En las escuelas del siglo XIX, se trabajaba con libros de texto de las diversas materias, como vimos ya hace algún tiempo en otra entrada. Las escuelas estaban separadas por sexo: los niños iban a escuelas primarias donde estudiaban con maestros y las niñas a escuelas donde las clases eran impartidas por maestras, como ya comentamos en entradas anteriores como esta, esta y esta.
Si analizamos los libros publicados (lo que se puede hacer en el catálogo de la BNE, donde se conservan muchos) y los libros que tenían las escuelas (que se conocen mediante los inventarios de materiales de las escuelas y los albaranes de compras a librerías, documentos que se conservan en los archivos municipales), comprobaremos que existían tanto libros destinados a niños y niñas como solo a niños y solo a niñas.
Por ejemplo, libros de historia sagrada y de religión como el Catecismo de Ripalda o la Biblia de los niños se encuentran en los inventarios de las escuelas de niñas de Alcalá y Guadalajara que hemos analizado, así como muchos libros de lectura como Páginas de la infancia, Luz de la infancia o Parnaso de los niños. En la Biblioteca Digital Hispánica se encuentran también muchos títulos que, sin duda para mayor claridad sobre el público destinatario, presentan la doble fórmula “niños y niñas”, como Auras de otoño: cuentos para niños y niñas (Julia de Asensi, 1897), La aurora del pensamiento: lectura educativa para niños y niñas (Prudencio Solís y Miguel, entre 1881 y 1890) o Breve compendio de aritmética para niños y niñas (Encarnación Martínez, 1887). Pero igualmente había un gran número de libros de texto solamente para niñas, el tema al que dedicaremos esta entrada y otras más en una pequeña serie.
La Biblioteca Digital Hispánica, en la página de la Biblioteca Nacional de España, incluye una gran cantidad de libros que se pueden consultar de manera digital, por lo que es una magnífica herramienta para disfrutar y aprender de obras a las que, de otra manera, sería muy difícil acceder. Entre los libros que podemos leer en la BDH, hay muchos libros de texto para niñas, que hemos identificado mediante la búsqueda “niñas” en el catálogo de la BDH. En cada libro citado a continuación, proporcionamos el enlace que lleva a esta obra en la BDH.
Se encuentran, dedicados exclusivamente a niñas, libros de diferentes asignaturas o contenidos, tanto libros de lectura como de historia, aritmética, urbanidad o higiene, como veremos a continuación. Las autoras y autores de estos libros eran por lo general profesoras y profesores, a veces maestras/os en ejercicio, y con frecuencia daban clase en las escuelas normales que formaban al profesorado de educación primaria. Este dato siempre se recogía en la portada de los libros, a continuación del nombre del autor o autora. Aunque había personas especialistas en un tema que se limitaban a escribir sobre él, otras personas, como Pilar Pascual de Sanjuán, publicaban obras didácticas sobre las más variadas materias. Como se verá, lo más frecuente (salvo en los libros de lectura, que veremos en otra entrada) es que los contenidos se articulasen en forma de diálogo.
Uno de los decanos de estos libros para niñas (de los que hubo muchísimos más en el siglo XIX que en el XVIII) parece ser el Infancia ilustrada, y niñez instruida en todo genero de virtudes christianas, morales, y politicas, que conducen á la santa educacion, y buena crianza de las niñas, publicado en Zaragoza en 1766. Su autor es “el ilustrissimo señor don Juan Elias Gomez de Teràn, Obispo de Orihuela”, y se encarga de reimprimir la obra una innominada “señora devota”. En el libro, se contienen las 18 “obligaciones de la niña christiana”, otros detalles sobre la “particular crianza, y educacion santa de las Niñas”.
