Chocolate y chocolateros

Ahora que estamos en el mes de enero, parece que las tradiciones ligadas al Año Nuevo y la fiesta de Reyes se unen a la climatología para que nos apetezca más un tazón de chocolate caliente. Solo, con castizos churros o el deseado roscón, el chocolate líquido es una costumbre arraigada en España desde tiempos lejanos, aunque ha variado.

Es sabido que el cacao era consumido por los aztecas y que los españoles descubrieron el uso de esta semilla en México en el siglo XVI. Tomaron el nombre de la lengua náhuatl xocoatl, que pasó al castellano y después a otras lenguas europeas. Aunque no tardó tanto como otros productos americanos (la patata, el pimiento, el tomate…), debió pasar bastante tiempo para que empezara a estar presente en las mesas de la Península. A mediados del siglo XVII ya estaba extendido en Madrid y se pueden ver alusiones a su consumo en obras literarias del siglo de Oro como La Dorotea de Lope de Vega (1632) o Guárdate del agua mansa (1649) de Calderón de la Barca. En cuanto a los documentos de archivo, en algunos inventarios de bienes se apunta la presencia del chocolatero o chocolatera, la vasija donde se servía el alimento. Por ejemplo, en la localidad madrileña de Arganda del Rey, en 1688, la mención a este objeto (llamado en femenino, chocolatera). Veinte años antes, en la localidad toledana de Talavera de la Reina, aparece inventariada otra chocolatera “con su molinillo”. Y en la ciudad de Toledo, en 1689, también se puede encontrar “un chocolatero de azófar”, es decir, de latón (DLE) (Vázquez Balonga, 2015). Todo esto demuestra que la bebida había encontrado un buen número de adeptos incluso más allá de la villa y corte. Por cierto, chocolatero también significa ‘persona que vende chocolate’. Esta acepción no la tenemos, de momento, en ningún documento del corpus CODEA. Según la base CORDE, es tardía, ya que no se encuentra hasta finales del siglo XIX; por ejemplo, en Fortunata y Jacinta (1885-87), Pérez Galdós no olvida la figura de este artesano que molía y preparaba la mezcla.

En el siglo XVIII, el chocolate bebido siguió su ascenso en popularidad. Carlos III tomaba una jícara todos los días para desayunar (Pérez-Tenessa, 2000) y otro tanto hacían muchos de sus súbditos. Precisamente, gracias a una nota encontrada en el Archivo Regional de Madrid podemos ver cómo era la preparación del chocolate en casa de la condesa de Lemos, Rosa María de Castro, cuya testamentaría se conserva en dicha institución. Esta documentación está en proceso de edición por equipo del proyecto ALDICAM. La receta se titula “El modo con el que se labra el chocolate en casa de mi señora”.  No hay fecha, de manera que suponemos que fue hecha en Madrid, hacia 1770, como otros de los papeles sueltos hallados en este fondo. En la receta se indica que el cacao ha de ser “fresco y reciente” y llevar “azúcar de pilón”, la refinada y dispuesta en panes cónicos (DLE). Se debía tostar y después moler cinco veces, para luego añadir vainilla y canela. El cacao debía ser “de Caracas”. Hoy en día, gran parte del cacao que consumimos es de África y de Brasil. Como parece lógico, en la España del siglo XVIII la principal fuente era el conjunto de colonias de ultramar. Como podemos leer en la obra Arte de la repostería, de Juan de Mata (1791), el “cacao de Caracas” era de alta calidad, ya que el autor dice que “goza la más superior preeminencia”. Así que en casa de la condesa de Lemos, suponemos, no escatimaban en gastos.

Ahora, solo nos queda imaginar con qué mojarían su chocolate caliente en los hogares del siglo XVIII: con picatostes, bizcochos o un simple trozo de pan. Quizá con buñuelos y churros, como dice Emilia Pardo Bazán que se estilaba en Madrid en 1885. Pero poco importa el acompañamiento: el protagonista es el chocolate.

Delfina Vázquez Balonga

 

Para saber más:

ALDICAM = Atlas Lingüístico Diacrónico e Interactivo de la Comunidad de Madrid. <http://aldicam.blogspot.com.es/&gt;

Mata, Juan de la (1791): Arte de repostería, en que se contiene todo género de hacer dulces secos, y en líquido… Madrid, Oficina de Ramón Ruiz.

Pérez-Tenessa, Antonio (2000): La fabulosa historia del chocolate, en Revista española de estudios agrosociales y pesqueros, nº 186, pp. 265 – 278.

Pérez Galdós, Benito [2005 (1885-87)]: Fortunata y Jacinta. Madrid: Akal.

Pardo Bazán, Emilia (1885): El cisne de Villamorta. Madrid: Librería de Fernando Fe.

Vázquez Balonga, Delfina (2015): Léxico en la documentación de Toledo y Madrid en los siglos XVI-XVII. Tesis doctoral. Universidad de Alcalá.

 

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