¡Abierta matrícula! Curso de Comentario Filológico de Textos

Ya está abierta la matrícula para el curso de Extensión Universitaria de la UAH que, como otros años, se ocupa del comentario filológico de textos. La modalidad será totalmente virtual, lo que facilita la asistencia a las sesiones. Estas, además, se repartirán martes y jueves por las tardes, del 19 de abril al 5 de mayo. El plazo de matriculación es hasta el 12 de abril.

En este enlace se puede acceder al folleto de inscripción del curso, en el que se indican todos los pasos a seguir. Además, para cualquier información se puede escribir a Delfina Vázquez (delfina.vazquez@uah.es).

VI Curso de Comentario Filológico de Textos

Un año más, en GITHE organizamos el curso de comentario filológico de textos. En esta ocasión, será de 20 horas, repartidas en sesiones de 1-2 horas entre los días 19 de abril y 5 de mayo, martes y jueves, de 17 a 19 h. Como el año pasado, la modalidad será virtual.

Más adelante informaremos cómo se puede realizar la matrícula por medio de Extensión Universitaria de la UAH o por otras vías. Se emitirá un certificado a quienes asistan más de un 80% de las clases.

Las sesiones estarán repartidas de la siguiente manera:

19 de abril: Presentación. El comentario en oposiciones (1 hora) 

21 de abril: Fonología histórica (2 horas) 

26 de abril: Morfosintaxis histórica (2 horas) 

28 de abril: Léxico histórico (2 horas) 

3 de mayo: Prácticas dirigidas (texto medieval) (2 horas) 

5 de mayo: Prácticas dirigidas (texto de los siglos XVI-XVII) (1 hora) 

Hechiceras dieciochescas (V): María de Lares

La creencia de que algunas personas pactaban con el demonio para provocar trastornos de salud y juicio en otras estaba muy arraigada en la sociedad del XVIII. No obstante, de forma paralela, el escepticismo comenzó a extenderse por Europa en la primera mitad del Siglo de las Luces, aunque tímidamente, pues demostrar que el diablo no intervenía en la vida del hombre era empresa peligrosa[1]. En el siglo XVIII, 55 de las 80 acusaciones por hechicería presentadas ante el Tribunal Inquisitorial de Toledo fueron contra mujeres[2]; esta nueva entrega de la serie Hechiceras dieciochescas rescata una de estas denuncias. María de Lares, natural de Siruela (Badajoz), fue inculpada en 1701. El proceso, del que hemos transcrito los folios 6v-8v, puede consultarse aquí en el Portal de Archivos Españoles, y se conserva en el Archivo Histórico Nacional, fondo Inquisición, 89, expediente 4.

La historia de la protagonista de hoy, al igual que la de Dominga Panera y Catalina Fullola, a las que ya dedicamos una entrada, se desarrolla en un entorno rural, donde la superstición y el miedo eran las ciencias que justificaban lo desconocido.

Catalina de Soto, vecina de Siruela, denunció a María de Lares por hechicera, alegando que “no lo ha hecho [denunciarla] por odio ni mala voluntad, sino por el serbicio de Dios nuestro señor”. La suerte de Catalina se vio truncada el día que María de Lares le acusó por el robo de un rosario y, aunque Catalina lo desmintió reiteradamente, María de Lares juró vengarse. Catalina, la declarante, que en ese momento estaba embarazada, sintió un intenso dolor en el vientre y, a los pocos minutos, vio cómo “echaba la criatura”. El recién nacido empezó a sangrar por los oídos, boca, nariz e incluso por “el estantino”. Tardaron poco en bautizarlo, pues las circunstancias en las que vino al mundo eran propias de un hechizo demoniaco. A pesar de los esfuerzos, el hijo de Catalina falleció esa misma noche. Desde aquel día, Catalina padeció las consecuencias de aquel juramento maldito; soportó dolores de vientre, cabeza y “celebro” durante, al menos, siete años. A eso se sumó el maltrato físico y psicológico al que su marido, Feliz Calderón, la sometió durante años.

Catalina estaba convencida de que esa concatenación de desgracias solo podían ser producto de “alguna cosa de hechicería”. Persuadió a su marido de que creyese que sentía aborrecimiento por ella a causa del hechizo. Este le sugirió ir a la villa colindante Sancti-Spíritus (Badajoz), pues era más que conocida la existencia allí de una mujer capaz de deshacer cualquier maleficio. Días antes de partir, Catalina visitó a María de Lares para contarle que acudiría a Sancti-Spíritus en busca de un remedio, y que si averiguaban el origen de los males, su marido “haría con ella algún arrojo”. La hechicera no tardó en reaccionar ante tales amenazas, así que fue a la casa de la declarante a deshacer el hechizo, pero condicionó la sanación al silencio de Catalina. Esta confiesa en su declaración que la paz volvió a su vida durante 36 días, hasta que le desveló a su vecina, María Serrana, que su mejoría era obra de María de Lares. Si se tiene en cuenta la falta de discreción de ciertas personas en entornos rurales, puede vaticinarse el desenlace. María de Lares se enteró de que Catalina había revelado el secreto que compartían y, con mucho enojo, volvió a condenarla; la declarante pasó el día “echando sangres y como loca”. Fue a ver a la hechicera para acabar con la tortura:

Respondió que no curava a quien luego lo decía, y esta que declara [Catalina] sacó un cuchillo y la amagó con él, diciéndola que temiera a Dios y que si no que la cruçaría la cara; y biendo esto, dice la dijo unas palabras que la declarante no oyó ni entendió, pero desde luego sintió mejoría. Pero aquella mesma noche la testigo amaneció llena de cardenales todo su cuerpo de pellizco.

La declarante no halló más remedio que el de contactar con la curandera de Sancti-Spíritus, Isabel, quien tiempo ha le previno de lo peligrosa que era aquella mujer. Según las afirmaciones de Catalina, Isabel había curado los hechizos quelles habían echado a Antonio García, el tabernero del pueblo, y a Juan Nieto Salaçar, labrador y hortelano, ya que, si no hubiese sido por ella, habrían muerto, como sucedió con Pedro Seco, vecino de la villa.

Otro caso que añade Catalina en su declaración es el de María Ramírez, que experimentó en su propia piel los males de María de Lares. Su recién nacida “perdió el paladear”, aunque comprobó que sí mamaba con otras mujeres. La explicación que da esta vecina es que, cierto día, María de Lares le llevó un niño para que le diese de mamar[3]; volvió en otro momento, pero María Ramírez estaba “ocupada en cosas de su casa”, así que le dijo que regresase más tarde. La negativa de la mujer enfureció a Lares y, a partir de entonces, “su niña no quiso tomar más su pecho y se fue secando”, hasta que un día la propia María de Lares dio solución al problema.

El último suceso del que Catalina da cuenta es el de Juan Seco. Se decía que la hechicera controlaba la voluntad de este, pues “el día que María de Lares quería que segase, segava, y el día que no, se está tendido debajo de un carrasco”. A veces, María iba a su casa y le decía a Lucía, hija de Juan Seco, que le diese la gabardina de su padre, susurraba unas palabras y al día siguiente este iba a segar.

Tradicionalmente, el ser humano ha sentido la necesidad de dar con el culpable de los males propios. Resulta más fácil explicar hechos como el aborto, el maltrato, la muerte e incluso problemas con la lactancia si se relacionan con hechizos que si se busca una respuesta en la propia naturaleza de estos.

El grado de oralidad en esta tipología documental es muy alto, puesto que se transcribía las declaraciones casi de manera literal. En el plano fonético, se encuentran casos de aféresis, es decir, de supresión de la vocal átona en posición inicial, como en enhoramala: “la aborrece y que se baya de su casa noramala, porque no la podía ver”. Destaca celebro en “achaques de la caveça y vientre y juntamente al çelebro”, por la neutralización de los fonemas líquidos [r] y [l], propia del habla popular. También se observa refuerzo articulatorio en próximo, “abril progsimo pasado”. Del nivel morfosintáctico se puede analizar, por ejemplo, “el día siguiente estubo esta declarante echando sangres”, donde el nombre de materia presenta su forma en plural con el antiguo valor intensivo, quizá para dramatizar los acontecimientos. El laísmo, sin duda alguna, es lo que más caracteriza al documento. Cabe la posibilidad de que sea un rasgo del escribano, que trabajaba para el Tribunal de Toledo, o de la propia declarante, vecina de Siruela, ya que ambos se circunscriben en zonas laístas: “y se fue diçiendo a esta que declara que ella lo beria, abriéndola mucho los ojos”. Por último, del nivel léxico puede resaltarse la construcción fija tuvo unas diferencias, “tubo unas diferençias sobre la pérdida de un rosario”, con valor de ‘discusión’ o ‘riña’. Hoy día se conserva la expresión con sentido figurado “cruçaría la cara”, que alude al giro de la cabeza cuando recibe un golpe.

