No hay Pascua sin Cuaresma

En estas fechas se puede leer y escuchar más que en otro momento del año las palabras Pascua y Cuaresma. En el momento de redacción de este post, nos encontramos todavía en el período de Cuaresma, justo en la festividad conocida en el mundo hispanohablante como Semana Santa, los últimos días antes de que finalice esta etapa. El nombre viene del latín quadragesima, por el “cuarto día” y según el DLE, es “tiempo litúrgico de preparación a la Pascua de Resurrección, desde el Miércoles de Ceniza al Miércoles Jueves Santo, y que se caracteriza por ser un período de penitencia”.

Los documentos anteriores a 1800 del corpus CODEA nos muestran cómo se contaba con la Cuaresma para dividir el tiempo por diversos motivos. Por ejemplo, en la cláusula del testamento de Simón Fortuño, escrita en Teruel en 1378, el otorgante pide que se haga una misa de aniversario por su alma durante la “santa Cuaresma”. A finales del siglo XVIII encontramos el estatuto del obispado de Plasencia, en el cual se indica las lecturas, alumnos y horarios de la cátedra de Retórica y Gramática de esta ciudad. Durante la Cuaresma se indica que deberán traducir “San Gerónimo y Emblemas de Andrés Alciato para los más aprobechados”.

Un asunto que afectaba especialmente a los fieles cristianos era la prohibición de comer carne durante esta época, aunque hay que decir que este ayuno no era exclusivo de la Cuaresma, que aparece establecida en la definición del DLE, sino que se seguía en otros momentos el año como el Adviento y todos los viernes y sábados del año. Es por esto que el reparto de carne en Cuaresma también se establecía en normativas, como el documento CODEA 1958 de Chinchilla (Albacete), de 1769. En ocasiones, el no seguir la norma podía acarrear más de un problema, como se sucedió al zaragozano Tomás Arcal, denunciado ante la Inquisición en 1768 por comer durante la Cuaresma, según un testigo, “buenas magras de tocino”. El delito era establecido con el nombre de “desprecio formal del precepto del ayuno y abstinencia”. Este documento y otros similares se pueden encontrar en el Portal de Archivos Españoles, PARES, con su facsímil.

Tras la Cuaresma, llega la Pascua. Recibe el nombre del latín vulgar, pero procede originalmente de la pesah, la pascua judía que celebraba Jesús y que conmemora el fin de la esclavitud de los hebreos en Egipto (DLE). En el documento CODEA 0150, hecho en Burgos en 1254, se puede leer cómo se establece un pago para “pascua de Cuaresma”. En otro documento más tardío, de 1645, se menciona el período “desde todos Santos hasta Pascua de Resurrección”, otro de los nombres recibidos. En realidad, era necesario distinguir esta Pascua de la de Navidad. Hasta su desuso en los últimos años, ha sido habitual llamar así a las fiestas de Navidad. De ahí que haya quedado solamente en expresiones como “Felices Pascuas”, cada vez menos empleada a favor de “Feliz Navidad”, o en algunos nombres, como la hermosa planta navideña llamada flor de Pascua. Sin embargo, a lo largo de la historia se encuentra esta denominación. Así, en un documento de Guadalajara de 1682 (CODEA 0180) aparece “Pascua de Nabidad”. En las felicitaciones de navidad del siglo XVIII, lo más frecuente es leer alusiones a las Pascuas, en plural o singular (como ya explicó con detalle Belén Almeida en el post Navidad en CODEA). Por poner un caso, en una carta emitida en Valencia en 1704, escriben con gran cortesía: “Señor mío, la ocación de las próximas pascuas del Nacimiento repite los motivos a mi obligación de anunciarlas” (CODEA 1939).

Delfina Vázquez Balonga

 

Para saber más:

CODEA = Corpus de Documentos Españoles Anteriores a 1800. <http://www.corpuscodea.es/&gt;

DLE = Diccionario de la Lengua Española. Disponible en <http: http://www.rae.es/&gt;

PARES = Portal de Archivos Españoles. Disponible en <http://pares.mcu.es/&gt;

 

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