en este documento de 1792 del Archivo Municipal de Guadalajara, un maestro de Guadalajara se queja del estado del tejado de la escuela (no consta en la documentación que hubiese más quejas o que el tejado cayese):

 Fernando Garcia Riaño, Maestro de primeras letras de esta Ciudad, dice: que la armadura del tejado dela escuela, esta amenazando arruina, y apeligro de coger debaxo al M<aes>tro, y Discípulos; la que esta inavitable por la mucha agua que cae dentro de ella, por lo que: Suplica á V<uestra> S<eñoría> Y<lustrísima> se digne de embiar un M<aes>tro {9} de Obras, para que la reconozca: Fabor que espera de la grande vondad de V<uestra> S<eñoría> Y<lustrísima>. Guadalaxara y Octt<ubre> 27. de 1792./ Fernando Garcia

En estos dos documentos de 1836 y 1838, también conservados en el Archivo Municipal de Guadalajara, el maestro Justo Herranz y Quirós pide, con tono angustiadísimo, que se le pague el sueldo que se le adeuda:

Yllmo. Señor. El Profesor de primera educacion titular de V.S.Y. con todo acatamiento dice: Se halla enteramte. aburrido, pereciendo, sin tener qe. comer, rodeado de trampas, haciendo bastardias pa. poder mal pasar (impropias en su caracter) y apurado hoy pr. ochocientos reales de alquileres de la casa qe. habita, y una de sus muchas deudas, qe. pr. no molestar la atencion de V.S.Y. no es mas difuso en manifestar su deplorable estado de no poder hacerse nada de ropa pa. este Yvierno; y las causas son, el estarsele debiendo de sus sueldos alimenticios la escandalosa cantidad de 23,573 r. fin del corriente; y pr. lo qe. A V.S.Y. Suplica se sirva mirarle con ojos debenignidad, (atendiendo à la Justicia qe. le asiste) y librarle aquella, qe. juzgue conveniente à aliviarle en parte de sus muchos y publicos apuros. Dios gue. à V.S.Y. ms. as. Guadalajara y Octubre 14 de 1836=  Yllmo. Señor. Justo Herranz y Quirós.

Debajo, está anotada la decisión del Ayuntamiento, de 22 de octubre de 1836 de darle una pequeña parte de lo mucho que se le debía:

Dénsele á cuenta mil rs. von. [firmado: Renteria]

Dos años después, encontramos a este maestro angustiado, aún, por el sueldo que le faltaba:

Yllmo. Señor. El profesor de 1a. educacion de V.S.Y. con todo acatamiento dice: Es tan grande el apuro en qe. hoy se encuentra, qe. ademas de lo aburrido y empeñado, no tiene pa. el preciso sustento, y ojalá fuera engaño! estandosele debiendo tantos miles; pr. lo qe. siendo solo V.S.Y. quien puede remediarle= Suplica encarecidamente se sirva mirarle con benignidad, y socorrerle; pues sin duda alguna, y sin ecsageracion perece: asi lo espera del magnanimo corazon de V.S.Y. Guadalaja. 23 de Junio de 1838. Yllmo. Señor. Justo Herranz y Quirós.

Años después, su viuda seguía reclamando la deuda al Ayuntamiento.

La situación no era diferente en otras zonas. Hemos publicado en el blog dos entradas, una sobre la vida de maestros en los siglos XVIII y XIX y otra sobre la de maestras en el siglo XIX, que muestran con más detalle las terribles condiciones de docentes y escuelas. Pero para mostrarlas se debe recurrir a documentos reales y a hechos comprobables.

Belén Almeida

 

Imagen: Tama66, Pixabay.

 

Cómo citar esta entrada:

Almeida, Belén (2019): “¿Fake news sobre maestros del pasado?: el hundimiento de la escuela de Ohanes”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: https://textorblog.wordpress.com/2019/05/05/fake-news-sobre-maestros-del-pasado-el-hundimiento-de-la-escuela-de-ohanes/.

 

Para saber más:

Carlos Villoria Prieto (2015), Un alpujarreño en la regencia de Manila: Diego Martínez de Araque (Ohanes, 1736-Granada, 1786), Farua: revista del Centro Virgitano de Estudios Históricos, 18, 2015, págs. 53-88.

Ramón López Domech (2000), La viga de Ohanes: algo más que un conflicto escolar en el siglo XVIII, Revista Complutense de Educación, 2000, 11, 153-173.

