Hombres necios que acusáis…

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿cómo queréis que obren bien
si las empujáis al mal?

Así dice la más famosa poesía de sor Juana Inés de la Cruz, y por mi parte (y no creo que sea la única) siempre me extrañó cuando era adolescente eso de «solicitar su desdén». ¿Por qué solicitan los hombres, es decir, piden o demandan, el desdén de las mujeres, es decir, su desprecio? No tiene mucho sentido.

Se trata de un caso de los que se pueden llamar «falsos amigos intralingüísticos», palabras que se encuentran en los textos antiguos (y en otros, pero de eso no hablamos ahora) y de las que hoy en día la mayoría de los hablantes no conocen más que un significado, diferente del que se usa en el texto. Como conoce la palabra, el hablante intenta comprender el segmento dando a esa palabra el significado que para él o ella tiene, y, aunque puede sentir cierta incomodidad o extrañeza, es raro que decida que no comprende nada, porque además la palabra, aunque ha variado en su significado, no lo ha hecho tanto que no haya relaciones entre una y otra acepciones.

En el caso citado, el error ocurre porque solicitar más un complemento de persona significaba seguir, perseguir, con frecuencia con propósitos amorosos, como aquí: los hombres solicitan a las mujeres cuando estas están desdeñosas, es decir, no inclinadas amorosamente hacia ellos.

Que solicitar significa esto se comprueba muy bien en estas dos citas de María de Zayas:

Caballero que solicitas la doncella, déxala, no la inquietes, y verás cómo ella, aunque no sea más de por vergüenza y recato, no te buscará a ti.

¡Ay, hombres, y cómo sois causa de tantos males! Porque ya no hallados con las comunes, buscáis y solicitáis las recatadas y recogidas, y si las vencéis, las dais ocasión, o para que sean tan comunes como las demás, o que hagan lo que Octavia hizo.

Y es que la mujer en el Siglo de Oro, solicitada por uno o más galanes, no lo tenía fácil: la preferencia amorosa del hombre generaba en ella (o debía generar, según se pensaba) agradecimiento u obligación.

Obligar, obligada, obligación son así otros falsos amigos intralingüísticos, como puede verse en lo que dice Beatriz en El villano en su rincón. La escena: jornada primera. «Calle, y salen Beatriz, y Jacinta, Labradoras, en hábito de Damas, y detrás Don Gutierre, y Martín, siguiéndolas.» Don Gutierre se disculpa por seguirlas: «mas no me culpéis, culpad / esos divinos luceros» (es decir, los propios ojos de Beatriz son los culpables de que don Gutierra la siga). Ella le ruega: «no intentéis / seguirme»; él insiste en «saber la calle, y no más» en la que ella vive, ella le responde que «El Noble no hace jamás / a la que quiere violencia». Don Gutierre le dice entonces: «Basta que vos lo mandéis: / yo no pasaré de aquí»; ella, al oír esto, dice que ahora sí seguirá andando hasta su casa, una vez segura de que él no la seguirá: «Pues yo de aquí pasaré / si vos me obligáis así» (es decir, si vos me hacéis este favor). Él: «Digo que vais [vayáis] en buen hora.» Ella: «Obligada voy de vos» (es decir, agradecida). Recordemos que obrigado, obrigada siguen siendo fórmula de agradecimiento en portugués.

Una vez obligada la mujer por la preferencia del hombre, su alabanza de su hermosura o algún obsequio, música u otra cosa que este le haya dado, puede mostrar esa obligación o agradecimiento mediante algún pequeño favor (honesto, por supuesto). Así se ve el avance de la relación amorosa: ruego / solicitación > obligación > favor; por tanto quien no pide, busca, ruega, solicita a la mujer mal puede esperar obligar, y, en último término, vencer o rendir. En La amistad castigada, de Juan Ruiz de Alarcón, se expresan así primero Turpín y luego el rey:

TURPÍN: No la has perdido; mas creo
que la vendrás a perder;
que quien no sabe emprender,
nunca logra su deseo.
Callando, ¿quién persuadió?
¿Quién venció sin intentar?
¿Quién obligó sin rogar?
¿Quién sin pedir alcanzó?

REY: […] ¿Qué importa la corona, qué la vida,
no siendo Aurora de mi amor vencida?
Todo lo he de arriesgar por obligalla,
todo lo he de perder por alcanzalla.

