Blancanieves en un documento inquisitorial

En 1744, una mujer llamada María Teresa García se autoinculpó ante un tribunal inquisitorial de estar endemoniada. Esta mujer, que dijo ser de la villa de Lora, en el arzobispado de Burgos, contó con detalle cómo había hecho un pacto con el demonio, que se le había aparecido «en trage de guarda del tavaco» y le dijo que la ayudaría si le prometía su alma y le hacía «un papel en que se la ofreciese». Como ella no sabía escribir, lo hizo el demonio con sangre de la propia María Teresa:

«al instante sacó de un bolsillo tintero y papel, y dijo a la denunciante que para escrivir dicho papel era necesario fuese con sangre de las venas de la denunciante, a que se conformó la denunciante, y el demonio poniéndola la mano en el corazón y apretándole sintió dolor bien grande en él, y a el instante vio la denunciante que el demonio tenía en la mano una porción de sangre como la que cabía en un cascarón de huebo, y la echó en el tintero, con la que escrivió una zédula con dos renglones que entregó a la denunciante, y escrivió otra zédula más grande con que se quedó el demonio».

Tras este misterioso procedimiento con dos cédulas de diferente longitud (suena un poco raro esto, la verdad), María Teresa se entregó al demonio, y en su declaración cuenta cómo con su ayuda viajó por los aires a diversas ciudades, cómo tuvo relaciones con diversos hombres y, cuando se enfadaba con ellos «por los motiuos que suelen redundar del trato deshonesto» y tenía «mala voluntad y deseo de vengarse», cómo recurría al demonio para hacerles daño de las más diversas maneras: para dañar al depositario del abasto, pidió al demonio que incendiase un depósito de carbón junto a la parroquia de San Miguel, en Madrid; como «algunos travajadores en la obra de Palacio» con los que «tubo amistad ilícita» «no la daban el dinero que la reo quería», invocó al demonio «para que la vengase y derribase lo que iban fabricando». Por si esto fuera poco, María Teresa García se acusó de numerosas blasfemias, diciendo, por ejemplo, que «a un santo Cristo que había en el altar mayor le dijo: «¡Qué Dios ni qué cuerno!», que era un embustero y que no creía en su Magestad y otras palabras injuriosas». Además, esta mujer se acusó también, en interrogatorios posteriores, de ser judía.

Los inquisidores encontraron sospechosas las declaraciones de María Teresa García: añadía detalles en cada nuevo interrogatorio, lo que denunciaba parecía poco creíble (no hay más que leer su descripción de las prácticas llevadas a cabo en la sinagoga), parecía obsesionada con el sexo y su comportamiento en la casa de recogidas donde estaba era irrespetuoso y violento: en resumen, era «de corta capacidad y mucha veleidad; que solo pensaba en salir del recogimiento y reñir con las demás». Intentaron comprobar si eran ciertos los sucesos a los que la mujer se refería, y encontraron que realmente había habido un incendio en un almacén de carbón; sobre la obra del palacio real, el enviado «no havía podido averiguar más que hacía unos 4 años que se undió una bóveda o cantarilla que havía costado mucho el hacerla, y que se retiraron los directores de la fábrica por atribuirles ir en falso».

Pero vamos por fin al asunto que da título a este post: además de causar que el demonio provocase el terrible incendio en el almacén de carbón y que derrumbase las obras de palacio, María Teresa aseguró que «teniendo trato ilícito en esta corte con un don Manuel Gutiérrez (no sabe qué exercicio tenía) por estar este aficionado a una muchacha de unos 12 años, de embidia le dio en una camuesa unos echizos, y en ellos una legión de demonios, y luego que la comió quedó maleficiada, monstrando mal de corazón y alferecía, y de ello quedó padeciendo quando la reo se fue de esta corte, y dicha muchacha se llamaba Teresa, la que por andar perdida no tenía casa determinada.»

Es decir: María Teresa tenía «trato ilícito» con un tal Manuel Gutiérrez. Cuando este se «aficionó» a una chica de 12 años que «andaba perdida» (es decir, era prostituta), María Teresa, por envidia, le dio a la chica «unos echizos» y una «legión de demonios» en una camuesa, un tipo de manzana, y ella, al comerla, quedó «maleficiada», con «mal de corazón» y alferecía (según el DLE de la RAE, «enfermedad caracterizada por convulsiones y pérdida del conocimiento»). Este motivo del envenenamiento mediante una manzana que con tanta claridad nos recuerda a la historia de Blancanieves, ¿lo conocía María Teresa García de narraciones tradicionales? ¿Es una mera casualidad?

Hemos preguntado sobre esto a un experto en folklore, José Manuel Pedrosa (Universidad de Alcalá), y con lo que nos ha dicho y un poco más hemos hecho esta entrada. En esta nos despedimos ya, recomendando para leer más:

a) el proceso de María Teresa García (Inquisición, 3728, Exp. 137), en el Portal de Archivos Españoles. Se lee muy bien esta letra del siglo XVIII

http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/Control_servlet?accion=3&txt_id_desc_ud=3651383&fromagenda=N

b) el texto digital de este documento, que hemos transcrito, estará pronto disponible en CODEA

http://corpuscodea.es/

Belén Almeida

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