Español medieval del siglo XVII: Los jueces de Castilla

En algunas obras del siglo XVII ambientadas en la Edad Media, se da un intento de imitar el castellano medieval. Es la «fabla antigua». La «fabla antigua» es una más de las recreaciones de modos de hablar que se dan en textos de ficción de los siglos XV al XVIII, aproximadamente, junto al sayagués o la lengua de moriscos, de gitanos, de vizcainos, etc., que ya vimos hace un tiempo en la entrada Villancicos cantados por… Es distinta de otras recreaciones porque no solamente afecta a la manera de hablar de personajes secundarios, sobre todo graciosos, como sucede con el sayagués, el habla de moriscos o de vizcainos, sino que afecta al modo de hablar de todos los personajes de una obra, lo cual es lógico, puesto que pretende ayudar a situar la acción en una época medieval en la que se mueven tanto héroes como antihéroes o graciosos, tanto nobles como villanos.

Pueden entenderse como un uso de la fabla antigua también los pasajes en que don Quijote habla al modo antiguo, imitando los libros de caballerías que tanto admira. Por eso en los exámenes de oposición a profesorado de Secundaria (de Lengua y literatura, claro), cuando cae un segmento del Quijote en que el protagonista utiliza esta manera de expresión, es tan difícil adscribir la lengua a una época. Los propios libros de caballerías, publicados en el siglo XVI, utilizan una lengua conscientemente anticuada o arcaizante que también tiene muchos puntos en común con la conocida como «fabla antigua».

Pero ¿hasta qué punto constituye esta recreación una imitación más o menos creíble de la lengua antigua, qué características de esta reproduce y cuáles deja de lado? O incluso ¿se cometen equivocaciones?

Las principales características de la «fabla antigua» podemos encontrarlas ya expuestas por Menéndez Pidal (1968, cit. en Plans 2004): conservación de la f- inicial procedente de la F- inicial latina, uso de palabras como non, ca, ende, otrosí, maguer, aína, uso de formas pronominales arcaicas, uso de las antiguas formas paroxítonas de los verbos (ayades, fagades), uso de futuro de subjuntivo, derivados en -ura o -anza, formas antiguas de ciertas palabras (home, nome, etc.), asimilación -rl- > -ll- en los infinitivos más pronombre átono, ocasionalmente -e paragógica (amare, pane por ‘amar’, ‘pan’) y otros arcaísmos morfosintácticos y léxicos.

Para esta entrada analizaremos la comedia Los jueces de Castilla, atribuida a Moreto. O mejor dicho, la lectura de esta comedia fue la que inspiró esta entrada, en la que queremos presentar cómo funciona esta recreación de la lengua medieval y fijarnos en sus principales características y algunas características del español medieval que no suele recoger.

  • Conservación de F- inicial latina: en Los jueces aparecen regularmente formas como fermosura, fables, farta, facerte, fembra. Es general. No suele haber errores por ejemplo que conviertan en f- las h- procedentes de H- latina, como la de hombre o haber. Hay a veces variaciones, por ejemplo encontramos tanto fallar como hallar.
  • Uso de e por y en la conjunción copulativa: es general, aunque en ocasiones se encuentra y: «Sol le tiene, y él por ella / me desprecia».
  • Cambio de timbre de vocales átonas u / i en o / e: soceden ‘suceden’, roin ‘ruin’, escorrir ‘escurrir’, sacodir ‘sacudir’. Este recurso es también muy frecuente en el sayagués y en general en el habla de personajes populares o rurales, por lo que cuando lo encontramos en Los jueces en «Válame santa Locía» o «sacodirnos», dicho por el criado Sancho, no sabemos si atribuirlo a la fabla antigua o a una marca especial de lengua popular.
  • Uso de pr- por pl-, como en «me praz» por ‘me place’, praza por ‘plaza’. Este rasgo es uno de los más característicos del sayagués. Sin embargo, en Los jueces es utilizada por los protagonistas, como Ramiro («Fembra que mi asombro eres / ¿verter lágrimas te praz?»), por lo que debemos pensar que no es un rasgo marcado como popular, al contrario que el sayagués, que en los textos en que aparece se da en boca de rústicos, pastores o labradores.
  • Adverbio de negación non: «Yo non fuyo». Sin embargo, en Los jueces alterna non con no. En realidad, la mayoría de los rasgos, hasta los más generales (con la posible excepción de la f-, que es el más regular), se encuentran unas veces y otras se olvidan.
  • Morfología verbal arcaizante: avedes fecho, quisiéredes, hiciérades, tenedes. Pero encontramos también fuyais, fareis, es decir, verbos en la forma moderna (de la desinencia).
  • Uso del sufijo -iello, en forma no reducida: Castiella. Sin embargo, también encontramos en el texto fablilla, y otras formas en –illa, mientras que por el lado del uso de –iella/o está el inexistente viella ‘villa’ («Yo de Castiella / tengo todas las llaves; non hay viella / que a mi mando non sea»).
  • Pronombres: «Ramiro vos irà en zaga», prázcavos, obedecervos
  • -rl- > -ll- en los infinitivos más pronombre y -dl- > -ld- en imperativos más pronombre: envidiallos, finallos ‘matarlos’, detenelde.