CORDE: REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. <http://www.rae.es&gt; [Fecha de la consulta]

 

La historia puede leerse en:

Serón de Nágima. Memorias de un pueblo soriano:

https://books.google.es/books?id=_OHgCwAAQBAJ&pg=PA58&lpg=PA58&dq=%22joseph+sancho+meng%C3%ADbar%22&source=bl&ots=JBFp16WI1G&sig=ACfU3U3A7imlhjYHkP-aMcVT3JQ9zkeOWg&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwi7hc_1ov3hAhWGnhQKHYuLCKsQ6AEwBXoECAgQAQ#v=onepage&q=%22joseph%20sancho%20meng%C3%ADbar%22&f=false

https://minombre.es/rafaleon/blog/hundimiento-de-la-escuela-de-ohanes

http://www.elpimo.es/Pueblos%20de%20La%20Alpujarra/Expediente%20de%201734%20sobre%20la%20escuela%20de%20Ohanes%20de%20las%20Alpuxarras.pdf

http://www.juntadeandalucia.es/educacion/vscripts/wginer/w/rec/3101.pdf

http://www.juntadeandalucia.es/cultura/archivos/DetalleArchivoPdf?d=pdf&id=2413

http://puertoreal.cnt.es/denuncias-sociales/2783-la-viga-de-la-escuela-el-maestro-los-peritos-y-el-alcalde.html

http://www.al-andalus.info/Historias%20y%20leyendas/La%20dichosa%20viga%20de%20Ohanes.htm

https://julianbuey.wordpress.com/2010/03/25/la-viga-el-maestro-y-el-alcalde-del-blog-de-jose-luis-lopez-bulla/

http://www3.uah.es/vivatacademia/anteriores/veintiseis/buzonlector.htm

https://paraprofesdeconomia.com/2012/05/31/el-hundimiento-de-la-escuela-publica-una-leccion-de-historia/

http://www.radioadaja.es/noticias/2019-01-28/la-alhondiga-dedica-una-tertulia-a-la-viga-de-ohanes

http://jordimarrot.blogspot.com/2012/05/la-leccion-que-nos-da-el-hundimiento-de.html

http://indaloxes.blogspot.com/2011/

http://www.se16.info/hgb/ohanes.htm

Libros escolares en la España del siglo XIX

Ya hemos hablado en entradas anteriores de los maestros y maestras de escuela en el siglo XIX. Esta entrada la dedicaremos a los libros que se utilizaban para la enseñanza.

Todos los docentes, hasta entrado el siglo XX, tenían que realizar al final de cada curso el inventario de todos los objetos que se encontraban en el aula. Si no seguían impartiendo clase en ese lugar, su sustituto debía comprobar al inicio del siguiente curso que la clase disponía de todos los objetos recogidos en el inventario. Estos inventarios son muy interesantes, porque nos permiten saber cómo estaba amueblada la clase, qué objetos se utilizaban y, lo que más importancia tiene para esta entrada, qué libros se utilizaban. En la fotografía que encabeza la entrada, puede verse un inventario de una escuela de niñas de Guadalajara de 1898 (este documento se conserva en el Archivo Municipal de Guadalajara). Aquí puede verse (no en la primera página, que es la que se muestra, sino en las siguientes) cómo la escuela tiene un gran número de libros:

[NÚMERO] [CLASE DE EFECTOS.] SU ESTADO
Nuevo. Mediano uso. Inútil.
32 Paseos escolares 1
33 Manuscritos por Caballero 6 3
34 Fábulas por Samaniego 6 6 1
35 Historia de España 8 3
36 La buena Juanita 6
37 Ortografias 6 4
38 Gramáticas 6 4
39 Aritméticas 7
40 Geografias 7 2
41 Cuentos morales 6
42 Historia Sagrada 5
43 Guia del artesano 4
44 Luz de la infancia 7
45 Guia de Guadalajara 2
46 Consejos á las niñas 2
47 Parnaso de los niños 2
48 Geometria 1
49 Mejores Autores 1
50 Libros de los párvulos 12
51 El Instructor 3
52 Varios libros nuevos 6
53 Catecismos por el P. Ripalda
54 Páginas de la infancia 6
55 Trozos escogidos 5
56 Influencia doméstica 4
57 Catecismo esplicado 1
58 Lecciones de Historia Sagrada 1

También tienen mucho interés los presupuestos escolares, documentos en los que el maestro o maestra solicita al Ayuntamiento el material necesario para un curso. En la mayoría de los  presupuestos se prevé la compra de numerosos libros, pues estos se rompían pronto con el uso continuado. Por ejemplo la maestra de Alcalá de Henares Saturnina Álvarez incluye en su presupuesto, en 1861 (Archivo Municipal de Alcalá de Henares, carpeta 813/1):