María Agujetas Ortiz

Imagen: Demonio teriomórfico en Tríptico del Jardín de las delicias, de El Bosco. Museo del Prado

Cómo citar esta entrada:

Agujetas Ortiz, María (2020): “Hechiceras dieciochescas (IV): María de Lares”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: [link].

 

[1] Caro Baroja, J. (1966). Las brujas y su mundo. Madrid: Alianza editorial, p. 302.

[2] Cuevas Torresano, M.ª Luz de las (1980). “Inquisición y hechicería. Los procesos inquisitoriales de hechicería en el Tribunal de Toledo durante toda la primera mitad del siglo xvii”, en Anales toledanos, n. º 13,  p. 54.

[3] Pretendía que hiciera de nodriza. Estas se encargaban de amamantar a los hijos de las madres (mujeres de clases más altas, por lo general) que no querían hacerlo por el desgaste que producía. Antes de Cristo, en Babilonia, Roma, Grecia, entre otros lugares, ya existía esta figura y su presencia era habitual en la sociedad hasta el Renacimiento, ya que la importación de enfermedades de otros continentes o la nueva concepción madre e hijo hicieron que progresivamente desapareciera. (Hernández Gamboa, E. (2009). “Genealogía histórica de la lactancia materna”, en Revenf, n. º 15, pp. 1-6).

Un texto raro para comentar filológicamente: oposiciones Madrid 2018

En las últimas oposiciones a profesorado de secundaria, especialidad de lengua Castellana y literatura, en la Comunidad de Madrid «cayó» un texto extraño en el comentario filológico. Este es el examen (solo seleccionamos, de los tres que había que comentar, el texto que nos interesa):

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El documento es del siglo XVII. Concretamente, parece tratarse del siguiente documento, al que hace referencia Manuel Márquez de la Plata en un artículo que se puede consultar en línea[1]:

Fernando Bouza en su precioso libro El libro y el cetro. La biblioteca de Felipe IV en la Torre Alta del Alcázar de Madrid publica un importante decreto de Felipe IV de 24 de abril de 1661, en el que encarga a Ramos del Manzano que escriba la historia de su reinado. La razón principal que le mueve es evitar que historiadores de otros reinos den una visión equivocada de los sucesos de su reinado.

El texto que publico, sobre cuya autenticidad no me caben dudas, es la respuesta que da el mismo Ramos de Manzano a este decreto.

El códice se compone de un cuadernillo de 21 cm. de largo por 15,50 de ancho, formado por seis folios en papel, muy bien conservados y sin encuadernar. El tipo de escritura es una humanística redonda, con pocas abreviaturas y pocos nexos. Podría fecharse a comienzos del S. XVIII. En el margen superior izquierdo encontramos la palabra “registro” abreviada. Se trata por tanto de un fragmento de un Libro Registro, libro en el que se asientan, de forma íntegra o parcial, los documentos expedidos o recibidos con la finalidad de salvaguardar la veracidad de su contenido. En este caso se copia la consulta elevada al Consejo de su Majestad y a continuación la respuesta del rey.

Transcribo el códice sin cambios de ningún tipo a no ser que la división de las palabras la realizo con criterios actuales y deshago las abreviaturas.

Y reproduce el texto, que comienza:

Copia de la consulta, que hizo á su Magestad el / señor Don Francisco Ramos Del Manzano, dando quen-/-ta de lo que se le ofrece en el Empleo de la / historia de que está encargado; assí en quan-/-to a entrega de papeles, como en quanto / ordenarsele en que lengua la ha de escrivir. / Señor // Con Decreto de 24 de Abril, me ordenó Vuestra Magestad tomase á mi quenta, escrivir / la historia de su Reynado, y con la oca-/-sion de la historia, los justos derechos con / que á Vuestra Magestad pertenecen los Reynos, / y Estados de que su Monarchia se con-/-pone […]

Como puede comprobarse, para el examen de oposición se tomó exactamente este texto. La diferencia principal es que se han hecho desaparecer los elementos (barras) que marcan el límite de línea, así como los guiones que quien escribió puso en las palabras interrumpidas a fin de línea. Se han mantenido las mayúsculas («Con Decreto de 24 de Abril»), la puntuación («Reynos, y Estados»), la tildación («tomase á mi quenta») y todas las grafías (Monarchia, Reynos, conpone, quenta, escrivir).

Como elemento positivo, pues, el texto reproduce de manera exacta la forma de un texto antiguo; como elemento negativo, no se toma un documento original, sino una copia, una copia que según el editor parece pertenecer al siglo XVIII (a pesar de que el original sea de la segunda mitad del siglo XVII, puede haber habido cambios gráficos cuyo alcance no podemos conocer).

La selección del texto fue discutida por la dificultad que los opositores pudieron encontrar en datar un texto no literario, ya que la prueba de comentario filológico suele presentar siempre textos literarios.

¿Cómo analizar este texto? Como cualquier otro del que se realice un comentario filológico, atendiendo, como pide el enunciado de la prueba, a los diferentes niveles:ctxvii_2

Sin embargo, como cada texto es diferente, presentamos a continuación algunas cuestiones que nos parecen claves en el análisis de este texto concreto. En la imagen dejamos un ejemplo de marcado previo al comentario en el que se han destacado con diferentes colores distintos tipos de rasgos, y unido entre sí (algo que me parece muy útil) los rasgos que debemos comentar juntos (como rreputazion, aceptazion o atencion, tomase y ordenase, abiendose y aya, o sirve y serbido):

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A nivel gráfico-fonético, como en cualquier texto de oposición, hay que plantearse cuál es el origen de elementos como la puntuación, la acentuación gráfica (tildación), el uso de mayúsculas y la unión y separación de palabras. Es frecuente, pero no general, que estos aspectos se presenten modernizados o regularizados. Si no lo están, se pueden comentar como un elemento más que tener en cuenta en el análisis.

Y justamente en este aspecto vamos a tener una ayuda en este texto. Siempre se puede decir: si un texto propuesto para un análisis filológico tiene una tildación, puntuación o uso de mayúsculas igual al uso actual, entonces debemos partir de que ese elemento está regularizado. Ni las mayúsculas ni la puntuación, e incluso menos la tildación, del siglo XVI, XVII, XVIII o XIX son las actuales. De modo que esas características peculiares de estos elementos en el texto nos muestran (a) que no es un texto regularizado o modernizado en estos aspectos, que son los más frecuentemente regularizados, y (b) que no se trata de un texto renacentista. Si nos acostumbramos a leer textos del siglo XVI en su forma original, sabremos que la tildación era muy poco usada, y también la puntuación se hizo más frecuente en los siglos XVII y XVIII, especialmente en contextos que hoy parecen “extraños” como antes de y o antes de que completivo (usos que también se dieron en esos siglos en otros países, como Inglaterra). En este texto, encontramos tildación en la preposición á, en la conjunción ó: son usos posteriores al siglo XVI. El uso de mayúscula, evidentemente no actual y que debemos por tanto suponer original del documento, debe ser también comentado.

También deberían comentarse en el nivel gráfico-fonético elementos como

-el uso de h- (habiendose, aya, ha y ay muestran la variación en la escritura de HABERE; historia corresponde también a H- latina; en hallarme se encuentra una h- procedente de una F- latina),

-el uso de b/v (hay variación gráfica, pues por ejemplo vemos serbido y sirve; en escrivir o devia se ve una grafía tradicional de la -B- intervocálica latina, mientras que habiendose o savio tienen una escritura inhabitual aún en el siglo XVIII [puede verse abajo un mapa de los casos de haber con b y con v en los siglos XVI y XVII en el corpus CODEA]),

-el uso de las antiguas sibilantes (c+ei,ç/z; s-, -ss-/-s-; x/j,g+ei): Magestad es el uso tradicional y sería ya una fricativa velar sorda (/x/). Obviamente, no persiste tampoco la diferenciación entre sorda y sonora en las alveolares; la grafía tradicional medieval del subjuntivo exigía -ss-, pero ya en el siglo XVI fue más frecuente escribirlo con -s- simple (en CODEA, 44 ejemplos de mandase en XVI-XVII frente a solo 5 de mandasse), por lo que es lógico que no lo encontremos aquí, aunque sí se encuentra -ss- en expressa. La confusión gráfica entre las antiguas dentales (z/ç,c+ei), muestra de la confusión fonológica ya cumplida desde hacía muchas décadas, se muestra en dos palabras con -TIONE latina: aceptazion frente a atencion. Como la -z- de aceptazion, también la de parezer es innovadora, impropia de la grafía tradicional.