  • Uso de la construcción artículo más posesivo y de formas antiguas de posesivo: vuesos o vuessos.

  • Uso de haber con valor de ‘tener’: he pavor.

  • Léxico desusado: arredres, home ‘hombre’, «fin harán tus juglerias», guarir, válame ‘válgame’, vegadas ‘veces’, asechanzas, maravedis, alafe, acuitarse, resollar, fincar ‘quedar(se)’, abajar, cedo ‘rápido’, plañir, ansí, conhortar ‘consolar’, paso ‘despacio’, sandia ‘tonta’…
  • Construcciones o colocaciones inhabituales, como faz embidia (hace envidia).

 

Y ¿qué rasgos del español medieval no aparecen en esta comedia escrita en fabla antigua, y en general en la fabla antigua?

  • No aparece ç: en palabras como corazon, zaga o caza en la escritura medieval se encuentra regularmente ç; esto no se ve en la recreación de la «fabla antigua».
  • No aparece z en palabras como dezir, fazer, como era usual en la Edad Media, sino que encontramos face, dice.
  • No aparecen las formas só, dó, estó sino soy, doy, estoy.
  • No aparece la típica falta de h- inicial de la escritura medieval: haver, home se presentan con h-, aunque lo más habitual en la Edad Media era no escribir esa h-.

Resultan sorprendentes en Los jueces elementos como yan por ‘ya’: «Yan a los dos venir siento», «que de vos yan he sabido», y combinaciones de elementos de sabor antiguo y moderno como «faced una acción».

¿Qué rasgos de los señalados se aprecian en el siguiente segmento del Quijote?

[…] don Quijote, coligiendo por su huida su miedo, alzándose la visera de papelón y descubriendo su seco y polvoroso rostro, con gentil talante y voz reposada les dijo:

– Non fuyan las vuestras mercedes, ni teman desaguisado alguno, ca a la orden de caballería que profeso non toca ni atañe facerle a ninguno, cuanto más a tan altas doncellas como vuestras presencias demuestran.

Mirábanle las mozas y andaban con los ojos buscándole el rostro, que la mala visera le encubría; mas como se oyeron llamar doncellas, cosa tan fuera de su profesión, no pudieron tener la risa, y fue de manera que don Quijote vino a correrse y a decirles:

– Bien parece la mesura en las fermosas, y es mucha sandez además la risa que de leve causa procede; pero non vos lo digo porque os acuitedes ni mostredes mal talante, que el mío non es de ál que de serviros.

El lenguaje, no entendido de las señoras, y el mal talle de nuestro caballero acrecentaba en ellas la risa y en él el enojo, y pasara muy adelante si a aquel punto no saliera el ventero, hombre que, por ser muy gordo, era muy pacífico, el cual, viendo aquella figura contrahecha, armada de armas tan desiguales como eran la brida, lanza, adarga y coselete, no estuvo en nada en acompañar a las doncellas en las muestras de su contento. Mas, en efeto, temiendo la máquina de tantos pertrechos, determinó de hablarle comedidamente y, así, le dijo:

– Si vuestra merced, señor caballero, busca posada, amén del lecho, porque en esta venta no hay ninguno, todo lo demás se hallará en ella en mucha abundancia.