Gastos de escritorio y labores
Dos docenas de Catecismos por Ripalda y Fleuri unidos . . 48 [reales]
Vna id. del Espejo de las niñas .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .    36
Otra id. del Martinez de la Rosa .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  36
Otra id. del 4º cuaderno por los Srs Ao. y Carda.       .  .  .  .   36
Otra id. de la Gramática castellana .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .   36
Otra id. de la Aritmética de Hernando .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 18
Para papel tinta y plumas .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .    50
Para agujas hilo y demas útiles para las labores . . . . . . 107

Por último, otros documentos en que también se puede comprobar qué libros se usaban en las escuelas son los recibos de librerías e imprentas donde los profesores adquirían los libros. Por ejemplo, el profesor de Alcalá de Henares Narciso Castrillo adquirió el 10 de octubre de 1861 en Madrid, en la «imprenta, almacén de papel y libros rayados de don Victoriano Hernando, calle del Arenal, número 11, esquina a san Jinés» una gran cantidad de libros y cuadernos para el curso que empezaba (documento conservado en el Archivo Municipal de Alcalá de Henares, carpeta 813/1):

[MESES.] [DIAS.] [REALES] [MRS.]
{3} 12 Plutarcos de los niños holandesa 66
{4} 12 Cuadernos Lectura de Corderera 24
{5} 12 Prontuarios de Ortografia 36
{6} 12 Cartillas agrarias Olivan 24
{7} 24 Catones de Florez 30
{8} 1 Libra de yeso y dos esponjas 14
{9} 2 Suscriciones alos Anales de 1860 y 1861 80
{10} 12 Cuadernos 1os. de Avendaño y Corderera 24
{11} 12 id 3os. y 4os. id id 36
{12} 6 id 5os. id id id 24
{13} 12 Yndustria de *yaralar 24
{14} 12 id Nociones de Como. de id 36
{15} 1 Libro de Clasificacion en holandesa 36
{16} 1 Resma papel fino de Escuelas 38
{17} 2 Resmas papel pautado de todas reglas 78
{18} 24 Epitome gramatica de la Academia 48
{19} 36 Aritmeticas de Hernando 18
{20} 636
{21} 1 Gramatica grande de la Academia 18
{22} Suma 654
{23} Madrid 10 Octubre de 1861.
{24} Recibi Por Dn. Victoriano Hernando
{25} Franco. Parra

Estos libros solían ser de pequeño tamaño, de poca longitud (rara vez más de 70 u 80 páginas) e impresos con tinta negra, sin colores. A veces tenían ilustraciones, también en negro. Se correspondían con las materias que se impartían en las escuelas elementales o de primera enseñanza: lectura, escritura, doctrina cristiana, historia sagrada, moral y urbanidad, lengua española, aritmética y geometría, geografía, historia, etc. También se impartían nociones de agricultura a los niños, y a las niñas de higiene y cuidado del hogar.

Bastantes de los libros, especialmente los de materias más teóricas, estaban organizados en preguntas y respuestas, como por ejemplo: Pregunta: ¿Qué es Gramática? Respuesta. El arte de hablar bien.

También había en las clases libros de lectura, con cuentos, narraciones y poemas. Algunos estaban destinados solo a niñas o solo a niños, como el Faro de las niñas, el Espejo de las niñas, los Consejos a las niñas o La buena Juanita para niñas, o el Nuevo Juanito para los niños. Libros como el Plutarco de los niños o la Moral de la historia utilizaban episodios de la historia para comunicar enseñanzas morales.

Gracias a iniciativas como la Biblioteca Digital Hispánica, proyecto de digitalización de la Biblioteca Nacional de España, se pueden consultar en línea muchos de estos libros:

