Mujeres que escriben en la pintura occidental: un paseo

Para celebrar el 8 de marzo, y teniendo en cuenta que en el grupo de investigación GITHE nos interesamos, con diferentes actividades y publicaciones, por la escritura en manos de mujeres, por la alfabetización o el analfabetismo, la utilización que hacían las mujeres de su habilidad, sus costumbres escriptorias, etc., hemos querido traer algunas imágenes de la pintura occidental desde la época romana hasta el siglo XX que presentan a mujeres escribiendo. Acompañamos estas de un mínimo texto. Lo proponemos como un paseo por la historia de la escritura femenina. No la escritura de grandes obras, de inspirados poemas o eruditas disquisiciones, sino de cualquier texto, incluyendo inspirados poemas y listados comerciales, cartas amorosas y tratados religiosos, listas de la compra y misivas administrativas: todos textos que mujeres, como han hecho los hombres, han escrito desde que se inventó la escritura.

Con esto no queremos negar, por supuesto, la diferencia entre los niveles de alfabetización de hombres y mujeres, que perduró hasta el siglo XX en España y que continúa existiendo en algunas zonas del mundo, sino simplemente celebrar la habilidad para escribir de mujeres como las que aquí presentamos.

Hemos puesto al final la referencia de todas las imágenes; en el texto, simplemente indicamos el origen de la pintura y su época.

En Pompeya, se encuentran algunas figuras de mujeres con tablillas de cera en una mano y un estilo en la otra.

En la Edad Media, las imágenes de mujeres escribiendo no suelen ser (como tampoco las de hombres) simples retratos, sino representaciones de personas o personajes célebres. Así, un manuscrito francés de las Heroidas de Ovidio (el conservado en la Biblioteca Nacional de Francia con la signatura BNF Français 874, traducción de Octavien de Saint-Gelais) es ilustrado con una gran cantidad de imágenes de las mujeres protagonistas de la obra, como Medea, Penélope o Briseida, escribiendo las famosas «cartas de las heroínas». Podemos ver aquí a Cánace, que se suicida al terminar su carta, a Hermione, hija de Menelao y Helena, con la carta ya escrita y a medio plegar, y a Briseida, con una carta escrita con el modelo antiguo, el texto paralelo al lado más largo de la hoja (Petrucci, 2018):

En otro manuscrito de la misma obra, el BNF Français 875, se ve muy bien la pluma totalmente pelada de las barbas, un cortaplumas (que podía servir también para raspar la tinta y borrar así una letra o palabra), y un estuche que pensamos que podría servir para llevar la pluma, en las imágenes de Hero y de Cidipe:

No son raros los cuadros en los que una mujer escribiendo o leyendo se identifica con una figura religiosa, como diversas santas, la Virgen María, etc. Un ejemplo es la santa Bárbara de Roger Campin que se conserva en el Prado o representaciones tradicionales de santas escritoras, como Hildegarda de Bingen, a la que se pone como principal atributo la escritura, junto a otros como los instrumentos musicales y las llamas por su condición de mística (Carvajal González 2015). Esta imagen proviene de un códice de 1220-1230, Liber divinorum operum, conservado en la Biblioteca Estatal de Lucca (Italia).

El conocido como «maestro de las medias figuras femeninas», activo durante el segundo cuarto del siglo XVI (que como dice el artículo de Wikipedia pinta siempre «el mismo tema», «una mujer, que lee, escribe o toca un instrumento musical» (el mismo tema, vaya)), es autor de estos cuadros de los que uno (el primero que ponemos) lleva el título de «María Magdalena escribiendo», mientras que el otro se conoce como «Dama escribiendo en una mesa». En ambas pinturas se observa a una mujer lujosamente vestida escribiendo lo que parece ser una carta con una pluma totalmente pelada en la mano derecha y un cortaplumas, cuchillito que en este caso, al parecer, no es plegable, que se usaba para cortar las plumas y arreglarlas para escribir con ellas. Hay también una salvadera, un recipiente que tenía arena secante que se distribuía sobre el papel para enjugar la humedad más rápido. En la segunda pintura, se ve cómo están al lado de la dama dos papeles plegados que deben ser cartas, ya que estas se plegaban varias veces, con el texto escrito hacia dentro, hasta formar un paquetito que luego se lacraba.

