Viernes Santo, 1803

En la anterior entrada habíamos explicado la importancia de la documentación del Colegio de San Ildefonso, conocido también en otros tiempos como Colegio de los Niños de la Doctrina, institución educativa que sigue activa a día de hoy en el corazón de Madrid. De los muchos asuntos que se trata en sus documentos conservados en el Archivo de Villa, uno es el relacionado con las actividades que solían desempeñar los internos para costear sus numerosos de mantenimiento. Muchos colegiales huérfanos o «de la doctrina» de la corte y otros lugares eran llamados para desfilar en los funerales a cambio de una limosna, y su presencia era requerida por muchos fieles, como el mismo Pedro Calderón de la Barca, que en su testamento (1681) indica lo siguiente para sus exequias en Madrid:

«Y asimismo les suplico que para mi entierro no conviden más acompañamiento que doce religiosos de San Francisco, y a su Tercera Orden de hábito descubierto, doce sacerdotes que acompañen la cruz, doce niños de la Doctrina y doce de los Desamparados» (Edición de Antonio Matilla Tascón, 1983, CORDE)

Además de su actividad en los entierros y su aún vigente presencia en la lotería, otra de sus funciones era participar en las procesiones de Semana Santa, como indica Mesonero Romanos en su Manual de Madrid, publicado 28 años más tarde: «asisten a las procesiones y entierros, y sacan los números de la lotería».

Esta última actividad aparece precisamente en el documento que hemos elegido para comentar. Se trata de una carta escrita por Ángel González Barreiro, seguramente un cargo del ayuntamiento de la capital, al rector de San Ildefonso, Cándido Pérez Medel, el 21 de marzo de 1803 (Archivo de Villa de Madrid, Secc. 2, 298, 11, 4 ). En el corpus ALDICAM es el número 569. En la misiva, González Barreiro comunica que se ha requerido desde la Congregación del Santísimo Cristo de la Fe, ubicada en la parroquia de San Sebastián, un coro de 18 niños del colegio, por lo que su presencia requeriría seguramente de algún tipo de interpretación musical. Por otra parte, señala que se ha aceptado que los niños del colegio tomen un almuerzo durante el transcurso de la procesión del Viernes Santo, ya que emplean mucho tiempo, «desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde», además del «quebranto que sufren». Para pagar la asistencia de los niños en la procesión y su correspondiente tentempié, se ha acordado un gasto de 160 reales de vellón.

En el nivel gráfico, este documento muestra las clásicas abreviaturas de la época: S<eñor>, S<antisi>mo, Mad<rid>, Ygl<esia>, entre otras. Igualmente se encuentra un uso gráfico habitual en las primeras décadas de 1800, la h antietimológica («haya disposición de que puedan hir«). En los usos de v/b, se destaca la preferencia del escriptor por formas del verbo haber con v havia convenido»), aunque la Academia ya impuso en su Diccionario de Autoridades (1734) la grafía con b, pero sin aplicación inmediata ni obligatoria en la escritura habitual. Lo mismo sucedió con deberdeve contribuir»), que ya en el diccionario académico se prefería con la forma actual, sin reflejo en la mano de González Barreiro. Por otro lado, el uso de mayúsculas se ajusta a lo convenido en la norma actual, ya que se ve en nombres propios («Perales», «Madrid», «Portago», «Angel», «Viernes S<anto>», «R<eal> Congregacion»), pero también en elementos en los que se debería poner minúscula, al ser verbos o sustantivos sin ninguna denominación especial («Comisario», «Niños», «Almorzar», «Procesion»).

Como en otras cartas de nivel formal de la época, en este texto se encuentra un considerable uso del adjetivo antepuesto con valor anafórico («referido excelentísimo señor», «expresados señores», «dichos niños»), aunque también con otros contextos («tan dilatado tiempo»). En el vocabulario, primero hay que llamar la atención sobre los términos inteligencia y quebranto. La primera de ellas es asociada en la lengua actual a la capacidad de entender; sin embargo, en nuestra carta forma parte de una locución dentro del siguiente fragmento: «

«havía combenido con el referido excelentísimo señor en que contribuya la citada congregazión con 160 reales vellón por los 18 niños en consideración a que se les ha de dar también de almorzar para que puedan resistir, cuyo estipendio se deverá pagar siempre que se pidan y haya disposición de que puedan ir. Y en su inteligencia acordó aprobarlo y que se noticiase a V.M.».

En este caso, el diccionario de la Academia de 1803 registra «En inteligencia» como «En concepto, en el supuesto, en la suposición», por lo que se aleja del sentido más usado hoy en día. Por otra parte, quebranto es empleado en esta ocasión como ‘cansancio, agotamiento’, por lo que se infiere de la carta. No obstante, el término ha decaído, y la acepción quizá más conocida es ‘dolor, aflicción’.

No podemos olvidar el vocabulario relacionado con las instituciones benéficas, en concreto, los cargos de comisario y rector que correspondían al colegio de San Ildefonso. Según el citado diccionario de 1803, la voz comisario sería «el que tiene poder y facultad de otro para para executar alguna orden o entender algún negocio», si bien en este caso, estaría ceñido a las ordenanzas de San Ildefonso. Asimismo, rector puede ser «el que rige o gobierna», pero, en este caso, lo más adecuado es «el superior a cuyo cargo está el gobierno y mando de alguna comunidad o colegio». En cuanto al vocabulario de la Semana Santa, encontramos el conocido hermano mayor, además de carrera, referida al recorrido de la procesión, que en la edición de 1803 no está, aunque sí como «calles destinadas para alguna función pública o solemne».

Delfina Vázquez Balonga

Imagen: Pexels

Para saber más:

  • Mesonero Romanos, Ramón (1831): Manual de Madrid. Descripción de la corte y de la villa. Madrid: Imprenta de D.M. de Burgos.
  • Sánchez-Prieto Borja, Pedro y Delfina Vázquez Balonga (2019): La beneficencia madrileña. Lengua y discurso en los documentos de los siglos XVI al XIX. Madrid: Ediciones Complutense.