Por ejemplo, aquí puede verse el Catecismo histórico de Claude Fleury; aquí el Catecismo de urbanidad civil y cristiana para uso de las escuelas y seminarios del reyno, con las reglas de discrecion de palabras, y ceremonias en todos los casos que pueden ocurrir en el trato, de Santiago Delgado; aquí la Guía del artesano, que contiene toda clase de documentos necesarios en el discurso de la vida, y 220 caracteres para leer manuscritos, de Esteban Paluzie, una obra que en imprenta imita diferentes estilos de manuscritura, para que niños y niñas se acostumbrasen a leer también letra manuscrita; aquí los Consejos a las niñas de Benito García de los Santos; aquí el Plutarco de los niños: libro de lectura para las escuelas, por Vicente Barrantes; aquí el Páginas de la infancia, o sea el libro de los deberes de los niños, de Ángel María Terradillos; aquí la Guía del ama de casa o principios de economía e higiene doméstica con aplicación a la moral…, de Carlos Yeves; aquí La moral de la historia: colección de cuadros históricos con su aplicación moral al alcance de los niños, Pilar Pascual de Sanjuán, aquí el Prontuario de Ortografía elaborado por la RAE para el uso de las escuelas, y aquí las Nociones generales de aritmética teórico-práctica por Clemente Fernández y Jorge García de Medrano.

Pueden buscarse más de los libros citados en http://www.bne.es/es/Catalogos/; si aparece que se encuentran en la Biblioteca Digital Hispánica, puede consultarse su reproducción en línea; para acceder simplemente hay que pinchar sobre el vínculo.

bdh

Otro día hablaremos más sobre alguno de los libros y sobre los métodos para el aprendizaje de la lectura y escritura.

Belén Almeida

 

Para saber más:

Los documentos que se citan se conservan en los archivos municipales de Alcalá de Henares (AMAH) y Guadalajara (AMGU).

Los libros se encuentran disponibles físicamente en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, y en el fondo histórico de otras bibliotecas. Por ejemplo, la Universidad de Alcalá conserva el fondo de las antiguas Normal de Maestros y Normal de Maestras de Guadalajara, donde se encuentran muchos de estos libros.

En línea, los libros pueden consultarse en la Biblioteca Digital Hispánica de la BNE; puede accederse directamente desde el catálogo general (http://catalogo.bne.es/) o desde el de este proyecto: http://www.bne.es/es/Catalogos/BibliotecaDigitalHispanica/Inicio/index.html.

 

Maestras de escuela, siglo XIX

En la escuela del siglo XIX, las niñas aprendían con una maestra, los niños con maestros. La formación de las niñas era diferente de la de los varones; a comienzos de siglo su principal objeto era el aprendizaje de la costura o “labor de manos”, aunque, según leemos en un documento oficial de 1783, “si alguna de las muchachas quisiere aprender a leer tendrá igualmente la maestra obligación de enseñarlas”. También se aludía muchas veces, al hablar de la escolarización de las niñas, a las “labores propias de su sexo”.

En un documento de Alcalá de Henares de 1838, la maestra Cándida Yela tiene niñas que reciben clases de “costura, bordado, lectura y escritura”, otras aprenden “costura, lectura y escritura”, y la mayoría solamente “costura y lectura”. Queda clara la jerarquía de los aprendizajes, desde el bordado, lo más lujoso e innecesario, hasta la costura y lectura, lo más básico. Pero había incluso niñas que iban a la escuela y no aprendían ni siquiera a leer:

En el mismo año de 1838, Juana García, también en Alcalá, tiene en su escuela seis niñas «de primera clase» que aprenden “labores propias de su sexo, leer, escribir y doctrina cristiana” (por ocho reales mensuales), ocho «de segunda clase» que no escriben (y pagan seis reales) y doce «de tercera clase» que “no leen ni escriben”, por lo que pagan cuatro reales mensuales (aprendían solo doctrina cristiana y «labores propias de su sexo»).

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Al avanzar el siglo XIX, la educación de las niñas fue incluyendo nuevos contenidos, como ortografía, gramática, aritmética, historia, y llegó a parecerse bastante a la de los niños, aunque la costura seguía ocupando una parte muy importante del tiempo. Aún en 1893 una maestra compraba, en un comercio de Guadalajara, “dos millares ahujas”, “dos docenas dedales”, “tres pares tijeras”, telas y cintas.

La formación de las maestras era, al comienzo de siglo XIX, bastante deficiente. Durante el primer tercio del siglo, no era raro que las maestras escribiesen con una habilidad muy inferior a la de sus colegas varones, que cometiesen errores e incluso que fuesen analfabetas.

En la imagen de arriba puede verse cómo es la letra de la maestra Juana García en un documento de 1838: no escribe en líneas horizontales, sino que las inclina hacia arriba, une determinadas palabras entre sí (por ejemplo determinante posesivo y nombre: suenseñanza, supaga) y presenta la peculiar grafía sexso.