-elementos como el uso de grafías cultas como monarchia o chronica son puramente gráficos.

En el nivel morfosintáctico, podemos señalar para proponer una fecha tardía la falta de asimilación en los contextos de infinitivo más pronombre (tenella y no tenerla) o la preferencia por el orden de palabras pronombre más verbo (se ofrece, me ordenó, en lugar de “ofrécese”, “ordenóme”).

Otras características sintácticas, como la focalización del complemento circunstancial («Con Decreto de 24 de Abril, me ordenó…»), o de otros elementos, de manera parentética, antes del verbo («Vuestra Magestad con orden á Don Luis de Haro […] tuvo por bien […]») la anteposición del CI («á Vuestra Magestad pertenecen los Reynos»), la presencia de fórmulas («orden expressa»), el uso de gerundio («habiendose por mi en Consulta de el mismo dia, rrepresentado») muestran bien a las claras que este texto está fuertemente influido por la lengua administrativa.

Belén Almeida, Pedro Sánchez-Prieto y Delfina Vázquez

Cómo citar esta entrada:

Almeida, Belén, Pedro Sánchez-Prieto Borja y Delfina Vázquez Balonga (2020): “Un texto raro para comentar filológicamente: oposiciones Madrid 2018”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: https://textorblog.wordpress.com/2020/05/05/un-texto-raro-para-comentar-filologicamente-oposiciones-madrid-2018/.

v y b en HABERE, siglos XVI-XVII, corpus CODEA:

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[1] Márquez de la Plata, Manuel (2009), “La “respuesta” de Ramos de Manzano al decreto de Felipe IV encargándole la redacción de la historia de su reinado”, Dicenda. Estudios de lengua y literatura españolas, 27, 179-184.

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Comentario morfosintáctico de un texto medieval

Volvemos a ofrecer un comentario filológico de un texto pensado (por ejemplo) para todos aquellos que estén preparando las oposiciones de Secundaria. En este caso nos centraremos en el comentario del nivel morfosintáctico. El texto propuesto es literario. ¿Te animas a datarlo?

Dezirte he la fazaña de los dos perezosos
que querian casamiento e andavan acuziossos:
amos por una dueña estavan codiçiossos,
eran muy bien apuestos e verás quán fermosos:
el uno era tuerto del su ojo derecho,
ronco era el otro, de la pierna contrecho;
el uno del otro avia muy grand despecho,
coidando que tenían su cassamiento fecho.
Respondiolos la dueña que ella queria casar
con el más perezosso e aquel queria tomar
(esto dizié la dueña queriéndolos abeitar).
Fabló luego el coxo, coidó se adelantar,
dixo: “Señora, oíd primero la mi razón:
yo só más perezosso que este mi compañón,
por pereza de tender el pie fasta el escalón,
caí del escalera, finqué con esta ligión.
Desque calló el coxo, dixo el tuerto: “Señora,
chica es la pereza que este dixo agora;
dezirvos he la mía, non vistes tal ningund ora,
nin veer tal la puede omne que en Dios adora.
Yo era enamorado de una dueña en abril;
estando delante ella, sossegado e omil,
vínome descendimiento a las narizes muy vil:
por pereza de alimpiarme perdí la dueña gentil.”
“Buscad con quien casedes, ca dueña non se paga
de perezoso torpe nin que vileza faga.”
Por ende, mi amigo, en tu coraçón non yaga
nin tacha nin vileza, de que dueña se despaga.

Comenzaremos analizando aquellos fenómenos que afectan a la morfología nominal. Encontramos ejemplos esperables de actualización del sustantivo mediante el artículo (la fazaña, el pie, una dueña) y artículo más posesivo en el interior de un sintagma preposicional (del su ojo derecho –verso 5-) o formando un sintagma nominal (la mi razón –verso 13-). En este caso el posesivo es átono, de ahí el apócope de la –a final: mía > mia > mi.

Igualmente hay ejemplos de no actualización del sustantivo: omne que en Dios adora (verso 20). La ausencia de un artículo que determine al sustantivo omne provee a este último de un valor genérico por el que tendría el significado de ‘ser humano’.

Del género y del número del sustantivo son representativos los dos siguientes ejemplos: ningund ora (verso 19) y a las narices (verso 23). En el primero de ellos, ningund ora, el sustantivo femenino ora concuerda con el adjetivo ningund, que en principio se identifica como masculino. En realidad ningund funcionaba tanto para sustantivos masculinos como femeninos. Este caso es semejante a la concordancia que tenían los sustantivos y adjetivos acabados en –or (amador, bramador), cuya forma era invariable para género masculino y femenino (princesa amador, príncipe amador).

En cuanto al ejemplo a las narices, se trata de un caso de número arbitrario, ya que el uso del plural narices no hace referencia a una realidad extralingüística en la que se hable de más de una nariz. Además, el uso del plural en lugar del singular nariz no supone un cambio de significado.

La escasa frecuencia de aparición de los demostrativos este (verso 11) y aquel (verso 10) nos impide afirmar que exista fluctuación entre los tres grados deícticos. Esto es, no podemos asegurar que el demostrativo este represente en el discurso la esfera del hablante (primer grado de cercanía) o la esfera del oyente (segundo grado de cercanía).

Aunque nos ocupemos de ello en último lugar, no por ello es menos importante el análisis de los pronombres clíticos y personales.

En cuanto a los pronombres clíticos (o átonos), hemos de señalar que el sistema utilizado no es el etimológico, sino el referencial. Veámoslo en el siguiente ejemplo. En el verso 9 identificamos un pronombre átono enclítico en respondiolos. En el caso de que el sistema de clíticos fuera el etimológico, es decir, el heredado directamente del latín, habría sido esperable la forma respondioles, ya que el pronombre desempeña la función de objeto indirecto. Sin embargo, la forma loísta respondiolos nos conduce a pensar que el clítico no ha sido elegido por la función que desempeña, sino por el género y el tipo de sustantivo o pronombre tónico al que sustituye (ellos).

En lo que respecta a los pronombres personales átonos, estos aparecen en posición enclítica (vínome) o en posición anficlítica (dezirte he, dezirvos he). Estos últimos aparecen pospuestos al infinitivo de la perífrasis verbal de la forma analítica del futuro de indicativo. La alternancia entre te y vos refiriéndose a la segunda persona de singular nos proporciona información acerca del sistema de tratamiento.

El uso de o te para referirse al interlocutor suponía un uso de cercanía o descortesía, mientras que vos era un tratamiento deferente. El hecho de que en el texto te y vos se utilicen para apelar al mismo interlocutor nos indica que ya se había iniciado el cambio por el que vos pasó a considerarse otra forma de tratamiento cercano o descortés al ser sustituido en el sistema deferencial por vuestra(s) merced(es).

En cuanto a la morfología verbal, en el texto se documentan dos formas analíticas del futuro de indicativo (dezirte he –verso 1-, dezirvos he –verso 19-) frente a una forma sintética (verás –verso 4-). Nos encontramos, por tanto, en un período de variación iniciado a partir del siglo XIII en el que aún no se ha culminado el cambio lingüístico por el que la perífrasis latina CANTARE HABEO sufrió un proceso de transformación sintético hasta convertirse en la forma lexicalizada cantaré. De este modo, el texto da cuenta de la convivencia entre formas analíticas y sintéticas, que se extendió hasta el siglo XV. En relación con las formas analíticas hemos de señalar que al ser formas abiertas permiten la inclusión de un pronombre átono entre el infinitivo y la forma conjugada del verbo haber dando lugar a construcciones del tipo fazer lo ha. Estas fueron más comunes en textos literarios que en textos notariales entre los siglos XIII y XV por factores rítmicos (Rossi 1975).

Encontramos en el verso 14 la forma de la primera persona de singular del presente de indicativo del verbo ser. En el texto aún no se refleja el cambio > soy, que se inició en el siglo XIII. Aunque su explicación no es definitiva, se ha identificado la –y final con el adverbio y, procedente del latino IBI tal y como sucede en el caso de hay.

Respecto a los tiempos de pasado, resultan interesantes los morfos del imperfecto avía (verso 7) y dizié (verso 11). Ambas formas reflejan que en español medieval las terminaciones en –ía como en avía competían con las terminaciones en – como en dizié. Según Malkiel (1959) las formas en – procederían del paradigma medieval de perfecto (vendiemos). Aunque estas formas fueron las dominantes durante los siglos XII y XIII, a partir del siglo XIV comienzan a ser más frecuentes las formas en /a/ (avía) probablemente por la presión analógica ejercida por los morfos de primera persona de singular y por los verbos de la primera conjugación, cuyo imperfecto siempre incluía un marcador /a/.

