Instrumentos para la ciencia

El corpus CODEA ha incorporado recientemente y por primera vez documentos del siglo XIX. De estos, muchos están escritos por mano femenina, lo que ha ampliado considerablemente el espectro social de los escriptores. Además, han variado las habilidades y los temas. Algunos documentos pertenecientes al corpus ALDICAM, de la Comunidad de Madrid, se han pasado a CODEA. Uno de ellos es una pieza que nos facilitó y transcribió nuestra colega Alicia Sánchez Díez (Universidad Complutense). Es un documento del fondo histórico de la Universidad Complutense, que nos podía aportar mucho sobre el lenguaje científico de principios del siglo, como así ha sido. Se trata de un inventario de objetos destinados al estudio de la astronomía, que en la Ilustración adquirió una notable relevancia en toda Europa. También en España hubo un acercamiento a esta ciencia, como prueba la creación del Real Observatorio Astronómico de Madrid en 1790. Lo cierto es que los objetos estaban ubicados en el Palacio del Buen Retiro y fueron inventariados antes de su traslado al Convento de la Trinidad, como se indica en el documento. Por la fecha, 1809, debió deberse a la invasión napoleónica, ya que esto fue hecho por una real orden. El documento puede ser consultado aquí (CODEA 2946).

En cuanto a los objetos inventariados, muchos de ellos son instrumentos realmente destinados al estudio de la astronomía («un pie de teodolito«, «una platina«, «ocho caxas de barómetro«, «globos, uno terrestre, otro celeste y otro negro», «telescopio«), pero también otros que servían para guardar o sostener objetos («aros», «cajones», «bancos», «pie», «varas de caoba», «mesita») y con funciones indeterminadas («tubo de metal», «lámparas», «tornillos», «máquina», «faroles», entre otros). Incluso contaban con algunos objetos para manipular los metales: «Un fuelle de fragua», «Una bigornia y varios útiles de fragua», «Un torno de amolar», «otro con máquina de taladrar». A continuación nos detenemos en algunos de los términos más especializados que eran novedades en la época:

En primer lugar, la voz «barómetro («instrumento que sirve para medir la presión atmosférica», DLE), igualmente creado con raíces griegas (barós ‘peso’ y meter ‘metro), aunque llegado al español por vía del francés barometre. Su documentación lexicográfica se puede rastrear ya en 1705, en el diccionario de Sobrino, para después aparecer en ediciones académicas (NTLLE).

Platina tiene más de una acepción en el DLE, pero, debido al ámbito de la astronomía en el que se produce el inventario y el contexto (se indica que es «de latón»), nos quedamos con el significado del DLE: «En una máquina neumática, disco de vidrio deslustrado o de metal, perfectamente plano, a cuya superficie queda ajustado el borde del recipiente y en cuyo centro tiene un agujero en el que se adapta el tubo por el cual se extrae el aire para hacer el vacío». En Terreros (1788) está recogido como «plancha redonda» para hacer experimentos en máquinas neumáticas y, en esta acepción, lo considera «término traído de nuevo a España». Por la información del DLE, vendría del francés platine.

El sustantivo teodolito es, igualmente, una voz de especialidad que se documenta por primera vez en el corpus CORDE en 1784-1789, en la obra Diario de Viaje del militar argentino Francisco Javier de Viana. La palabra denomina a un instrumento que permite medir ángulos. Su origen es, al parecer, el inglés theodolite, pero de origen desconocido según la etimología propuesta por el DLE. Hay que notar que hasta la obra de Domínguez en 1853, no aparece recogido en un diccionario del NTLLE (Almeida et allii, 2021: 291).

Un teodolito (Fuente: Wikipedia Commons)

Otra palabra destacada es telescopio, ‘instrumento con lentes para ver objetos lejanos, en especial, cuerpos celestes’. Este término científico no aparece en la base CORDE hasta 1861, en Pedro Antonio de Alarcón. Con todo, la lexicografía académica ya lo registra en 1739 (NTLLE), aunque, quizá por escasa familiaridad con el término culto, remite a «Antojo de larga vista». En este caso, la etimología está más clara que en teodolito, ya que procede del latín TELESCOPIUM y este a su vez del griego τηλεσκόπος tēleskópos ‘que mira lejos’. Por cierto, en el diccionario académico de 1726, en «Antojo de larga vista», indica que recibe por otros nombres telescopio y el olvidado longemira, basado en el latín.

Por último, nos llama la atención toesa, que en el DLE viene definida como «Antigua medida francesa de longitud, equivalente a 1,946 m.». Sin embargo, en el inventario viene como un instrumento, «Una toesa de hierro». Sin duda, sería un tipo de regla adaptada a esa medida de manera específica. Su origen no es grecolatino, sino francés, toise, este del latín TENSA, participio de TENDERE, según Dauzat (1954).

En resumen, estas y otras palabras se pueden encontrar este sencillo inventario de bienes, que recoge novedades léxicas llegadas a la España de la Ilustración y perduran hasta nuestros días.

Delfina Vázquez

Imagen: Delfina Vázquez

Para saber más:

Almeida Cabrejas, B. et allii (2021): «La lengua de Madrid en los siglos XVIII y XIX», en P. Sánchez-Prieto Borja, M. J. Torrens Álvarez y D. Vázquez Balonga (coords.), La lengua de Madrid a lo largo del tiempo. Sevilla: Universidad de Sevilla, pp. 217-311.

Dauzat, A. (1954): Dictionnaire etymologique de la langue française. Paris: Larousse.

DLE = Diccionario de la Lengua Española. Disponible en https://dle.rae.es/

NTLLE = Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española. Disponible en https://apps.rae.es/ntlle/SrvltGUIMenuNtlle?cmd=Lema&sec=1.4.0.0.0.

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