Hace unos días, estaba transcribiendo documentos escritos por mujeres para el proyecto CODEA. Entre la “Correspondencia particular remitida o dirigida a personas cuyo apellido empieza por la letra «c»” (curioso nombre dado a esta unidad documental compuesta por cartas interceptadas durante la Guerra de la Independencia) conservada en el Archivo Histórico Nacional con signatura ESTADO, 3091, Exp. 3, se encuentran dos escritas por una tal “Librada” a su marido. Este marido, “Pepe” para su mujer, está, por suerte, identificado gracias a las anotaciones de una segunda mano en las cartas: en la primera se lee “La muger de Cervera”, y en la segunda “La digna Esposa de Cervera a su marido, que es el Prefecto de Malaga”. Librada, por tanto, está casada con José Cervera, prefecto de Málaga, un cargo de la administración de José I Bonaparte. Las cartas pueden verse aquí, en las imágenes 171-173 y 179-183.
Como era frecuente en las cartas familiares, la escriptora solo indica el lugar y el día de la carta, pero no el año: “Sebilla 29 de Julio” en la primera y “Sebilla 2 de Agosto” en la segunda. Sin embargo, sin necesidad de indagar demasiado podemos saber el año aproximado, ya que no solamente la Guerra de la Independencia es algo bien delimitado en el tiempo, sino que José Cervera fue sustituido en el cargo el 3 de febrero de 1811, acusado de debilidad, por Pedro Felipe de Valencia y Codallos (v. referencia aquí). Parece que esta Librada debió ser la Librada Román que se casó en Segura de la Sierra con José Antonio Cervera Aguilar según esta página web sobre hijos de la localidad de Beniarbeig (Alicante).
En estas cartas, Librada se muestra enfadada con su marido por su deseo de renunciar a su cargo de prefecto de Málaga y obtener una administración de correos. La primera empieza así: “Querido Pepe, he recivido tu carta en la que me encargas que bea al Mariscal y le pida que te quiten el destino y en su lugar te den una Administración de Correos”. A partir de aquí, horrorizada, Librada expone a su marido en las dos cartas las razones que hay para que cambie de opinión, le pide una y otra vez que no renuncie a su puesto, y expresa su disgusto y enfado.
Si Pepe hubiera querido el cargo de administrador de correos antes de su puesto actual, le dice, le hubiera parecido bien, “pero aora ya no te es decoroso un destino como el que quieres”. Sería un descenso. “Todos aspiran a lograr siempre mejor empleo que el que tienen, pero tú en lugar de subir quieres bajar”. Las consecuencias de dejar su cargo serían malas: “el que toma un destino por este govierno y después quiere degarlo se desacredita, porque unos pensarán que se cre todavía que los españoles han de ganar, o que se tiene poco interés con el rey [José I]”.
Pero ¿por qué quiere Pepe dejar el empleo? ¿Porque tiene mucho trabajo? “Que le pregunten al intendente de aquí si quiere dejar su empleo por muchas fatigas que tiene”, pues “por lo que ace a trabajo todos tienen tanto y más que tú, pero por eso no piensan acer ninguna locura”. ¿O quizás prefiere dejar el cargo porque no quiere aplicar medidas impopulares? “[B]eo aquí cómo se manegan todos los que tienen un empleo, porque tratan de cubrirse con el Gobierno. Tú quando te piden dinero aces al pueblo darlo; aunque a ti no te quieren no te se dé nada, pues a ti y a otro cualesquiera empleado lo que debe interesarle es obedecer al que le manda”. ¿Tiene Pepe quizás quienes le aconsejan en sentido contrario al de su mujer Librada? “Si te dicen que los españoles han de salir todabía con sus necias ideas, no lo creas, porque está en lo imposible. Todo quanto te dicen es porque no tienes ninguno que se interese por tu bien, y tú cres quanto te dicen”. O, realmente, ¿quiere Pepe renunciar a su cargo de nada menos que prefecto de Málaga porque se quiere ir a la sierra? “Yo sé que tú quieres ese despreciable empleo por ber si tarde o temprano puedes meterte en la maldita sierra”, “Pepe, yo sé todo tu deseo quál es y no me engaño, que es meterte en la sierra. Llébela el diablo, y de tantos países como an arrasado los franceses ojalá y le ubiera tocado [a] aquel, siempre que hubiera salido mi familia, para que nunca ubiera la contingencia de ir nosotros a allí”. “Pepe” (concluye Librada), “es increíble el odio que le tengo a todo aquello, porque ni el nombre quisiera oír”. Y cierra la segunda carta diciéndole: “si tú a pesar de todo sigues con tus ideas tienes poco amor a tu familia y a tu onor propio”.