La forma avía de la que acabamos de hablar merece un comentario en cuanto a su significado. El verbo haber en romance mantuvo su significado latino original ‘tener’. A medida que el verbo haber comenzó a utilizarse como verbo auxiliar en la formación de los tiempos compuestos, los contextos en los que solía aparecer como verbo pleno fueron ocupados por el verbo tener, cuyo significado originario era ‘poseer’. En el texto que nos ocupa avía aún conserva el significado léxico de tener: el uno del otro avía muy grand despecho.

Requieren un comentario las formas de la segunda persona de plural vistes (verso 19) y casedes (verso 25). Tanto un verbo como otro son formas paroxítonas cuya terminación procede del morfema latino –TIS.

En el paradigma de presente de subjuntivo del español medieval la forma vos se acentuaba en la penúltima sílaba como en el caso de casedes. Como consecuencia de la posición intervocálica de la –T- del morfema latino –TIS, esta se sonorizó en /d/ en español medieval. El morfema resultante –edes perdería la /d/ a partir del siglo XIV dando lugar más adelante a la forma hiática caséis. Sin embargo, en el texto aún se conserva la –d– intervocálica.

En el caso de vistes, hemos de tener en cuenta que esta forma es del pretérito perfecto, único tiempo en el que la –T- del morfema latino –TIS se conservó en español. Por el contexto en el que aparece se puede deducir que vistes es la forma de la segunda persona de singular. Este morfo pertenece al estado anterior del proceso por el que se dipotongó la terminación (vistes > visteis) resolviendo así la homonimia entre tú vistes y vos/vosotros vistes.

En cuanto a las formas no personales del verbo, destaca el infinitivo veer (verso 20). Nuestro actual verbo ver pertenece a un grupo de verbos que en español medieval presentaban el hiato /e-é/ en el límite entre el radical y la desinencia (veer, creer, leer,…). Algunos verbos presentaban siempre este hiato como creer, mientras que otros como ver presentaban vacilación entre su conservación (veer) y su reducción (ver). A pesar de que la forma ver que se convirtió en la norma, en el momento de la escritura del texto aún se conserva la e del radical.

Cabe señalar el régimen del verbo adorar en el verso 20: omne que en Dios adora. A diferencia de adorar a, que expresa reverenciar o rendir culto, adorar en significa poner la estima en algo o alguien.

Por último, pero no por ello menos importante hemos de prestar atención a las partículas, las cuales ayudan a estructurar y organizar el contenido del texto. La primera que comentamos es ca (verso 25). Procedente de la conjunción latina QUIA, presenta un valor causal equivalente al de la conjunción porque.

La seguna es la locución adverbial por ende (verso 27). Resultado del latín pro y del latín inde, su significado es ‘por tanto’.

La tercera partícula que comentaremos también está formada por dos elementos como la anterior aunque con un mayor grado de cohesión: desque (verso 17). Esta conjunción con valor temporal (‘desde que’) está constituida por la preposición des, procedente de la combinación de las preposiciones latinas DE y EX, y del pronombre latino QUAM.

Visto lo anterior, ¿sabes ya a qué siglo pertenece el texto? En efecto, se trata de un texto literario del siglo XIV, más en concreto, de un fragmento del Libro de Buen Amor.

Marina Serrano Marín

Imagen: Marina Serrano Marín

 

Cómo citar esta entrada:

Serrano Marín, Marina (2020): “Comentario morfosintáctico de un texto medieval”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: https://textorblog.wordpress.com/2020/03/27/comentario-morfosintactico-de-un-texto-medieval/.

 

Para saber más:

COMPANY COMPANY, C. (2006): Sintaxis histórica de la lengua española. Primera parte: la frase verbal. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.

MALKIEL, Y. (1959): “Toward a Reconsideration of the Old Spanish Imperfect in –ía ̴”. Hispanic Review 27: 435-481.

ROSSI, T. M. (1975): «Formas de futuro en un romanceamiento bíblico del siglo XIII». Zeitschrift für Romanische Philologie (91): 386-402.  <https://doi.org/10.1515/zrph.1975.91.3-4.386&gt;

IV Curso de comentario filológico de textos

Si tienes interés en realizar un curso sobre comentario filológico de textos en la Universidad de Alcalá, escríbenos a belen.almeida@uah.es

El IV Curso se celebró en 2020. Para el V Curso de Comentario Filológico de Textos, ir a este post.

Más información en la página del grupo GITHE.

Caballeros y pastores

En una pieza musical de Juan del Encina conservada en el Cancionero (musical) de Palacio y en el Cancionero de Elvas y titulada “Quién te traxo, cavallero”, encontramos un caballero hablando con un pastor sobre sus amores.

El encuentro entre un pastor o pastora y un caballero o una dama es un motivo literario muy frecuente que encontramos, por ejemplo, en el Libro de buen amor, en el marqués de Santillana o en el «Romance de la gentil dama y el rústico pastor». En estos textos, se enfrentan la corte y el campo, la ciudad y el medio rural, el refinamiento y lo rústico.

Así sucede también en la canción de Juan del Encina, cuyo texto podemos leer y luego comentar:

— ¿Quién te traxo, cavallero,
por esta montaña escura?

— Ay, pastor, que mi ventura.

— Para el cuerpo de San Polo,
que estoy asmado de ti.
¿Quién te arribó por aquí,
tan lagrimoso y tan solo?
Yo cuidé que eras Bartolo,
un pastor de Estremadura
que aprisca en aquella altura.

— Pluguiera a Dios que yo fuera
esse rústico pastor,
porqu’el falso de amor
sujeto no me tuviera.
Ando muerto sin que muera
cual te muestra mi figura,
que bivir ya no procura.

— ¿Y cuidas tú, palaciego,
que a nosotros los pastores
no nos acossan amores
ni nos percunde su fuego?
Miefé, yo dellos reniego,
que aun aquí en esta espessura
no perdonan criatura.

— Pues dizes que sois heridos
y en amores padecéis,
dime qu’es lo que hazéis
para ser de amor queridos.
Que no pueden mis sentidos
ni discreción ni cordura
hazer mi vida segura.

— Dígote que una zagala
me ha traído amodorrido,
mas hétela perseguido
hasta deslindar su gala.
Y otra que dizen Pascuala,
de muy huerte gestadura,
trayo agora en aventura.

— Triste de mí, desdichado,
sin ventura soy perdido,
que me tiene despedido
quien me tiene cativado.
Quiero ya tener cuidado
de buscar la sepultura,
pues mi mal es sin mesura.

— Dime, dime quién tú sos,
y endílgame quién es ella.
No quellotres tu querella
aunque pese a non de Dios.
Vámonos ambos a dos
y mostrarte he una verdura
donde tomes gran holgura.

— Desque ya perdí la gloria
de quien me negó por suyo,
ni yo sé quién soy ni cúyo
ni de mí tengo memoria.
Ha ganado tal vitoria
en amar mi desventura
qu’el plazer es mi tristura.

— Descordoja ya tu saña,
desensaña tus cordojos.
Dexa ya holgar tus ojos
siquiera en esta montaña.
Vámonos a mi cabaña,
que allí tengo albergadura,
y gran abondo y hartura.

— Consolando, más me hieres.
Vete ya, que se va el día.
Dios te dé tanta alegría
cuanta tú para mí quieres.
Yo no sé, pastor, quién eres
que te duele mi amargura,
la cual ya no sufre cura.

— Yo soy Domingo Pascual,
carillo de la vezina,
y es mi choca so un enzina,
la mayor deste enzinal.
Duéleme tanto tu mal
en ver tu pena tan dura
que estoy sin semejadura.

Fin.

— Por tu ser, a mí me plaze
desta noche estar contigo,
aunque de cierto te digo
que muy duro se me haze.
Pues el plazer me desplaze
y mi muerte se apressura,
ya mi vida no es de tura.

[Si quieres hacer un comentario de texto, es el momento de volver a leer el texto aplicando lo que hemos dicho en las distintas entradas sobre comentario de texto, especialmente esta]

Al leer, se puede notar bien, yo creo, la diferencia entre la manera de hablar del caballero y la del pastor. El caballero utiliza términos propios de la poesía amorosa de cancionero (gloria, ventura), muchas oposiciones (muerte/vida, despedido/cautivado, plazer/tristura) y paradojas (ando muerto sin que muera, el plazer me desplaze), pero es el pastor quien habla de modo más característico. Juan del Encina hace hablar a su pastor en sayagués, “una modalidad de lenguaje especial puesta en boca de pastores” (Salvador Plans, 2004, p. 782) que recoge elementos del leonés y diferentes arcaísmos y vulgarismos castellanos y de otros orígenes. El sayagués fue ampliamente usado por dramaturgos, poetas y autores de canciones en los siglos XVI y XVII como recurso cómico para marcar el habla de los pastores y pueblerinos.

