Domjngo nueve di<a>s del mes de otubre, An<n>o d<e>l sen<n>or de mjll e q<ui>nj<ento>s e quarenta e siete an<n>os fue baptizadomjguel hijo de Rodrigo de cervantes e su muger don<n>a leonor<…>baptizole el R<everendo>sen<n>or b<a>r<tolome> se Rano Cura de n<uest>raSen<n>ora T<estigo>s baltasarvaz q<ue>z sa<cristan> e yo q<ue> le baptice e f<ir>me de mi no<n>bre. Bachiller Serrano. [Partida de bautismo de Miguel de Cervantes, manuscrito del siglo XVI].
Así reza, en el acta de su bautizo, el primer testimonio sobre Cervantes. Esta acta, no exenta de polémica, se conserva en los fondos del Archivo Municipal de Alcalá de Henares y, como cada 9 de octubre, se expone en la Capilla del Oidor para conmemorar el bautismo de Miguel de Cervantes, que tuvo lugar en dicha ciudad, en la parroquia de Santa María la Mayor, un domingo del año 1547.
A este primer testimonio de 1547 le han seguido muchísimos más, tal y como era de esperar, debido a que este Miguel, el cuarto de cinco hermanos, cuyos avatares de la vida le llevarían a sufrir desde una guerra hasta toda una serie de infortunios, resultaría ser uno de los autores referentes no solo de nuestra literatura sino de la literatura universal.
Si se rastrea un poco por los distintos fondos o corpus documentales, se dará con numerosos datos o testimonios sobre la vida y obra de Cervantes. Por eso, en la entrada de TextoR de esta semana, gracias a la consulta de varios de ellos, hemos querido mostrar algunos de los términos que se empleaban, a finales del siglo XVIII y en el XIX, para designar a Cervantes, términos que, como no podía ser de otra manera, conferían matices extraordinarios a su persona.
El primero de ellos, tomado del Correo de los ciegos de Madrid, en el número del martes 13 de marzo de 1787, página 1, señala a Cervantes como héroe de la nación.
Apenas tendríamos las sabias memorias que nos han quedado de Miguel de Cervantes Saavedra, si la protección de los Señores Conde de Lemos, y Arzobispo de Toledo D. Bernardo de Sandoval, no hubieran sostenido á este heroe de la nacion, para que no desmayando al ver el poco fruto que sacaba de su estudio, no desaprovechase este, y nos dexase algunas piezas en que admirar la viveza de su talento.
Otro vocablo con el que se le solía nombrar era genio. Tanto Ángel Ganivet, en su Idearium español, 1897, como Juan Montalvo, en su obra Siete tratados, 1882, parecían sentir gran admiración por Cervantes, y ambos calificaban al autor del Quijote como genio, incluso genio portentoso.
El genio no se enriquece: el genio vive de miseria, muere de hambre, oculto y olvidado, como Cristóbal Colón, como Cervantes: su herencia es incredulidad e ingratitud de los demás, cuando no persecución y muerte [Juan Montalvo, Siete tratados].
Cuando Cervantes comienza a idear su obra, tiene dentro de sí un genio portentoso; pero fuera de él no hay más que figuras que se mueven como divinas intuiciones; después coge esas figuras y las arrea, pudiera decirse, hacia adelante, como un arriero arrea sus borricos, animándolos con frases desaliñadas de amor, mezcladas con palos equitativos y oportunos. [Ángel Ganivet, Idearium español].
Juan Montalvo, además, empleaba expresiones como gloria universal o príncipe de sus ingenios.
Al panteón de los inmortales no suelen traer los escritores sino a Cervantes, de parte de España; Cervantes, su única gloria, dice, particularmente los franceses… No pocos hay en ella de esos pequeños grandes hombres de cuya reputación están henchidos los ámbitos de la patria; mas uno es Cervantes, y otro Lope de Vega. Éste es gloria nacional, ése gloria universal: con el uno se honra un pueblo, con el otro el género humano. [Juan Montalvo, Siete tratados]
Admíranos, por tanto, hubiese habido entre los sensatos españoles quienes diesen la preferencia a la obra sin mérito del supuesto Alonso Fernández de Avellaneda sobre la fábula inmortal de Miguel de Cervantes, príncipe de sus ingenios. [Juan Montalvo, Siete tratados]
Y parece, por las voces encontradas, que el sustantivo ingenio era uno de los favoritos, tal como hemos visto en Juan Montalvo, y tal y como empleaban otros autores como Eusebio Blasco, en Páginas íntimas, que le designa como príncipe de los ingenios; Fray Francisco Alvarado, en Cartas críticas del Filósofo Rancio, que alude a él como el mayor de nuestros ingenios; o Juan Valera, en su obra Sobre “El Quijote” y sobre las diferentes maneras de comentarlo y juzgarlo, que señala a un ingenio de primer orden.