Viendo don Quijote la humildad del alcaide de la fortaleza, que tal le pareció a él el ventero y la venta, respondió […].

 

Belén Almeida

Imagen: palacete Laredo, construido en el siglo XIX en estilo neomudéjar, en Alcalá de Henares. Foto tomada del artículo de wikipedia «Palacete Laredo».

 

Para saber más:

Antonio Salvador Plans, “Los lenguajes especiales y de las minorías en el Siglo de Oro”, R. Cano (coord.), Historia de la lengua española, Ariel, 2004, págs. 771-797.

Los jueces de Castilla, atribuida a Agustín Moreto

Ejemplar impreso, sin año (¿entre 1651 y 1750?), conservado en la Biblioteca Nacional de España
http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000097027&page=1

Edición crítica, regularizada (se eliminan aquellos elementos que no tienen relevancia fónica; para más detalles sobre esto consultar posts con el tag «comentario filológico») en la estupenda página

http://www.moretianos.com > (concretamente) http://www.moretianos.com/pormoreto.php > http://www3.ubu.es/proteo/docs/Comedias/JuecesCastilla.pdf

En esta página, pueden leerse todas las comedias de Moreto. Recomiendo El desdén, con el desdén, que me encanta desde que la leí por vez primera, hace ya…

El texto de Los jueces de Castilla con prólogo, notas filológicas y variantes en:

Comedias de Agustín Moreto. Primera parte de comedias, dir. María Luisa Lobato, coord. Javier Rubiera; Los jueces de Castilla, ed. Abraham Madroñal y Francisco Sáez Raposo; El lego del Carmen, San Franco de Sena, ed. Marco Pannarale; Lo que puede la aprehensión, ed. Francisco Domínguez Matito. Vol. IV, Kassel, Reichenberger, Colección Ediciones Críticas 171, 2010.

2 comentarios sobre “Español medieval del siglo XVII: Los jueces de Castilla

  1. Qué curioso y qué pena que se hayan perdido algunas cosas que nos mantenían más cerca de nuestros hermanos latinos. cuando hablas o lees italiano o portugués te das cuenta de cuánto se parecen algunas palabras a las españolas si te fijas en las españolas de hace 600 años. Debería haber una ALE, Academia Latina de la Lengua, jeje, que coordinase a la Crusca italiana, la Académie francesa y todas las que haya para cosas como acordar neologismos con base grecolatina en vez de inglesa, o intentar mantener semejanzas todo lo posible antes de que nos separemos todavía más y ya no entendamos nada de nada, como si hablásemos o leyésemos polaco… Una pena.

    Una cosa que nunca he sabido: las «ll» den «tomallo» (tomarlo), se pronunciaba «tomallo» o «tomal-lo»? Es que la pronunciación «tomal-lo», «cogel-lo», y similares, sí la he oído mucho en alguna gente de pueblo, sobre todo por Andalucía, pero «tomallo», jamás salvo en comedietas teatrales, y voy teniendo unos años.
    Hay muchos «dialectos» que uno no sabe si vienen de una degeneración del castellano culto por ignorancia o si en realidad son castellano medieval que se ha conservado, como cuando en algunos pueblos de Asturias todavía se dice «Voy cenar con el mi hermano».

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    1. ¡Gracias por el comentario! La verdad es que sí, desde «vegada» (‘vez’ en catalán, pero también en castellano medieval) a «luvas» (‘guantes’ en portugués, pero también en castellano áureo) hay cientos y cientos de palabras no usadas hoy que muestran el nexo entre las lenguas romances.
      En tomallo se decía realmente tomallo, como se puede ver por ejemplo en La dragontea, de Lope de Vega, donde dalla ‘darla’ rima con batalla: «duró sin descansar de dalla /
      Tres soles y tres lunas la batalla». Lo que pasa en algunas zonas (dal-la) es una asimilación. Es difícil saber si algo es una innovación (no digo degeneración) o un elemento antiguo conservado, pero desde luego «el mi hermano» es antiguo. También lo decían mis bisabuelos, de Cantabria. En el discurso de ingreso a la RAE de la profesora Inés Fernández-Ordóñez puede verse en el mapa 28 (después de la página 38 empiezan los mapas) la zona de artículo + posesivo.

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