Salvador Plans indica que, como lo usa Encina, cultivador temprano del sayagués con una vinculación personal con Salamanca, el sayagués es muy diferente, y probablemente más realista y cercano quizá a un verdadero germen dialectal, al que usaron Lope o Tirso, por ejemplo, en su obra. También recoge Salvador Plans, sin embargo, que Encina reconoce que llega a inventar términos al hacer a sus personajes hablar en sayagués.

Pero, dentro de lo que dice este pastor ¿qué se puede considerar “marcado”, ajeno a la manera de hablar de la mayoría de los destinatarios, oyentes o intérpretes, de esta música? Probablemente buena parte de sus intervenciones. Para identificar todos los rasgos, deberíamos ir palabra por palabra, construcción por construcción e incluso morfema por morfema para comprobar qué tipo de textos (si hay alguno) los contienen en el momento en que Juan del Encina compuso su texto. ¿Era cuidar con el significado de ‘creer’ ya anticuado (“yo cuidé qu’eras Bartolo”)? En efecto, parece que se encuentra, a finales del XV y principios del XVI, sobre todo en textos con un toque arcaizante, como novelas de caballerías. ¿Era escura, frente a oscura u obscura, de alguna manera característico? Habría que realizar búsquedas en corpus para comprobarlo, como pasa con cualquier otro rasgo.

Sin embargo,  vamos a centrarnos en algunos elementos más fácilmente identificables:

“Para el cuerpo de San Polo, / que estoy asmado de ti” >>> diferentes juramentos e interjecciones son características del sayagués, como este “para el cuerpo de san Polo” o más abajo “miefé” (mía + fe) o “non de Dios” (nombre de Dios). “Asmado” con el significado de ‘sorprendido’, ‘atontado’ es puesto en varias ocasiones por Encina en boca de pastores, incluida su traducción de las Bucólicas de Virgilio (donde los personajes son también pastores y donde, con mucha propiedad, Encina también versifica “en estilo pastoril” o “estilo rústico”). No hay más uso de “asmado” con este sentido que el de Encina (en cambio asmar ‘pensar, considerar, tener en cuenta’ es un verbo frecuentísimo en la Edad Media, como explicamos aquí).

“¿Y cuidas tú, palaciego, / que a nosotros los pastores / no nos acossan amores / ni nos percunde su fuego? / Miefé, yo dellos reniego” >>> El pastor utiliza el verbo “percundir”, utilizado en el corpus CORDE solo en boca de pastores por Juan del Encina, Bartolomé de Torres Naharro y Lucas Fernández. Tanto Encina como Torres Naharro utilizan también el derivado percundencia. No hay otros ejemplos que los de estos autores. ¿Existía realmente el verbo percundir? Al menos, no aparece en los diccionarios ni en otros corpus. Puede que haya sido realmente propio de la lengua popular y por tanto no haya encontrado lugar en textos escritos y en obras lexicográficas.

“Dígote que una zagala / me ha traído amodorrido, / mas hétela perseguido / hasta deslindar su gala. / Y otra que dizen Pascuala, / de muy huerte gestadura, / trayo agora en aventura” >>> Hay aquí varias palabras y formas de palabras poco características del español culto de este momento que, por tanto, parece que podrían ser lo que Encina utiliza para marcar el habla “rústica” del pastor. Amodorrido ‘aletargado, atontado, adormilado’ está relacionado con modorra (letargo, atontamiento). Está en Berceo (“perdí toda la sangre / yogui amodorrida”) y en el Libro de buen amor (“todos amodorridos fueron a la pelea” [se refiere a las huestes de don Carnal, amodorridos por el “mucho vino bevido”]). Lo usa Juan del Encina en varias ocasiones, siempre en relación con pastores, y Lucas Fernández, pero también Juan Boscán y Santa Teresa, entre otros. Parece una voz familiar, pero no únicamente reservada al sayagués. Sin embargo, Lucas Fernández (“¡Miafé! Estava amodorrido”) y Encina la reconocen en varias ocasiones como adecuada para poner en boca de pastores.

Lo mismo podría decirse de palabras como acossar, deslindar (es puesto varias veces por Encina en boca de pastores, con un significado diferente del de ‘marcar las lindes’), huerte (la aspiración de la F- inicial latina de fuerte se debía de considerar rústica), gestadura, endilgar, quellotrar, descordojar, carillo o semejadura.

Algunas de estas palabras sí son recogidas en repertorios lexicográficos (diccionarios, vamos), pero con el comentario o marca de que se trata de voces poco cultas. Por ejemplo, podemos ver carillo y aburrir en el Tesoro de Covarrubias.

carillo covarrubias

aburrir covarrubias

También en el Diccionario conocido como de Autoridades (1726-39) se recogen términos característicos del sayagués, tomados por los académicos sobre todo de obras tardías, como Las Batuecas, de Lope de Vega (que puede leerse aquí). Van marcados con comentarios como “voz baxa”, “voz rústica”, “usado de los aldeanos y gente rústica” o incluso, en enquillotrarse, Autoridades dice que “es término bárbaro y rústico, de que usan los Labradóres de Sayago y otras partes”.

Podemos ver aquí imágenes de quillotro, brando y brandura, a la fé y enquillotrarse en Autoridades.

quillotro autoridadesbrando brandura autoridadesa la fe autoridadesenquillotrarse autoridades

A pesar del propósito humorístico que parece tener, en general, el uso del sayagués, la belleza de la música de la canción que nos ocupa es igual en los segmentos atribuidos al pastor y al caballero. En una versión que acorta bastante la letra (una pena), puede oírse la canción aquí.

Belén Almeida

Fotografía: seda y lana (Belén Almeida)

Cómo citar esta entrada:

Almeida, Belén (2019): “Caballeros y pastores”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: https://textorblog.wordpress.com/2019/11/16/caballeros-y-pastores/.

Para saber más:

Esta canción, con su texto, están copiadas en los manuscritos

El Diccionario de Autoridades y el Tesoro de Covarrubias se pueden consultar en línea en el Nuevo Tesoro Lexicográfico del Español, aquí.

Carlos Alvar (2000), «Las bucólicas traducidas por Juan del Encina», en Antonio Pioletti (ed.), Le letterature romanze del Medioevo ; Testi Storia intersezioni, 125-133.
Se puede consultar en
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
http://www.cervantesvirtual.com/obra/las-bucolicas-traducidas-por-juan-del-encina/

Antonio Salvador Plans (2004), «Los lenguajes especiales y de las minorías en el Siglo de Oro», en Rafael Cano Aguilar (coord.), Historia de la lengua española, 771-798.

Cristina Tabernero (2013), «Consideración lingüística y social de la injuria en el Tesoro de Covarrubias», Estudios filológicos, 52.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/las-bucolicas-traducidas-por-juan-del-encina/html/f3b9096d-0526-4270-a8fd-b966d8f8ccc3_4.html

Literatura es historia (de la lengua)

Muchos recuerdan un libro por algún motivo especial; aparte de recuerdos sentimentales (me lo regaló mi abuela, era de mi padre), el lector graba en su memoria su experiencia con una obra en particular por lo que le enseñó. Y, precisamente, es este aspecto didáctico el que hemos querido destacar, porque hay libros que enseñan Historia del español. Y no estamos solo hablando de los manuales. Nos referimos a obras que, a la vez que entretenían, nos enseñaban algo más sobre la lengua de su tiempo. Por ello, hemos preguntado a algunos colegas de GITHE para que nos cuenten sus opiniones sobre la conexión literatura-historia de la lengua.

Nuestra compañera Belén Almeida, por ejemplo, recomendaría para una buena lectura obras medievales como General Estoria, pero también El conde Lucanor y, ya en el siglo XVII, el teatro de Tirso y Lope; de este último, en especial, Las bizarrías de Belisa y El perro del hortelano. Igualmente recuerda haber aprendido muchas palabras y construcciones con Garcilaso o San Juan de la Cruz.  Además, hace la siguiente reflexión: “yo no diría que leer enseñe historia de la lengua, diría que leer enseña lengua, más lengua de la que sabemos”. De esta manera, podemos interpretar mejor los textos de otras épocas y hacer las interpretaciones correctas, en un viaje fascinante hacia su sentido mismo.

