En el mencionado fondo de procesos inquisitoriales del Archivo Histórico Nacional se custodia otra curiosa historia de una mujer procesada en el siglo XVIII por lo que, en líneas quizá demasiado generales, se denomina “brujería”. En este caso, se trata de Mari Caxa, que tiene mucho en común con Dominga Panera, ya que ambas son de avanzada edad, curanderas y viven en un entorno rural.
El documento, fechado en 1726[1], consiste en una serie de declaraciones de testigos que aseguran las actividades supersticiosas de una mujer, a la que no se llama por su nombre más que con una lacónica nota final en la que se puede leer “Mari Caxa. Cuenca” en la esquina superior derecha. Antes de las declaraciones se indica que el tribunal inquisitorial recibió unas cartas de un familiar del Santo Oficio de la villa de Molina de Aragón (Guadalajara), en las que se advertía de que había una mujer (“la reo”) que curaba santiguando cabellos. Gracias a este aviso, el tribunal hizo las diligencias correspondientes para investigar in situ si esa acusación era cierta y hasta qué punto podía ser penalizada.
Las declaraciones de los testigos son parecidas, pues todos hablan de una mujer que tiene cualidades para sanar tanto de enfermedades como del mal de ojo, siempre con el procedimiento de santiguar e imponer las manos. Los testigos no mencionan en ningún momento nombre ni oficio de la acusada, aunque sí dicen que es “viuda anciana” y “de Baños”, es decir, Baños de Tajo, localidad perteneciente al partido judicial de Molina de Aragón. Muchos de los testigos hablan de la capacidad de la reo con declaraciones como la de Nicolás de Quiñones, “tenía gracia para curar enfermedades”, o la de María Sanz, que justifica haber acudido a la curandera “por las noticias públicas que ay en la tierra de que la reo tiene gracia para santiguar enfermos, cabellos o ropas”. La expresión tener gracia se entiende aquí como un don particular, en este caso para algo sobrenatural. Cuando tenía que sanar a algún enfermo, la acusada hacía la señal de la cruz sobre la persona, aunque también en el cabello y la ropa, incluso si el interesado no estaba presente, como explica Bernardo Castillo:
“estaba el testigo enfermo sin poder comer, beber ni dormir, y con la noticia pública de que la reo, muger anciana, curaba de mal de ojo, dio el testigo a su suegro Juan Ximénez una mata de cabellos de su cabeza para que los llebase a la reo fue su suegro y en el mismo día se recostó el testigo sobre la cama vestido, y dormió toda la noche, lo que no avía conseguido en todo el tiempo de su enfermedad”.
A veces, la curandera empleaba salmos incomprensibles (“algunas palabras que no entendió”) pero también oraciones cristianas (“En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén”). También tenía la costumbre de llevar un rosario en las manos, como cuenta Magdalena Alcázar, madre de un niño enfermo al que mandó para sanar a casa de la reo. Esta misma testigo cuenta que la curandera, además, le cortó unos cabellos al muchacho con el fin de quedárselos. En otros casos, Mari Caxa consideraba insuficiente tener mechones de pelo de los enfermos y acudía al lecho, como hizo con Ana Benito, una mujer muy grave a la que, según declaró su esposo, “santiguó haciendo algunas cruces y pronunciando algunas palabras que el testigo no entendió asta 3 veces”. Para intentar curar a esta enferma, la acusada estuvo en la casa 9 días, aunque salía “a pedir limosna”. De acuerdo con el testimonio de la suegra de Ana Benito, “dijo la reo que solo entendía de mal de ojo, y la parecía que esta era la enfermedad”.
De nuevo, en este documento se comprueba la importancia que tenía la creencia popular del mal de ojo, al que se atribuía todo tipo de infortunios. Junto a esta idea, se demandaban personas con el don de poderlo remediar, como en este caso Mari Caxa. Su manera de quitarlo era muy semejante a la de Dominga Panera, pues las dos se dedicaban a hacer la señal de la cruz. Como ya pudimos ver, era una práctica denostada por los médicos como Juan Nieto, que dejó escrito a principios del siglo XVII que hacer sahumerios y santiguar era “el remedio de las viejas”[2]. Con todo, el método era tan habitual que en Autoridades (1739) se puede encontrar la siguiente definición de santiguar: “Hacer la señal de la cruz sobre algún enfermo, diciendo juntamente algunas oraciones o algún Evangelio. Suelen abusar de esto supersticiosamente los que llaman ensalmadores y santiguaderas”. Por lo tanto, Mari Caxa era una de las muchas santiguaderas que aparecían en las clases más populares.
En efecto, tanto la costumbre de santiguar como la de hacer rituales de sanación con los cabellos están dentro de habitual en otros procesos de brujería de la Castilla del Antiguo Régimen (Gómez Alonso 2018: 132). Hay que decir que Mari Caxa tenía fama de curar haciendo cruces a personas, pero también a animales (“es público que la reo santigua a cuantos hombres y vestias van a este fin”), pero esto tampoco es un caso único: en un proceso inquisitorial de 1754, también llevado por el tribunal de Cuenca, la acusada, Isabel Gil, santiguaba al ganado enfermo (ibídem: 225).
La alegación fiscal finaliza con una clara condena de estas prácticas supersticiosas, ya que, según los dos calificadores inquisitoriales, “este género de curazión es de vana observancia y sin conexión con la salud”. Se deja escrito que el delito es “sortilegio con pacto explícito o implícito con el Demonio y la reo sospechosa por lo menos de lebí”. Resulta extraño, ya que el sortilegio se solía relacionar con la adivinación, y no con la curación supersticiosa. En cualquier caso, este proceso es una muestra más de que los tribunales del Santo Oficio del siglo XVIII mantenían su interés por la ortodoxia religiosa, pero también por luchar contra las creencias supersticiosas que se imponían sobre la medicina racional.
Delfina Vázquez
Imagen: Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828), «Estos creen en los buelos de las abes» (h. 1814-1823). Madrid, Museo del Prado.
Cómo citar esta entrada:
Delfina Vázquez Balonga (2020), “Hechiceras dieciochescas (VII): Mari Caxa”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: [https://textorblog.wordpress.com/2020/11/03/hechiceras-dieciochescas-vii-mari-caxa/]
Para saber más
Autoridades = Real Academia Española de la Lengua (1726-1739): Diccionario de Autoridades. Disponible en el Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española. https://www.rae.es/recursos/diccionarios/diccionarios-anteriores-1726-1992/nuevo-tesoro-lexicografico
Gómez Alonso, María (2018): Formas y lenguajes de la brujería en la Castilla interior del siglo XVIII: Imágenes y realidades en contraste. Tesis doctoral dirigida por Tomás Antonio Mantecón y Marina Torres Arce. Universidad de Cantabria.
[1] AHN, Inquisición 3728, exp. 96
[2] Juan Méndez Nieto (1606-1611): Discursos medicinales. Universidad de Salamanca, 1989. Disponible en la base CORDE. https://www.rae.es/recursos/banco-de-datos/corde