En los siglos XVI y XVII, la pintura de mujeres escribiendo se convierte en un verdadero género, especialmente en los Países Bajos. Generalmente se las encuentra en un ambiente casero relativamente lujoso, vestidas con elegancia y escribiendo, al parecer, cartas. Son muy conocidos los varios cuadros de Jan Vermeer (1632-1675), en los que podemos ver interiores burgueses, ricas telas y joyas. Las mujeres escriben sobre una mesa cuadrada, cubierta con un pesado mantel, donde se encuentran diversos implementos de escritura, y se comprueba que lo hacen con plumas de ave a las que se les ha pelado el cañón hasta bastante arriba, dejándolo libre. Aunque no siempre es totalmente claro, parece que estas mujeres están, en general, escribiendo cartas. A veces acompañan a la dama otras mujeres, al parecer criadas.

Otros pintores flamencos presentan a mujeres en situaciones semejantes, como Gerard Ter Borch (1617-1681), que pinta esta escena muy similar a las de Vermeer y otras menos intimistas (que ponemos más abajo) donde se desarrolla un diálogo o interacción entre una mujer que escribe y otras que la acompañan. En una imagen, una muchacha parece estar leyendo una carta ante un niño y una mujer que la escucha pluma en mano. En la siguiente, una señora escribe ante el desinterés de una segunda mujer mientras una tercera lee por encima de su hombro. El cuadro se conoce como «La curiosidad».

No solamente el momento de escribir las cartas se ilustra en estos cuadros: aquí se ve en otro cuadro de Gerard Ter Borch a una mujer disponiéndose a cerrar una carta con lacre. Se puede apreciar el pequeño tamaño de la carta una vez doblada.

Este cuadro de Frans van Mieris el Viejo (1635-1681) muestra una mujer escribiendo, con la riqueza de telas propia de los pintores flamencos, con una pluma que conserva parte de sus barbas. Al lado de su mano, parecen adivinarse el mango del cortaplumas (quizás en un estuche) y el tintero.

En el siglo XVIII, siguen existiendo bastantes representaciones de mujeres escribiendo, en general cartas. Adelaïde Labille-Guiard (1749-1803) retrata escribiendo a esta dama en un sillón más cómodo que las severas sillas donde se sentaban las señoras flamencas del siglo anterior. Eso sí, la mesa no está tan bien vestida.

Lo que comienza en el XVIII y se abre paso en el XIX es una interpretación de la escritura femenina como relacionada en general con asuntos amorosos, con una mirada galante o levemente humorística. Pietro Antonio Rotari (1707-1762) es el autor de esta obra conocida como «Carta de amor». Se aprecian las barbas de la pluma, bastante despeluchada, y el lacre con el que la cerrará.

Florent Willems (1823-1905) expresa con formas antiguas (es obvio que se inspira en los pintores flamencos del XVII) esta nueva visión de la escritura femenina. Aquí, la escritora separa su mirada del escrito para pensar mejor en cómo expresarse, pues se trata, como dice el título del cuadro, de una «Respuesta importante». Los papeles rotos a sus pies son otra pista más que nos indica el tema amoroso de esta correspondencia.

En el siglo XIX, la escolarización más generalizada da lugar a bastantes cuadros de niñas (y niños) en la escuela o haciendo deberes. El idílico camino a una escuela rural suiza junto a una mujer joven que puede ser la maestra se ve en este cuadro de Albert Anker (1831-1910), que contrasta con otro del mismo autor en que se representa un examen (ojo: los exámenes no los hacían los maestros y maestras, sino personas con distintos cargos que así comprobaban el aprendizaje de las diferentes escuelas; eran orales y se hacían una vez al año).

El mismo Albert Anker es autor de este retrato, titulado «Aplicada», en el que una niña copia de un libro en una pizarra.