Aquí, se incluyen recomendaciones de diferentes santos y profetas sobre que no deben aprender “cantares del Mundo, sino es Psalmos”, ni jugar “con muchachos, no sea que aprenda palabras deshonestas”, y se señala que “en llegando à siete años la Niña, ya ha de saber tener verguenza” y que “Dina [una figura del Antiguo testamento, hija de Jacob y Lía] se perdió [fue violada], porque se apartò un poco de su Casa para vèr las mugeres estrangeras” [se puede leer su historia en Génesis, 34, 1-31]. Se cuentan también numerosos episodios de niñas y jóvenes que por los más variados comportamientos (desde una muchacha que hace un sortilegio para saber quién será su marido hasta una niña de seis años que juega “con los Niños de su edad con sobrada libertad” y realiza “consigo misma acciones torpes” o una criada “de genio […] maldiciente”) son terriblemente castigadas por la divinidad. Siguen once “exemplos” sobre la vida de María y otras santas. Pero la verdad es que este libro no es propiamente un manual escolar, sino un libro de moral que como máximo podría ser leído en la escuela, pero no transmite conocimientos teóricos sobre las diferentes materias.
Aunque parezca raro, existen manuales de matemáticas destinados a niñas. ¿Qué explicación se da para publicar para ellas obras diferentes a las destinadas a niños? A veces no se explicita por qué se hace, como sucede en la Aritmética para niñas de Vicente Régulez (Madrid, 1882); otras veces el propio título es descriptivo, como sucede en Demetria ó el sistema métrico al alcance de la mujer. Lectura para niñas, de Emigdio Santamaría (Madrid, 1881), que el autor dedica a sus hijas Adelfa y Elia.
En algunas ocasiones, se aplica la matemática a labores consideradas propias de las mujeres, como la costura: Luciana Casilda Monreal publica en Madrid en 1884 una Cartilla de geometria y dibujo aplicada a las labores y al corte, y Bernardo Álvarez Marina (en Madrid en 1882) un Tratado de geometría par niñas, con aplicación á las labores propias de la mujer (y advierte: “las lecciones de aplicacion a las labores se han confeccionado con arreglo á las instrucciones de una profesora superior”).
Algo que incluso en la didáctica actual se consideraría interesante y que tienen estos libros es que presentan ejemplos donde aparecen niñas:
En el texto de Vicente Régulez, se da el siguiente “ejemplito”: “El costurero de Anita, que costó once pesetas (entero) y sesenta céntimos (quebrado), tiene en la tapa grabados arriba un tres y abajo un dos (abstractos) y contiene dentro dos punzones, tres tijeras y cuatro dedales (concretos) […]”.
El libro de Emigdio Santamaría está compuesto de diez diálogos donde Demetria habla con otras niñas y les explica conceptos como el metro y la circunferencia de la tierra, las superficies, las medidas agrarias, etc., aunque reconocen que “ni tú, ni yo, hemos de ocuparnos nunca de esta clase de mediciones”, pues “con medir la tela para nuestros vestidos y la cinta que se invierte en los bullones de los abrigos tenemos bastante…..” (p. 15).
En una de las obras de matemáticas aplicadas al corte y costura, escrita en su totalidad por una mujer, se empieza fuerte: “¿Cómo nos formaremos idea de la línea recta? / Poniendo un hilo muy tirante. / ¿Qué nos representa la figura 1ª? / Una línea recta. / ¿Luego qué es la línea recta? / La línea cuyos puntos están en una misma direccion como la AB”. Para comparar, en un libro para niños, se dice “¿Qué es línea recta? La que tiene todos sus puntos en la misma dirección: como el borde de una regla bien construida, ó un hilo tirante y sin grueso”, y en otro: “¿Qué es línea recta? / La que tiene todos sus puntos en una misma dirección”, y en otro más: “P. Qué es línea recta? / -R. Aquella cuyos puntos están en una misma direccion. Las filas de un regimiento se forman en linea recta”.
En cambio la obra de Geometría para niñas con aplicacion á las labores propias de la mujer, escrita por un licenciado en ciencias, define línea recta como “la que tiene todos sus puntos en la misma direccion, como el borde de una regla, el doblez de un pliego de papel separando un poco sus dos hojas, una cuerda tirante”. Los ejemplos y problemas de la parte teórica de este libro son neutros, no adaptados a las niñas. La aplicación de la geometría “á las labores propias de la mujer” comienza con el corte de prendas, como una “camisa con canesú para señora”, para el que “se toma un pedazo de tela de [ilegible por sello], se dobla por la mitad en el sentido de su ancho y se corta por el doblez. De uno de los lados mayores del doble rectángulo que forma la tela, se corta la nesga, que es un triángulo cuya base mide 1/3 del ancho de la tela”.