Un fuego en la casa del Sr. de Saavedra. Este señor de Saavedra era ni más ni menos que Miguel de Cervantes. El sereno había leído desde que empezó á ejercer, la lápida conmemorativa del príncipe de los ingenios, y para él Saavedra era un vecino más. [Eusebio Blasco, Páginas íntimas, 1905]
Soldado fue Garcilaso, que es reputado por el padre de nuestra poesía: soldado Cervantes, el mayor de nuestros ingenios, y acaso comparable con los mayores que ha tenido el mundo: soldado el portugués Camoes, á quien muchos tienen por el príncipe de nuestros poetas… [Fray Francisco Alvarado, Cartas críticas del Filósofo Rancio, II, 1824]
Mas, aunque así sea, todavía no se me ha de negar que podrá ser útil lo que yo dijere, porque presentaré las cosas bajo otro aspecto y las veré a otra luz, sirviendo todo para cuando una inteligencia más alta y más clara venga a dirimir la contienda y a determinar la significación y la importancia del libro extraordinario que coloca a Miguel de Cervantes Saavedra entre los ingenios de primer orden. [Juan Valera, Sobre “El Quijote” y sobre las diferentes maneras de comentarlo y juzgarlo [Discursos académicos], 1864]
Además de estos términos, la admiración por nuestro escritor alcalaíno se señalaba con otros tantos adjetivos o expresiones que manifestaban tanto la grandeza de su obra como de su persona, así encontramos famoso, su admirable agudeza, conquistador, de un escepticismo instintivo y una gracia inimitable, ser privilegiado y un varón extraordinario, tal y como podemos leer en los siguientes fragmentos.
Tratemos ahora de las brujas de que tanto desprecio hacen los señores informantes; de sus vuelos que tienen por increíbles, y de sus demás cosas que reputan ridículas. No juzgó de esta manera el famoso Miguel de Cervantes, á cuyo buen juicio no creo que estos señores se atreverán á preferir el suyo. Muchísimas son las vulgaridades que en esta materia se han creído y se creen; [Fray Francisco Alvarado, Cartas críticas del Filósofo Rancio, II, 1824]
Pues bien: para las cosas que se caen de su peso no es menester consulta, ni pacto, ni cosa que lo valga; asi como para decir lo que yo me sé, no necesito de andar buscando quien lo diga, como con su admirable agudeza dijo Cervantes en su primer prólogo al Quijote. [Fray Francisco Alvarado, Cartas críticas del Filósofo Rancio, I, 1824]
Y tan conquistadores como Cortés o Pizarro son Cervantes, preso en Argel y comprometiéndose en una rebelión por España, y San Ignacio de Loyola, otro oscuro soldado que con un puñado de hombres acomete la conquista del mundo espiritual [Ángel Ganivet, Idearium español, 1897]
No existe en el arte español nada que sobrepuje al Quijote, y el Quijote no sólo ha sido creado a la manera española, sino que es nuestra obra típica, «la obra» por antonomasia, porque Cervantes no se contentó con ser «independiente»: fue un conquistador, fue el más grande de todos los conquistadores, porque mientras los demás conquistadores conquistaban países para España, él conquistó a España misma, encerrado en una prisión. [Juan Valera, Las Cantigas del Rey Sabio, 1878]
Esta fantasía poética sobre el tiempo fue tan popular, que Cervantes, con su escepticismo instintivo y su gracia inimitable, se burla de ella en la famosa aventura de la Cueva de Montesinos. [Ángel Ganivet, Idearium español, 1897]
Ensalzado Cervantes hasta las nubes en todas las naciones de Europa, y singularmente en Inglaterra y Francia, ya miradas entonces, y no sin motivo, como al frente de la civilización del mundo, se avivó el fervor de nuestros literatos, y no pudieron menos de reconocer en el autor del Quijote a uno de los pocos seres privilegiados que, valiéndonos de un neologismo expresivo y elegante, designamos hoy con el nombre de genios. [Juan Valera, Sobre “El Quijote” y sobre las diferentes maneras de comentarlo y juzgarlo [Discursos académicos], 1864]
en Cervantes estaban compendiadas todas las ciencias, todas las humanidades y toda la filosofía. Por otra parte, la magia del Quijote concurría y conspiraba a que pasase su autor por un varón extraordinario, [Juan Valera, Sobre “El Quijote” y sobre las diferentes maneras de comentarlo y juzgarlo [Discursos académicos], 1864]
No obstante, este reconocimiento que se le profesaba parecía ser recíproco. Fuentes y Fernández, en un estudio sobre la historia del periodismo español, señalan que el autor del Quijote, consciente del poder de la información y de los eruditos de su época, dedicó a Luis Cabrera de Córdoba, historiador madrileño del Siglo de Oro, la siguiente frase «Todo lo alcanza, pues todo lo sabe».
Como podemos observar, estas caracterizaciones proporcionan a Cervantes cierta identidad fabulosa, en palabras de José Manuel Lucía, “un mito con mil caras, incluso mil representaciones”, “un mito que todavía tiene mucho que enseñarnos”. Ahora bien, él tenía muy claro quién era, tal y como se describe en la aprobación a la segunda parte del Quijote, firmada por el licenciado Márquez Torres, un “viejo, soldado, hidalgo y pobre” (Lucía 2016).
Rocío Díaz Moreno.
Cómo citar esta entrada:
Díaz Moreno, Rocío (2019): “Viejo, soldado, hidalgo y pobre o genio, príncipe y conquistador”, TextoR. Blog del Grupo de Investigación Textos para la Historia del Español (GITHE). Recuperado de: https://textorblog.wordpress.com/2019/10/15/viejo-soldado-hidalgo-y-pobre-o-genio-principe-y-conquistador/.
Bibliografía:
Correo de los ciegos de Madrid. Disponible en Hemeroteca Digital http://www.bne.es/es/Catalogos/HemerotecaDigital/
Fuentes, J. F. y Fernández, J. (1998), Historia del periodismo español, Editorial Síntesis, Madrid.
Lucía Megías, J. M. (2016), Prólogo de la exposición Cervantes en la BNE, Biblioteca Nacional de España, Madrid.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. http://www.rae.es [10 de octubre de 2019]