Otro colega y amigo, el profesor Pedro Sánchez-Prieto, no se olvida de citar la Historia de la Lengua española de Lapesa, que podríamos considerar el gran clásico en la materia. Además, menciona alguna edición de gran rigor como la del Libro de Buen Amor de Alberto Blecua. Si tiene que elegir alguna obra que siempre le haga disfrutar y aprender a partes iguales, menciona la General Estoria alfonsí, a la que tiene un especial cariño, además de haberle enseñado cosas de la vida cotidiana, como el ruido que hacen las cigüeñas al comunicarse, que aparece en esta obra comparado con «tabliellas». Y es que, como él mismo dice, “en la experiencia de filólogo, no se pueden separar literatura y vida”.

Ricardo Pichel recomienda La Celestina y cualquier buena adaptación de cuentística oriental medieval, como el Sendebar. De la literatura más moderna, menciona Misericordia, que le “encandiló” y le hizo aprender mucho a través de sus páginas. Esta afición galdosiana la compartimos también Belén Almeida y yo, porque, como ya hemos contado muchas veces en este blog, tenemos a Galdós por un extraordinario retratista no solo de los paisajes y los caracteres, sino también de la lengua de los españoles del s. XIX.

Rocío Díaz coincide con Pedro Sánchez-Prieto en su afición por la obra de Juan Ruiz; tal y como nos cuenta, no olvidará el fragmento del Libro de Buen Amor en el que se trata las cualidades de la mujer perfecta con llamativos adjetivos como donosa (‘con gracia’), bausana (‘boba’) o las ensivas bermejas (‘encías rojas’).

Otras obras recomendadas son El Lazarillo y Celestina, mencionadas por Raquel López, que también cita El Cantar de Mio Cid en su descubrimiento de la lingüística diacrónica. María Agujetas habla de nuevo de Celestina, aunque tampoco descarta obras teatrales de Lope y clásicos del siglo XX como Yerma. Por su parte, Diego Sánchez Sierra recuerda, como manual imprescindible, Evolución e historia de la lengua española, de M. J. Torrens. Como obra literaria predilecta, se une a los admiradores fervientes de Quijote, Lazarillo, Libro de Buen Amor, aunque añade a la lista Los milagros de Nuestra Señora de Berceo. 

En cuanto a mis preferencias, ya he hablado de la obra galdosiana, que me ha aportado mucha información sobre el habla madrileña de finales del siglo XIX. En ese sentido, le debo mucho también a los sainetes de Arniches. Entre las obras medievales, apuesto por el Lapidario alfonsí, tan rico en vocabulario como en creencias de su tiempo. Para los Siglos de Oro, me quedaría con La niña de los embustes, una novela amena como pocas que enseña en cada página el castellano de la época.

Es difícil hacer una selección de obras, pues son muchas las que hemos tenido en mente en el camino unido de aprender y disfrutar. Finalmente, la escritura obra el pequeño milagro de conectarnos con el habla del pasado y, con ella, con su gente. Por eso, para terminar podríamos quedarnos con estos versos de Quevedo, que definen esta sensación:  «Retirado en la paz de estos desiertos / con pocos pero doctos libros juntos, / vivo en conversación con los difuntos / y escucho con mis ojos a los muertos».

Delfina Vázquez.

Imagen de la autora.

 

Cómo citar esta entrada:

Vázquez Balonga, Delfina (2019): “Literatura es historia (de la lengua)”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: https://textorblog.wordpress.com/2019/11/09/literatura-es-historia-de-la-lengua/.

Otro comentario filológico de un texto medieval

Se presenta de nuevo un texto para comentario filológico. Este apareció en oposiciones a profesorado de Secundaria (especialidad de Lengua castellana y Literatura) en la Comunidad Valenciana. Como es habitual en las oposiciones y como ya explicamos aquí, está regularizado, es decir, no se trata de una edición paleográfica sino que está modernizado en aspectos como las mayúsculas, la resolución de abreviaturas, la tildación o la separación de palabras.

En primer lugar, propongo leer el texto despacio intentando comprender de qué trata, algo que nos ayudará muchísimo a la hora de comentarlo.

La inmensa turbaçión
deste reino castellano
faze pesada mi mano
y torpe mi discriçión:
que las horas y candelas
que se gastaban leyendo
agora gasto poniendo
rondas, escuchas y velas.
El tiempo bien despendido
en las liberales artes
en cavas y baluartes
es agora convertido:
Por tanto, si falleciere
la muy gentil elocuençia,
culparéis la diferençia
del tiempo que lo requiere.
Del cual un poco furtando,
aunque no sin grande afán,
a vos, señor de Almaçán,
pregunto, mal consonando:
¿cuál os es menos molesta,
vuestra secreta prisión
o la vulgar detençión
que vos es por el rey puesta?
Maguer son en calidad
algún tanto discordantes,
ambas a dos son privantes
de la franca libertad,
lo cual visto, cuidaría,
a mi paresçer grosero,
en el solo carcelero
consistir la mejoría.

FIN

Respondedme todavía,
generoso caballero,
que vos faga plazentero
la dárdana poliçía.

 

Ahora escribo lo que ha dado mi primera lectura del texto. Voy poniendo entre corchetes lo que creo que se debería entender sin problema desde un conocimiento medio de los textos y la literatura (y la historia):

 

La inmensa turbaçión
deste reino castellano
faze pesada mi mano
y torpe mi discriçión:
que las horas y candelas
que se gastaban leyendo
agora gasto poniendo
rondas, escuchas y velas.

[¿Qué sugiere esta estrofa? Parece que está oponiendo un tiempo pasado de paz en que el escritor empleaba su tiempo en leer y un tiempo presente de guerra. Las ocupaciones de la guerra (“rondas, escuchas y velas”) hacen “pesada” la mano y “torpe” la “discrición” ‘discreción’ de quien habla. Parece que se dibuja el tema de las armas y las letras]

El tiempo bien despendido
en las liberales artes
en cavas y baluartes
es agora convertido:
Por tanto, si falleciere
la muy gentil elocuençia,
culparéis la diferençia
del tiempo que lo requiere.

[Abunda en lo anterior, la contraposición entre la paz y sus quehaceres y la guerra y los suyos: antes gastaba (despendido, incluso con valoración: bien despendido) el tiempo “en las liberales artes”, y “agora” “en cavas y baluartes”, así que se disculpa “si falleciere / la muy gentil elocuencia”, y dice que el destinatario del poema achacará esta falta de elocuencia a “la diferencia del tiempo que lo requiere”, es decir, a que las circunstancias han cambiado y así lo requieren]

Del cual un poco furtando,
aunque no sin grande afán,
a vos, señor de Almaçán,
pregunto, mal consonando:

[Entra en el tema con una pregunta o cuestión, algo característico de algunas poesías de cancionero… Ya veremos. De momento, el poeta roba (furtando) un poco de tiempo (del cual, se refiere al verso anterior) con “grande afán” (agobios, prisas) para hacer una pregunta al destinatario, que es señor de Almaçán, y lo hace en verso (consonando), pero mal]

¿cuál os es menos molesta,
vuestra secreta prisión
o la vulgar detençión
que vos es por el rey puesta?

[aquí el poeta entra a comparar dos prisiones del destinatario, una prisión secreta y una prisión que llama “vulgar” impuesta por el rey. Dos cosas se nos pueden ocurrir: a) una prisión secreta se referirá probablemente a un asunto amoroso, pues el amor se entiende, mediante una metáfora muy frecuente, como prisión. b) para que el poeta se refiera tan abiertamente y con ese tono a una medida impuesta por el rey, debemos hallarnos en un escenario de contienda civil más o menos abierta > esto señala también hacia el siglo XV, como lo que se dijo antes de la poesía de cancionero]

Maguer son en calidad
algún tanto discordantes,
ambas a dos son privantes
de la franca libertad,
lo cual visto, cuidaría,
a mi paresçer grosero,
en el solo carcelero
consistir la mejoría.

[sigue comparando las dos “prisiones”, diferentes en sus características (en calidad / algún tanto discordantes) pero que privan “de la franca libertad”, por lo que el poeta juzga (cuidaría) que la diferencia (en este caso diferencia para mejor) solo está en quien es el carcelero: “en el solo carcelero / consistir la mejoría”. Esta construcción de infinitivo parece también una construcción culta, latinizante, propia de los textos del XV. De nuevo parece que el poeta se refiere de manera algo irrespetuosa al rey, peor que el otro carcelero (la mujer amada)]

FIN

Respondedme todavía,
generoso caballero,
que vos faga plazentero
la dárdana poliçía.