Pero no era la peor situación que podía darse: en un documento de 1852 dirigido a la Real Sociedad Económica Valenciana de Amigos del País sobre ciertas escuelas valencianas, se recoge la queja de que “si bien las maestras que las dirigen son sobresalientes en las labores propias de su sexo, carecen de la instruccion necesaria en los demas ramos de enseñanza», y pide que se atienda especialmente que todas «introduzcan en sus clases las materias indispensables de lectura, escritura y aritmetica por lo menos”.

Aún en 1883 varios periódicos se hacen eco de una noticia, publicada en un periódico local, según la cual una maestra ha sido despedida por no saber leer ni escribir. La sorpresa de los periodistas muestra que en ese momento la idea resultaba chocante:

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La época, 17 de febrero de 1883

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El liberal, 18 de febrero de 1883

La formación de las docentes mejoró mucho desde mediados del siglo XIX. La Ley de Instrucción Pública de 1857 (ley Moyano) convertía en obligatoria la enseñanza para niños y niñas y creó la Escuela Normal Central de Maestras en Madrid. También regulaba el acceso al cuerpo de profesores y profesoras de la escuela pública. Sin embargo, en esta ley no era obligatoria la creación de escuelas normales provinciales para maestras, la formación exigida a las maestras era más superficial que la de los maestros y se preveía que cobrasen una tercera parte menos. La igualdad de sueldos llegaría en 1883. Hacia finales de siglo, la formación de las maestras empezó a incluir contenidos que anteriormente solo cursaban los maestros, como ciencias naturales, física, geometría o educación física.

En los documentos escritos por maestras conservados en los archivos municipales, puede verse desde 1860 o 1870 un gran cambio: ahora las maestras muestran su buena formación y el orgullo que sienten por su trabajo, y hacen sus solicitudes con un tono mesurado, pero seguro. Por ejemplo Adelaida Ronco, maestra de Guadalajara, cierra en 1898 su petición de material al Ayuntamiento diciendo que

Con todo lo que antecede, y con lo que pueda comprarse de material fijo en el próximo  presupuesto con lo asignado para material de la Escuela, podrá quedar esta, aunque modestamente, en condiciones de llenar, por el presente, los altos fines de la enseñanza.

Y en 1880, Josefa Martínez Moreno, maestra en Alcalá, o, como ella escribe, “Profesora titular de niñas de esta Ciudad”, escribe al Ayuntamiento para reclamar un aumento de sueldo parejo al de sus compañeros varones, pues

[ha] llegado á su noticia, que á los Profesores Públicos se les ha aumentado sus sueldos fijos en doscientas setenta y cinco pesetas, prescindiendo de la que suscribe: Y considerando que la Ley de Instruccion Pública concede los mismos derechos y deberes á los profesores de ambos sexos, y que la esponente tiene probados los mismos estudios, y practicados iguales ejercicios que los citados profesores: Considerando que la R. O. de 10 de Agosto de 1858, concede derecho á la solicitante para que se la remunere con las doscientas setenta y cinco pesetas que á los maestros se han aumentado; cree haya sido un olvido de la Comision encargada del arreglo de dicho sueldo, el haber hecho caso omiso de la esponente.

Las maestras sufrieron con frecuencia, como los maestros (como ya vimos en un post anterior), la terrible lacra de la falta de pago de sus sueldos, un motivo que llegó a aparecer frecuentemente en la prensa seria y, como aquí, en la prensa satírica:

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El motín, 11 de julio de 1889

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El motín, 13 de enero de 1889

Dedico esta entrada a la memoria de mi madre y de su madre, maestras.

 

Belén Almeida

 

La imagen superior es parte del documento citado escrito por Josefa Martínez reclamando un aumento de sueldo como el concedido a sus compañeros varones.

Para saber más:

Para escribir esta entrada he utilizado documentos de los archivos municipales de Alcalá de Henares (carpeta 1087/3) y de Guadalajara (caja 1568).

Los ejemplares de El Motín, La época y El liberal los he consultado en la Hemeroteca Digital (www.bne.es).

He encontrado el documento sobre las escuelas de Valencia en esta página de la Universitat Politècnica de València: https://riunet.upv.es/handle/10251/22428

Más hambre que un maestro de escuela

El domingo 29 de octubre de 2017 se celebró el 175 aniversario de la Escuela Normal de Maestros de Guadalajara, una de las primeras escuelas normales provinciales cuya fundación preveía la conocida como ley Moyano. En la Facultad de Educación de la Universidad de Alcalá, situada en Guadalajara y la continuadora de aquella Normal de Maestros y de la posteriormente fundada Escuela Normal de Maestras, se celebraron durante ese mes diversos actos de conmemoración.