Una mujer solicitada por un hombre que no desea corresponder a la inclinación de este hacia ella no lo tiene fácil. María de Zayas afirma que

no porque una mujer sepa que un hombre la ama, si es en menoscabo de su opinión, está obligada a amarle.

Pero advirtamos el «si es en menoscabo de su opinión». ¿Y si no lo es? ¿Está entonces obligada? Veamos:

Desde las clases de literatura en que analizábamos el episodio de Marcela y Grisóstomo en la primera parte del Quijote sabemos que Grisóstomo muere porque Marcela no quiere corresponder a su amor, y que ella se defiende diciendo que no tiene obligación de pagar con amor el amor de Grisóstomo:

Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama.

Sabemos también que don Quijote impide que la molesten los pastores que acuden al entierro de Grisóstomo. Pero la defensa de don Quijote no es tan elocuente y compleja como la queja de un amigo de Grisóstomo a Marcela, que aparece en el entierro:

-¿Vienes a ver, por ventura, ¡oh fiero basilisco destas montañas!, si con tu presencia vierten sangre las heridas deste miserable a quien tu crueldad quitó la vida? ¿O vienes a ufanarte en las crueles hazañas de tu condición? ¿O a ver desde esa altura, como otro despiadado Nero, el incendio de su abrasada Roma?

Y después de la intervención de don Quijote, los amigos de Grisóstomo, nada convencidos por las razones de este, proponen para él el siguiente epitafio.

Yace aquí de un amador
el mísero cuerpo helado,
que fue pastor de ganado,
perdido por desamor.
Murió a manos del rigor
de una esquiva hermosa ingrata,
con quien su imperio dilata
la tiranía de amor.

También Gelasia, en La Galatea, afirma que

Del campo son y han sido mis amores;
rosas son y jazmines mis cadenas;
libre nascí, y en libertad me fundo.

Preciosos versos, apenas pronunciados los cuales «se levantó con una extraña ligereza, y como si de alguna cosa espantable huyera, así comenzó a correr por la peña abajo, dejando a los pastores admirados de su condición» (esto es, de que rechace de esa manera el amor). ¿Por qué esta huida? «Era la causa della […] ver al enamorado Lenio, que con tirante paso por la mesma peña subía con intención de llegar adonde Gelasia estaba, pero no quiso ella aguardarle, por no faltar de corresponder en un solo punto a la crueldad de su propósito».

Así pues, se considera que una mujer es «cruel» si se niega a corresponder a un hombre que la solicita, que muestra inclinación por ella, si niega su obligación. Pero tampoco corresponderle es la solución, pues se arriesga a una caída fatal, como la que planea don Alonso en una novela de María de Zayas:

Con estos y otros engaños (que así los quiero llamar) andaba don Alonso solicitando la tierna y descuidada corderilla, hasta cogerla para llevarla al matadero

¡Qué duro paso! ¿Qué hacer entonces, como mujer, si un hombre nos solicita, nos muestra inclinación? Reflexionan sobre ello Cintia, dama de Diana, y esta, que es hija del conde de Barcelona, en El desdén, con el desdén, de Agustín Moreto:

CINTIA: El ser desagradecida
es delito descortés.
DIANA: Pero el agradecer es
peligro de la caída.

Y es que, como dice Carlos, enamorado de Diana en la comedia y que (obviamente) se acaba llevando el gato al agua,

a las damas de tal nombre
puso el respeto dos líneas:
una es la desatención,
y otra, el favor; mas la avisa
que ponga entre ellas la planta
tan ajustada y medida,
que en una ni en otra toque:
porque si, de agradecida,
adelanta mucho el pie,
la raya del favor pisa,
y es ligereza; y si, entera,
mucho la planta retira,
por no tocar el favor
pisa en la descortesía.

 

Belén Almeida Cabrejas

Foto: Belén Almeida

 

Para saber más:

He obtenido la mayoría de las citas del corpus CORDE, de la Real Academia Española (en línea).

 

 

2 comentarios sobre “Hombres necios que acusáis…

  1. Dos horas me he pasado buscando alguna confirmación a que en «solicitáis su desdén», no podía entenderse como pedir el desdén de las mujeres, sino como vencerlo o algo parecido. Afortunadamente he llegado a esta página. Muchas gracias por compartir tus conocimientos.

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