[El poeta pide respuesta (para un juego de preguntas y respuestas, tan habituales en la poesía de cancionero) y hace una referencia que, en este momento, no soy capaz de desentrañar]

 

Una vez leído y comprendido el texto, nos fijamos en elementos lingüísticos relevantes y los vamos señalando en el texto con marcadores o simplemente con lápiz/boli. Comento algunos pero sería posible hacerlo con más, por ejemplo bien < BENE (con apócope y diptongación de E breve tónica latina), castellano < CASTELLU/CASTELLA (con palatalización de L geminada), reino < REGNU, etc.

La inmensa turbaçión [-nm- es una grafía culta frente a imens-; sigue existiendo ç aunque + i su valor es igual que el de c]

deste reino castellano [unión gráfica de de + este, muy frecuente hasta los Siglos de Oro]

faze pesada mi mano [FACERE > fazer > hazer > hacer, con el resultado de F- latina todavía escrito como f- (> texto medieval sin duda) y la –C- latina entre vocales que ha dado –z- (sibilante / fricativa dental sonora)]

y torpe mi discriçión: [discriçión: pensando en qué puede significar esta palabra, parece que puede ser ‘discreción’, que sabemos que es inteligencia, sensatez, agudeza… (v. discreto/a en la literatura de los Siglos de Oro) > estamos ante una variación e/i en átonas (tan frecuente), que se puede comentar incluso sin conocer el étimo]

que las horas y candelas [horas < HORA, se escribe la h-. La h- < H- latina (¡no se pronunció nunca!) se empezó a escribir más en el siglo XIV y especialmente en el XV, antes se solía omitir.]

que se gastaban leyendo [esta –b- me parece sospechosa, pues en la EM lo usual era –v- < -B- intervocálica latina. Es cierto que cuando empezaron a confundirse en la pronunciación b y v (cada vez en más contextos) se empieza a encontrar esta grafía, pero a pesar de eso me extraña. Lo mismo digo de «caballero» (más abajo)]

agora gasto poniendo

rondas, escuchas y velas. [velas se refiere, como queda claro por el contexto, a vigilantes que velan, no a ‘velas’ (que será más bien las candelas de las que se hablaba antes). Un escucha era un centinela, podemos no saberlo pero de nuevo el contexto nos puede iluminar]

El tiempo bien despendido [despender es gastar, lo podemos comparar con expender, dispendio…]

en las liberales artes

en cavas y baluartes [de nuevo se oponen liberales artes / cavas y baluartes]

es agora convertido: [marco agora para comentar]

Por tanto, si falleciere [marco la forma de subjuntivo para comentar]

la muy gentil elocuençia, [gentil es un adjetivo frecuente en la poesía de cancionero, lo puedo comentar ]

culparéis la diferencia [forma culparéis, no culparedes: lo comentaré]

del tiempo que lo requiere.

Del cual un poco furtando, [como hemos dicho, la f- inicial nos confirma que estamos ante un texto medieval]

aunque no sin grande afán,

a vos, señor de Almaçán, [presencia de ç (opuesta a z) con valor de fricativa o africada dental sorda (no sonora como z)]

pregunto, mal consonando:

¿cuál os es menos molesta, [pronombre os (no vos), lo marco y lo relacionaré con otros pronombres o determinantes (vuestra, vos es … puesta) y la persona verbal (respondedme) para hablar de tratamientos]

vuestra secreta prisión

o la vulgar detençión

que vos es por el rey puesta?

Maguer son en calidad [maguer se marca como elemento característico de los textos medievales]

algún tanto discordantes,

ambas a dos son privantes [privantes, un adjetivo en -nte con la forma de participio de presente activo latino, probablemente no se usó en la lengua hablada; estas formas son frecuentes en el siglo XV]

de la franca libertad,

lo cual visto, cuidaría, [cuidar: pensar. Palabra muy característica del léxico medieval]

a mi paresçer grosero,

en el solo carcelero

consistir la mejoría. [esta construcción de infinitivo es característica de algunos textos del XV y probablemente no se usó en la lengua hablada, sino que es una peculiaridad sintáctica propia de la lengua escrita culta que se apoya en construcciones latinas con infinitivo]

FIN

Respondedme todavía, [todavía tiene aún otro significado que actualmente, significa algo semejante a «en todo caso» (toda + vía)]

generoso caballero, [si queremos fijarnos en esto, podemos recordar que g+e,i y j no eran aún velares, sino prepalatales (sonoras). Buscamos hacia atrás por si hubiera más ejemplos que aducir, pero no veo]

que vos faga plazentero [comentamos faga con faze y furtando; comentamos plazentero con faze,turbaçion,falleciere, poliçía]

la dárdana poliçía. [policía no significaba lo mismo que ahora en la EM y los Siglos de Oro. Dárdano es troyano]

 

A este poema y a su aparición en un examen de oposición dedicó un post muy interesante Carlos Campa Marcé en su blog Cidehametebenengeli. El autor se lamenta de

-la aparición de una versión regularizada (pero ya hemos visto en otras entradas que esto es lo más frecuente en oposiciones, más modernizados los textos de los Siglos de Oro y menos los medievales; ayuda a comprender y disminuye los elementos de juicio)

-la falta de título. Dice: «Hay otro problema, y es la ausencia del título con que habitualmente se presenta el poema: “Pregunta a Pedro de Mendoza”. El título nos aclararía algunos aspectos del poema, y sobre todo nos llevaría a situarlo dentro del subgénero de poemas de “preguntas y respuestas”, modalidad típica de la poesía cancioneril del siglo XV. Pero es que, además, se conoce la “Respuesta de Pedro de Mendoza a Gómez Manrique” que, por último, sería otro elemento clarificador de nuestro texto.»
Sin embargo, hemos visto que una lectura cuidadosa del texto nos permite llegar a las mismas conclusiones: es una poesía del género «preguntas y respuestas» y se refiere a un asunto amoroso.

En el post, el autor señala que «como miembro de un tribunal pude observar cómo muchos de los opositores conseguían fechar el texto en el siglo XV, e incluso adscribirlo a la poesía cancioneril, pero muy, muy pocos –en nuestro tribunal solo una persona- aproximarse a una inteligencia certera de su asunto y estructura.» Se ofrecen algunas notas para la comprensión del poema, algo semejante a lo que se ha esbozado aquí y algunos elementos más, sobre todo métricos. El misterioso «la dárdana poliçía» del último verso es también para los editores (él se refiere a la edición de Rodríguez Puértolas) «casi un enigma», y solo señala que (como habíamos visto), «hace referencia a la cortesía troyana o propia de los troyanos.»

Se trata, pues, de un texto del XV, poesía de cancionero, concretamente del tipo «preguntas y respuestas» con muchas características del género y de la lengua literaria del XV. Su autor, que resulta muy complicado identificar sin más datos que los que ofrece en texto, es Gómez Manrique.

En un libro con comentarios resueltos que se puede consultar aquí, la autora interpreta la «secreta prisión» de otra manera (a mi parecer, de manera errónea, algo que se comprueba no solo conociendo el texto de respuesta, sino leyendo con cuidado el texto); sin embargo, ella opera sobre un texto con grafía algo diferente (p. ej. tiene cauallero, gastaua). ¿Cuál apareció realmente en las oposiciones? En Cidehametebenengeli, se dice que la versión de Rodríguez Puértolas. En general, efectivamente, se eligen textos de una edición publicada.

En resumen, puede verse cómo una lectura atenta, cuidadosa y reflexiva de los textos (¡los textos se explican a sí mismos!) y fijarse en unos pocos detalles gráficos y fónicos puede ser determinante para comentar una obra que, en principio, puede resultar compleja (como queda de manifiesto por lo que se dice en el blog Cidehametebenengeli).

Belén Almeida

Imagen: Cancionero. Gómez Manrique (h. 1475). BNE, Mss/7817.

Cómo citar esta entrada:

Almeida, Belén (2019): “Otro comentario filológico de un texto medieval”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: https://textorblog.wordpress.com/2019/06/11/7571/.

 

Comentario de texto medieval I

Hoy proponemos un texto medieval que se puede simplemente leer y disfrutar o bien comentar. Es un texto que me parece psicológicamente interesante y además bastante cruel.

Primero va el texto sin ninguna marca. No es un texto muy difícil de entender. Está regularizado (<v> para consonante, <u> para vocal, <i> para vocal y <j> para consonante prepalatal sonora, etc.; tildes; mayúsculas; puntuación según las normas actuales; separación de palabras como la actual, como explicamos en este post). Los consejos para leerlo y entenderlo son:
-tomarse tiempo,
-tener en cuenta que los textos tienen sentido, no dicen cosas absurdas,
-tener en cuenta que los textos suelen dar la misma información varias veces (p. ej.: era aquesse Perillo muy buen ferrero e que labrava muy bien de fierro e de cobre),
-intentar acercarse al sentido de las palabras que se repiten, que pueden ser fundamentales (aquí dimos 50 palabras que nos parece importante conocer para entender los textos medievales),
-leer el texto en voz alta,
-recordar algunos datos básicos sobre la lengua medieval, como que la F- latina aparecía como <f> gráfica (aunque quizá se leía y probablemente se pronunciaba en el habla como aspirada /h/).