Existen también numerosos tratados o manuales de urbanidad para niñas, de los que comentaremos brevemente los contenidos de una selección:
Breve tratado | de | urbanidad | para las niñas, | por | Dª. Pilar Pascual de Sanjuan Barcelona 1884
Resumen de urbanidad para niñas por Pilar Pascual de Sanjuán ; Barcelona 1888
Manual completo | de | urbanidad | para las niñas | por J. R. ; Barcelona 1849
En los años 70, 80 y 90 del siglo XIX se publicaron gran cantidad de estos tratados o manuales, pero hay algunos más antiguos, como el de un/a misterioso/a J. R. publicado en Barcelona en 1849. En este tratadito, se presenta la obra como destinada a las madres y maestras y luego se procede a definir y explicar, mediante el habitual sistema de preguntas y respuestas, qué es urbanidad, cuál es su función, cómo se adapta a las circunstancias, etc. Luego, en un modelo que será habitual en estas obras, se dedican diferentes capítulos a aspectos como la limpieza y aseo (se incluye “no llevar los zapatos en chancleta”), la conversación, las visitas, el juego, el baile, el teatro, el templo, el paseo, el viaje, la mesa, las obligaciones para con la familia, con los superiores.
En el Breve tratado de Julián López y Candeal, el autor, en un prólogo, incide sobre “la decisiva influencia que la mujer ejerce en los destinos del hombre”, razón por la que “se hace indispensable” escribir esta obra para niñas. En forma de diálogo, se presentan conceptos como sociedad, derecho, deber, educación, urbanidad, etc., para luego entrar en los “deberes generales de la mujer” (“¿Cuál es la verdadera mision de la mujer en la tierra?”: “de paz y de caridad, de amor y de ternura”; “¿Cómo conseguirá la mujer el cariño y el respeto de las personas con quienes alterne? / Teniendo la mujer en cuenta que su fuerza estriba en su misma debilidad, aspirará no á que los demás la teman, sino á que la quieran y respeten”, etc.).
Más adelante, se describen los deberes de la mujer como esposa (“abrigado puerto”, “retiro sagrado”, “ternura sin límites”, de modo que “sin darse cuenta el esposo de lo que realmente sucede, se encuentre fascinado por su mujer y aprisionado por ésta, conservando, sin embargo, la ilusion de que es el sér más libre de la tierra”; todo, por supuesto, para “llevarle por el buen camino”). Siguen los deberes especiales de la mujer como madre, como hija, y contenidos sobre aseo y limpieza de su cuerpo, sus vestidos, su habitación; las reglas generales de la conversación. Aquí resulta muy interesante lo que dicen sobre el vocabulario que debe emplear una persona culta: “ninguna persona culta, deberá emplear en la conversacion esas palabras soeces que no explica el diccionario, y que solamente se oyen en las calles y plazuelas»; también se deben evitar “esas muletillas de que se sirven algunos, diciendo: ¿Eh? ¿Está V.? ¿Me entiende V.?, etcétera”.
Incluye también el manual un listado de “acciones, que por impropias, debemos evitar en público”, como “rascarnos la cabeza, sonarnos con estrépito, mirar lo que hemos depositado en el pañuelo, introducirnos los dedos en la nariz, mordernos las uñas ó los labios, hacer gestos ó visajes, etc.”, y también “bostezar en presencia de la persona que nos habla […], aproximarnos tanto á ella, que la molestemos con nuestro aliento; estornudar con la cara vuelta hácia ella” y otras. En la “urbanidad propiamente dicha”, segunda parte, se habla de las “reglas de urbanidad que deben tener presentas las señoras en la calle y en paseo”, “deberes especiales de la niña en las escuelas y colegios”, en la iglesia, en las visitas, en los juegos, en los viajes, en los bailes, en el teatro o durante las comidas.