En esta otra imagen, de Henriette Browne (seudonimo de Sophie de Bouteiller, 1829-1901), titulada «Niña escribiendo», puede verse igualmente una niña que, aunque menos aplicada, también parece ocupada con tareas escolares. Encontramos, además del tintero, ya el uso de una pluma con plumilla de metal.

La misma plumilla de metal se ve en este otro cuadro de, otra vez, una mujer escribiendo una carta firmado por Albert Edelfelt (1854-1905), donde también se aprecia con toda claridad un sobre con su sello, igual que los que actualmente se usan.

La correspondencia amorosa como tema de la pintura sigue en muchos autores; aquí mostramos dos cuadros bastante ñoños de Christen Dalsgaard (1824-1907), uno que muestra una muchacha revisando el buzón (parece que las cartas que había, y que están tiradas por el suelo, no le interesan demasiado porque está esperando una muy concreta) y otro en el que la escritura del nombre del amado en el vaho del cristal interrumpe el trabajo manual.

Estos cuadros, si bien idealizados, empiezan a mostrar a jóvenes que leen y escriben sin pertenecer a la clase más pudiente; estamos ante la generalización de la lectoescritura en las mujeres del siglo XIX. Un ejemplo más es el de este cuadro del pintor escocés Thomas Faed (1826-1900), cuya protagonista tiene un aspecto bastante sencillo y, por el reflejo del espejo, sabemos que está en un comercio, posiblemente familiar. La joven aprovecha las cajas para escribir lo que seguramente podía ser una carta de amor. Sin embargo, y al contrario que en otras escenas, mira al espectador con una expresión risueña e incluso, podríamos decirlo, segura de sí misma.

En el siglo XX, la imagen de la mujer escribiendo cartas de amor parece perder interés. Eso sí, aparecen mujeres para la publicidad y a menudo se las pone escribiendo. La máquina de escribir es publicitada a menudo por imágenes femeninas, porque finalmente, muchas eran las que aprendían a escribir con el teclado. El oficio de mecanógrafa y secretaria empezó a ser habitual entre mujeres, en especial a partir de la década de 1920. Por ejemplo, en este cartel de la marca Olivetti de los años 20:

Existen algunas imágenes, como una de una mujer escribiendo de Pablo Picasso, que por no estar disponibles sin derechos no hemos incluido (se puede ver aquí).

Con esto terminamos esta entrada. Aunque no hemos hecho más que seleccionar unas pocas de las muchas imágenes históricas de mujeres escribiendo, creemos que en este «paseo» se ha podido apreciar la evolución de la escritura desde la Antigüedad hasta el siglo XX, y también algunas ideas sobre la escritura femenina. ¡Esperamos que lo hayáis disfrutado!

Cómo citar esta entrada:

Belén Almeida y Delfina Vázquez Balonga (2021), Mujeres que escriben en la pintura occidental: un paseo, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de [link].

La imagen inicial es un detalle de la imagen de Filis en el ms. BNF Français 875 (folio 5v).

Para saber más:

Carvajal González,, Helena (2015), «Santa Hildegarda de Bingen», Base de datos digital de Iconografía Medieval. Universidad Complutense de Madrid. En línea: https://www.ucm.es/bdiconografiamedieval/santa-hildegarda-de-bingen

Petrucci, Armando (2018), Escribir cartas, una historia milenaria, Buenos Aires, Ampersand.

Referencia de las imágenes utilizadas:

Mural Pompeya matrimonio romano

https://www.google.com/imgres?imgurl=https%3A%2F%2Fupload.wikimedia.org%2Fwikipedia%2Fcommons%2F5%2F5a%2FTerentius_Neo_e_la_Moglie.jpg&imgrefurl=https%3A%2F%2Fcommons.wikimedia.org%2Fwiki%2FFile%3ATerentius_Neo_e_la_Moglie.jpg&tbnid=RF4QzhdwIgJg4M&vet=10CA0QxiAoBGoXChMImICgv4mF7wIVAAAAAB0AAAAAEA0..i&docid=lQ_Qjk40OtwwaM&w=2005&h=2233&itg=1&q=woman%20writing%20tablet%20wikimedia%20rome%20%22wood%22%20%22portrait%22&client=firefox-b-d&ved=0CA0QxiAoBGoXChMImICgv4mF7wIVAAAAAB0AAAAAEA0