Como blog de la universidad de Alcalá, hecho por filólogos interesados por la educación y su historia, a lo largo de varias semanas publicamos algunos posts dedicados a los antiguamente llamados «maestros de niños» o «maestros de escuela».

El dicho «pasar más hambre que un maestro de escuela» tenía en el XIX mucha relación con la realidad. Los maestros y maestras cobraban sobre todo de las arcas municipales, y estas no solían estar muy llenas… Había maestros cuyos sueldos se retrasaban hasta en tres, cuatro o más años completos. La situación de muchos era desesperada. Un maestro de Guadalajara, Justo Herranz, escribía al Ayuntamiento en 1836, hablando de sí mismo en tercera persona, que

se halla enteramente aburrido, pereciendo, sin tener que comer, rodeado de trampas, haciendo bastardías para poder malpasar (impropias en su carácter) y apurado hoy por ochocientos reales de alquileres de la casa que habita […] [sin] poder hacerse nada de ropa para este ivierno; y las causas son el estársele debiendo de sus sueldos alimenticios la escandalosa cantidad de 23,573 reales, fin del corriente.

A pesar de sus quejas, no se solucionó su situación, pues dos años más tarde, en 1838, escribía otra angustiada misiva, en la que decía que

se halla constituido en la mayor indigencia, lleno de trampas, y privado por este hecho aun del trato de gentes: una de las deudas que hoy le oprimen (sin tener para comer) son la casa que habita, y administra la señora de Medrano, que la debe año y medio; otra el mayordomo de propios actual, que se le debe trescientos reales, y otros particulares que ascienden a unos mil y cuatrocientos reales, y la causa es debérsele de su corta dotación algo más de veinte y seis mil rs.

Unos meses más tarde vuelve a escribir:

Es tan grande el apuro en que hoy se encuentra, que además de lo aburrido y  empeñado, no tiene para el preciso sustento, y ¡ojalá fuera engaño!, estándosele debiendo tantos miles, por lo que siendo solo Vuestra Señoría Ilustrísima quien puede remediarle, suplica encarecidamente se sirva mirarle con benignidad, y socorrerle; pues sin duda alguna y sin ecsageración perece.

En 1845, su viuda Teresa Salazar pedía aún que se le abonase este dinero (o al menos parte de él) para poder mantenerse.

Con este panorama, no es raro que la prensa recogiese como la característica más conocida de los maestros su enorme pobreza. Los numerosos periódicos y revistas satíricos aludían a esta situación escandalosa en historietas, chistes e ilustraciones:

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maestro judaizante

 

maestro ayunador

El motín publicó en 1889 una historia de un joven «gordo, lucio y colorado», lozano y lustroso al que «le dio la manía / de estudiar pedagogía»:

maestro gordo

El maestro va adelgazando por no recibir su sueldo, hasta que un día, muerto de hambre, devora los carteles que usa en clase:

maestro flaco

 

A pesar de todo, muchos maestros y maestras se sentían orgullosos de su trabajo y de su formación y eran conscientes de la importancia que tenía su labor. Pero esto es tema de otra entrada (como esta sobre maestras en el siglo XIX).

En la Facultad de Educación de la UAH, en Guadalajara, se celebraron desde el 30 de octubre hasta el 24 de noviembre distintos actos conmemorativos. Se puede consultar el programa en:

https://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=3&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwjN8uCGqI_XAhWIchQKHQgZBmcQFghDMAI&url=http%3A%2F%2Feducacion.uah.es%2Fnoticias%2Fdocs%2Ftriptico-final-.pdf&usg=AOvVaw3Xbq0UAXVAAWp2FKi6uEG4

Mi colega Héctor Bonilla Mínguez y yo preparamos una pequeña exposición sobre la escuela en Guadalajara en el siglo XIX, que ahora cuelga en la segunda planta de la facultad de Educación.

 

Belén Almeida

 

Para saber más:

Los documentos de Justo Herranz están conservados en el Archivo Municipal de Guadalajara.

He consultado la Hemeroteca digital (www.bne.es):
Chiste de las bodas del hambre: La filoxera, 7 de marzo de 1880.
Chiste del maestro judaizante: Madrid cómico, 8 de agosto de 1880.
Chiste del maestro ayunador: La avispa, 1888.
Historieta: El motín, 1889.

Imagen: Oliver Gruener, http://www.freeimages.com/photo/black-and-white-1423545