El tratado de urbanidad de Pilar Pascual de Sanjuán publicado en Barcelona en 1884 presenta una gran cantidad de grabados, por lo que es especialmente interesante consultarlo. Aquí, se definen también urbanidad y cortesía, y luego se definen los deberes de la niña “de inferior a superior” (“Quiénes son los superiores de una niña?”; hay bastantes), los “relativos al culto”, “para con los padres”, “en la escuela”, con las “personas de dignidad” (“no está bien darse importancia diciendo Bien, gracias; ó sigo sin novedad, sino que se ha de añadir para servir á V.”). También se habla de la limpieza, de los deberes “para con los iguales” (con las cuales también hay que abstenerse de “rascarse, meterse los dedos en la boca, en las narices, eructar, bostezar, estirarse, estornudar ó sonarse con estrépito, mecerse en la silla, poner una pierna sobre otra, reclinarse en los muebles o apoyarse en otra persona”, etc.). Resulta interesante lo que dice la autora sobre el tuteo: “No será falta de respeto el tutear los niños á sus padres y abuelos? / Muchas familias no lo consideran así; y en prueba de ello, pueden citarse niños muy bien educados, que tratan como es debido á sus superiores, y tutean á sus padres”.
Se completa con la urbanidad en las visitas, en la mesa, en el juego, en la correspondencia, “deberes de superior a inferior” (muy alejado de los “deberes de inferior a superior”, sin duda por la mayor importancia que se da al comportamiento de las niñas con sus “superiores”): “Qué inferiores tienen las niñas? / En realidad ninguno, pero puede considerar como tales á los criados y dependientes ó jornaleros de la casa de sus padres.”
Terminamos esta entrada con la obrita Urbanidad en verso | para uso de las niñas, de José Codina (16ª edición en Barcelona, 1894). En una primera parte, se presentan máximas en verso, como esta:
El comer á dos carrillos
y hablar con la boca llena,
son defectos que condena
severa la Urbanidad.
Apoyar manos y codos
en la mesa es muy grosero,
y evitarás con esmero
algo asqueroso nombrar.
Luego el autor propone una serie de preguntas para comprobar que se ha comprendido y asimilado el contenido de estas máximas, y por último, en la “fraseología urbana” final, se hacen reflexiones variadas sobre la comunicación cortés en sociedad. Aquí, el autor se muestra más anticuado sobre el tuteo que la autora que anteriormente se citaba, pues dice:
El tratamiento de tú no es tan conveniente ni suena tan bien como el de usted: es propio solamente de aquellas personas que se tratan con la mayor franqueza. Sin embargo, merced á los caprichos de la moda y á las exigencias de ciertos entes, so color de costumbre de buen tono, va cundiendo entre las señoritas del gran mundo el abuso de tutear á sus padres, con mengua de su excelsa autoridad y olvidando el respeto y sumisión profunda que les deben, relajándose de esta suerte los lazos con que una hija está obligada a los autores de su existencia.
Parece claro que en ese momento, en las décadas finales del XIX, se estaba produciendo un fuerte cambio social en lo que respecta al tuteo, como describió Isabel Molina Martos, profesora de la Universidad de Alcalá, en su trabajo “Evolución de las fórmulas de tratamiento en la juventud madrileña a lo largo del siglo XX” (El lenguaje de los jóvenes / coord. por Félix Rodríguez González, 2002, ISBN 84-344-4248-5, págs. 97-122).
Gustase o no gustase a autores y autoras de manuales libros de texto, no solo el tuteo, sino las ideas de la sociedad sobre la cortesía, la educación, la pedagogía, las diversas materias y, por supuesto, el papel social de mujeres y hombres fue cambiando lenta pero inexorablemente hasta la actualidad, cuando ver estos contenidos nos sorprende y, por qué no, no deja de divertirnos en muchas ocasiones.
Belén Almeida
Imagen: Breve tratado de urbanidad para las niñas de Pilar Pascual de Sanjuán.
Cómo citar esta entrada:
Almeida, Belén (2021): “Libros para niñas en el siglo XIX: matemáticas y urbanidad”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: [enlace].