Mural Pompeya mujer con estilo

ms. francés de las Heroidas BNF Français 874 (imágenes de Cánace, Hermione y Briseida)

https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b10532597d/f382.item

ms. francés de las Heroidas BNF Français 875 (imágenes de Hero y Cidipe)

https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b8427253m/f66.item

Santa Hildegarda escribiendo (h. 1220-1230)

https://www.ucm.es/bdiconografiamedieval/santa-hildegarda-de-bingenCodex de Lucca, Liber divinorum operum,1220 1230, Biblioteca Statale de Lucca

Maestro de las medias figuras femeninas, María Magdalena escribiendo

Maestro de las medias figuras femeninas, Dama escribiendo

Vermeer, Dama escribiendo

Vermeer, Dama escribiendo mientras una criada sostiene una carta

Vermeer, Dama escribiendo con una mujer en la parte trasera

Gerard Ter Borch, Woman Writing a Letter, c. 1655

https://www.mauritshuis.nl/en/explore/the-collection/artworks/woman-writing-a-letter-797/

Gerard Ter Borch, Mujer leyendo una carta

Gerard Ter Borch, La curiosidad

Frans van Mieris the Elder  (1635–1681), De briefschrijfster

Adelaïde Labille-Guiard

Rotari, Love letter

Florent Willems, La importante respuesta

Anker, Camino a la escuela

Anker, El examen

Anker, Aplicada

Henriette Browne, A girl writing

Albert Edelfelt, Dama escribiendo una carta

https://www.wikidata.org/wiki/Q18599428#/media/File:Lady_Writing_a_Letter_(Albert_Edelfelt)_-_Nationalmuseum_-_19713.tif

Dalsgaard, Esperando una carta

Dalsgaard, Muchacha escribiendo el nombre de su amado en la ventana

Thomas Faed, Woman writting a letter / Woman writting on crates

https://www.wikigallery.org/wiki/painting_214301/Thomas-Faed/Lady-Writing-a-Letter

La tasación de Nardi

Hoy en día se concede a Angelo Nardi (Vaglia, 1584-Madrid, 1664) el reconocimiento de ser uno de los pintores más importantes del Barroco español e italiano; sin embargo, a la sombra de figuras como Velázquez, Zurbarán o su compatriota Vicente Carducho, ha quedado como un desconocido para el gran público. En la ciudad en la que resido, Alcalá de Henares, Angelo Nardi hizo, entre 1619 y 1620 una de sus obras más notables, la serie de pinturas que decoran el Monasterio de las Bernardas por encargo del entonces arzobispo de Toledo, Bernardo de Sandoval y Rojas.

Aunque nació en la localidad toscana de Vaglia y se formó como artista en su país natal, el italiano Nardi desarrolló una excelente carrera en España, sobre todo en Madrid, y se ocupó, como pintor prestigioso, de algunas tasaciones de obras de arte. De un testimonio de esa faceta de Nardi nos ocupamos en la entrada de esta semana. Se trata de un documento conservado en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid (AHPM), con signatura 6930, 268r-270r, fecha en Madrid a 18 de abril de 1640. El pintor se ocupó de la valoración e inventario de las pinturas y esculturas que dejó a su muerte el fiscal Juan Ruiz Laguna. Llamamos la atención sobre la costumbre de tasar los bienes de los difuntos, lo que se denomina “inventario post-mortem”, recurso muy habitual para solucionar las herencias, desde las más humildes hasta las más ricas. Cuando el legado llevaba consigo pinturas  de valor, se contrataba a un pintor; un caso parecido, también en el siglo XVII en Madrid, se puede ver en el corpus CODEA, con el documento 1511, inventario de bienes del licenciado Gabriel de Espinosa, en el que se indica que la tasación de las pinturas fue encargada a “Gabriel de Fontecha, maestro pintor, que vive en la calle de las Carretas”.