De Perillo ell orebze e del so buey que fizo de cobre al rey Busiris

Otrossí cuenta ell obispo Lucas en la crónica del tiempo d’este Josué, e la glosa sobre aquella epístola de Deyanira que enviava a Hércules so marido, e Oracio en el libro de las sus Epístolas, e Juvenal en el so libro, que este rey Busiris mucho era más cruel que los otros reyes nin los otros príncipes de toda essa tierra. Ca dizen que assí era afecho a matar los omnes por quequier que nunqua quedava de vuscar maneras de estrumentos estraños en que los matasse. Onde departen que un ombre que tenién por sabidor en essa Egipto, e deziénle Perillo, que vino a este rey Busiris; e era aquesse Perillo muy buen ferrero e que labrava muy bien de fierro e de cobre. E por engraciarse con el rey dixol: “Señor, enseñarte ía yo pora penar los omnes muy buen estrumento estraño e nuevo e que nunqua fue fecho otro tal, e con que reirás.” Preguntól essora el rey: “¿De qué á de ser e qué forma avrá? E dixo Perillo: “De cobre o de fierro, e de fechura de buey o toro e hueco de dentro, e deve aver en el costado una finiestra por ó metan ý ell ombre, e desque el ombre fuere dedentro que se cierre aquella finiestra muy bien con una tabla que junte otrossí muy bien con el otro cuerpo del toro, e la tabla de aquella finiestra será de cobre o de fierro, de lo que fuere ell cuerpo del toro. E desque el ombre fuere dedentro mandarás dar fuego al toro yuso so el vientre, e calecerá el toro, e quexarse á el omne con la calentura del cobre o del fierro e dará grandes vozes. E saldrán aquellas vozes por la garganta del toro arriba e dent adelant por la boca afuera, e farán un roído que dizrás que non es si non toro que reburdia, e de guisa avrás sabor dend que reirás.” Dixo el rey: “Pues de ti me dizen que labras bien de cobre e de fierro, e fazme tú este estrumento como dizes, e yo te lo galardonaré como merecieres e te daré por él más que él valiere.” Perillo fizo el estrumento luego, e muy aína, e muy apuesto segunt su fechura que dixiera al rey. E pues quel ovo fecho, porque non fallava cosa en quel traer al rey, ca era de grant peso, ovieron éll e otros sabidores que se acertaron allí a asacar maneras de ruedas e ex que les pusiessen e unos maderos juntados como por pertegal, e asmaron e fizieron otrossí el arca del pertegal que anda sobr’ell ex en que vienen las cosas que en él cargan pora traer. Onde en el reino de Menfis d’aquí assacaron el carro. E pusieron aquel toro en aquel estrumento de manera de carro e leváronle al rey Busiris, e Perillo con él, teniendo quel avié fecho muy grant servicio segunt lo que la voluntad del rey querié e segunt el entendimiento d’él. El rey cuando vio el toro catól todo e su puerta e su finiestra e mesuról, e tovol por bien fecho de lo que él era e de la manera que la fechura era, e gradeciólo a Perillo e quel darié algo por éll. E estando assí allí todos dixo el rey en so coraçón: “Yo asaz é de la mi crueldat segunt que me travan los ombres en ello, e assaz fallo maneras en que peno a los malos que me lo vuscan. Pues este, que ovo agora consigo de irme vuscar nueva maestría de estrumentos pora penar los mesquinos de los omnes, a mios dioses digo verdat segunt mio entendimiento que yo por guisado e justicia tengo que éste que padesca su parte del mal que vuscó a los otros que por ventura gelo non vuscaron.” E dixol assí: “Perillo, nuevo es este estrumento que fezist e bien fecho e apuesto en su manera, e bien pareces tú buen maestro e sabio, ca la sabeduría del maestro en la lavor que faze parece. Mas aún nunqua vi omne entrar en este estrumento. E que te vala dios, entra tú ý, e veré cómo an de entrar los otros que yo ý mandare meter.”

¿Se comprende bien? Lo que más me gusta es la sutileza con la que trata al rey: vale, es «cruel», «era afecho a matar los omnes por quequier», estaba acostumbrado a matar a las personas por cualquier causa, peeero peor es el orfebre (orebze < AURIFICE < AURUM + FACERE) Perillo, que le ofrece un medio ingenioso de torturarlas. Al final, el rey queda como la figura vengadora. Poner al rey de malo no es algo que guste en exceso en esta obra (si quieres saber cuál es, hablamos de ella en este post), y de hecho la «crueldad» ni siquiera es necesariamente muy grave, es un rasgo muy habitual de los reyes, una «ira regia» (¡buena!) un poco pasada de rosca.

Ahora pongo el texto un poco trabajado con «marcadores» de color (que recomiendo usar para realizar el comentario). En azul turquesa he recogido los elementos léxicos de interés, que habría que a) comprender y b) recoger en un comentario filológico. En general creo que no se entienden mal. Afecho, de afazer(se), es ‘acostumbrado’. Departen es ‘cuentan’. Yuso es ‘debajo’, ‘abajo’. Sabor, una palabra importante, es ‘gusto’: avrás sabor > tendrás gusto, placer. Son fundamentales en este texto manera (‘tipo’) y estrumento (‘invento, artefacto’). Otros están recogidos en el post de 50 palabras para comprender los textos medievales.

En azul así turquesa oscuro o verde pavo están elementos morfosintácticos, como el so masculino / su femenino (so libro, so buey / su finiestra, su puerta), el pretérito en -ie- (en lugar de ía) (tenién, dezién), el orden de los clíticos (dezién + le, dixo + l, gradeció + lo), el futuro y condicional (enseñar + te + ía; quexar + se + á; galardonaré, reirás), el perfecto fuerte (más abundante en la Edad Media, pero aquí sin muchos ejemplos: dixo, no dizió), la presencia de pora (no para), la frecuencia del futuro de subjuntivo, la presencia del que llamado discursivo (yo por guisado e justicia tengo que este que padesca), algunos rasgos del orden de palabras como sujeto + oración temporal + predicado (el rey + cuando vio el toro + catol todo) o el verbo al final (la sabeduría del maestro en la lavor que faze parece).

En gris oscuro se marcan elementos gráfico-fonéticos, como la -v- < B intervocálica latina (enviava, lavor), la -b- < P intervocálica latina (sabidor), la f- gráfica en las palabras procedentes de palabras latinas con F inicial (ferrero, fierro), la frecuente ausencia de h- en las palabras derivadas de palabras latinas que comienzan por H- (omnes, Oracio, aver), la presencia de -ss- y -s- intervocálicas (la primera sorda, la segunda sonora: matasse, glosa), la frecuencia de la apócope extrema (dixol, fezist), la presencia de -z- (sibilante dental sonora) < -C- intervocálica latina (fazer, dezir) frente a c+ei, ç (que era sorda: coraçón), la oposición x (prepalatal sonora: dixo) / j (prepalatal sorda: junte), y por supuesto la O y E breves tónicas latinas diptongadas en cuenta, entendimiento, finiestra). Más detalles sobre cómo comentar este nivel se pueden encontrar en este post.

Perillo GE2

En gris claro he marcado datos que pueden ayudar a situar el texto. Parece claro que se trata de un texto historiográfico que narra historias antiguas y de zonas muy diversas y alejadas de la península ibérica.

Todo esto junto hace que podamos datar este texto en el siglo XIII. Como muchos lectores y lectoras de este blog y no pocos opositores a profesorado de Secundaria (¡especialidad de Lengua castellana y Literatura!) podrán decir, se trata de un segmento de la General estoria, compuesta por orden de Alfonso X.

Belén Almeida

Cómo citar esta entrada:

Almeida, Belén (2019): “Comentario de texto medieval I”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: https://textorblog.wordpress.com/2019/05/22/comentario-de-texto-medieval-i/.

Para saber más:

Hemos publicado bastantes entradas sobre comentario filológico: esta sobre la edición de los textos que suelen aparecer en la oposición, esta con palabras usuales que sirven para realizar un comentario filológico, esta sobre cómo enfrentarse a un texto en una serie de pasos, esta sobre el comentario léxico, esta con 50 palabras muy habituales en los textos medievales.