En este contexto de angustia que sin duda atenaza a Librada ante la idea de que su marido, sin consultarlo con ella, tome una decisión tan relevante para toda la familia, y después de dos cartas con un tono tan tenso como se ha visto, es simpático leer la posdata de la segunda misiva: “yo te remito una carta recomendándote a uno de un pleito, pero tú no hagas más que lo que icieras sin que yo te dijera nada” (aquí no me hagas caso, porque no me importa el resultado; escribo por compromiso).
Pensando en de dónde podría ser esta Librada, recordé que en la Cuarta serie de los Episodios Nacionales la madre del narrador de muchas de las novelas se llama Librada, nombre que también le ponen a su hija por su abuela y por ser la patrona de Sigüenza. Pero al buscar información sobre qué más lugares tienen a santa Librada por patrona, descubrí, entre otras cosas, que esta santa probablemente nunca existió (fue eliminada por ello del santoral en 1969), que su leyenda “está salpicada de elementos folklóricos”, como el parto múltiple o el bebé lanzado al río (Lorenzo, 2020a), y que se la venera con diferentes nombres en distintas zonas de Europa.
La leyenda de santa Librada, Liberata o Wilgefortis (pues con estos tres nombres, entre otros, se la venera) presenta también detalles diferentes en otras zonas, aunque es general el motivo de su muerte en la cruz. En Europa central, se la encuentra representada como una mujer barbuda, pues según elementos de la leyenda pidió perder su belleza para escapar de un matrimonio no deseado. Se encuentran representaciones que la muestran con barba y con ropa de mujer, a veces con un violinista a sus pies (pues, según un elemento más de su leyenda, la imagen dio un zapato de oro a un violinista pobre para que lo vendiera). Por el intento de escapar de ese matrimonio, santa Librada fue venerada como patrona de las mujeres “mal casadas”, en épocas en las que resultaba muy difícil escapar de un matrimonio infeliz o incluso de un marido violento.
Con estas dos historias de Libradas deseamos a nuestros lectores y lectoras un feliz 2022.
Belén Almeida
Imagen:
Santa Wilgefortis, Museo diocesano de Graz (Austria) (detalle), by Gugganij – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=27324725
Para saber más:
Cartas en PARES: http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/show/5661611?nm, imágenes 171-173 y 179-183.
Detalles sobre la leyenda de santa Librada en:
Lorenzo, Antonio, 2020b, La controvertida leyenda de santa Librada como santa barbuda [II], en Almanaque. Pliegos de cordel, tradición oral, romancero… https://adarve5.blogspot.com/2020/01/la-controvertida-leyenda-de-la-santa.html
Lorenzo, Antonio, 2020a, La controvertida leyenda de santa Librada [I], en Almanaque. Pliegos de cordel, tradición oral, romancero… https://adarve5.blogspot.com/2020/01/la-controvertida-leyenda-de-santa.html
Colaboradores de Wikipedia. Librada [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2021 [fecha de consulta: enero de 2022]. Disponible en <https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Librada&oldid=140459390>, <https://es.wikipedia.org/wiki/Librada#Leyenda_reinventada>
Colaboradores de Wikipedia. Wilgefortis. Wikipedia, The Free Encyclopedia. [fecha de consulta: enero de 2022]. Disponible en <https://en.wikipedia.org/w/index.php?title=Wilgefortis&oldid=1054776868>, <https://en.wikipedia.org/wiki/Wilgefortis>