Este inventario y tasación de 1640 nos muestra lo que podía ser una colección particular típica en una vivienda acomodada del Madrid de los Austrias. En primer lugar, destacan las escenas con un gran protagonismo de Jesucristo, como “un Cristo con tres ángeles”, “Otro lienço de Cristo con las monedas en que fue vendido”, o bien “Otro lienço del Nacimento”, que suponemos que sería una escena de la Natividad. Asimismo, aparecen santos, como “San Gerónimo”, “San Sebastián” y “San Isidro”; de este último se espera ver imágenes, pues ya era el patrón de Madrid, incluso antes de ser oficialmente canonizado, en 1622[1]. También hay inspiración en el Antiguo Testamento, como “el sacrificio de Abrahán” y lo que llama el escribano “Un David pequeño”, además de “Un lienço de Labán con la muxer a caballo”. Al tema religioso hay que añadir representaciones marianas, como “Nuestra Señora” o lo que describe como “Encarnación de Florencia”, junto a otras figuras del Evangelio, como María Magdalena, la Verónica, la Samaritana y San Juan. No faltan los temas profanos y mitológicos (“dos sivilas”, “unas diosas” y “Una pintura de Plutón”), la naturaleza (“Un lienço de unos peces pequeños”, “Un lienço frutero”) y retratos de personas como el Duque de Feria. En la tasación se apreció, por cierto, un cuadro de un famoso pintor: “Un cuadro de la Madalena que dicen que es de Ticiano”.

Además de los temas preferidos de la pintura y esculturas de las casas de la época, resulta de interés ver el vocabulario artístico que se refleja en el texto. Para muchos lectores actuales puede extrañar el empleo de país como ‘paisaje’: “Cuatro países”. En el diccionario de Autoridades (1737) se recoge así: “Significa también la pintura donde están pintados, Villas, Lugares fortalezas, casas de campo y campañas”. Otro término habitual en la época es frutero como obra artística: “Es el quadro ò lienzo que se pinta de diversas frutas; y asimismo se llaman frutéros los canastillos de frutas fingidas” (Autoridades 1732). Quizá por ser un inventario no solo de cuadros, sino también de figuras o hechuras, el escribano se ve obligado a describir la pintura como “lienço frutero”. El marco es llamado moldura: “Dos fruteros con sus molduras doradas”. Otro tipo de pintura es la iluminación: “Una iluminación con su moldura”; Autoridades (1734)  la recoge como “Cierta especie de pintura al temple, que de ordinario se ejecuta en vitelas ò papel terso”. No podemos pasar por alto una obra que, como en otras ocasiones, no se menciona con su formato, sino directamente lo que representa; en este caso, es “Una muxer xerolífico”. Aunque en la lengua moderna jeroglífico se asocia, sobre todo, al Antiguo Egipto, en el diccionario de la Academia de 1780 es, simplemente, una representación simbólica, “como la palma lo es de la victoria y la paloma del candor del ánimo”. Quizá se trataba, entonces, de una alegoría de alguna virtud o concepto.

Como se puede ver, estos documentos, muchas veces escondidos y olvidados en los archivos de protocolos, son una gran oportunidad para investigar sobre la pintura del pasado, la intervención de los artistas y los gustos estéticos, pero también, cómo no, para conocer mejor la lengua de su tiempo.

Delfina Vázquez Balonga

Imagen: Angelo Nardi, «Inmaculada Concepción». Alcalá de Henares, Monasterio de las Bernardas. Fotografía de Joaquín Vázquez.

Cómo citar esta entrada:

Vázquez Balonga, Delfina (2019): “La tasación de Nardi”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: https://textorblog.wordpress.com/2019/05/15/la-tasacion-de-nardi/.

 

Para saber más:

Autoridades = Real Academia de la Lengua Española (1726-1739): Diccionario de Autoridades. Disponible en Nuevo Tesoro Lexicográfico del Español: <http://www.rae.es/recursos/diccionarios/diccionarios-anteriores-1726-1996 >

Portús Pérez, J. (1998): La intervención de Lope de Vega y de Gómez de Mora en las fiestas de la canonización de San Isidro, Villa de Madrid, Año XXVI, n’^ 95, 1988, pp. 30-41.

[1] La canonización dio lugar a grandes celebraciones, como explica Portús (1988).